domingo, 29 de julio de 2012

Sándor Márai: ¿El sentido de la vida es descubrir la verdad?


¿Ruidos de un bosque? Es el momento en que ocurren cosas no solamente en las profundidades del bosque, sino también en el fondo oscuro de los corazones humanos. "Porque - escribe Sándor Márai - los corazones humanos también tienen sus noches, colmadas de una pasión tan salvaje como la pa­sión de conquista y de caza que anida en el corazón del cier­vo o del lobo. El sueño, el deseo, la vanidad, la egolatría, la ira del macho sediento de placer, la envidia, la venganza ,todas las pasiones anidan en la noche del alma humana, siempre al acecho, como el zorro, el buitre o el chacal en la noche de los desiertos de Oriente".
Con Sándor Márai escuchamos los últimos latidos del corazón de la literatura centroeuropea. Se trata de un último encuentro, como el título de una de sus novelas en la que un anciano general, retirado tras la derrota de 1918 en un solitario castillo de caza al pie de los Cárpatos, recibe una carta y dispone una cena, idéntica a la última que compartió con el remitente de la carta cuarenta y un años antes. Cada vez que abrimos un libro que leímos hace tiempo ¿no es similar nuestra situación a la del general? En El último encuentro nos situamos en 1940, y tanto el general como Konrád, el visitante, saben que les quedan muy pocos años de vida.

Casa de Sándor Márai
¿Escuchamos ruidos en el bosque de nuevo? Un largo tiempo de espera precede a su llegada. Todo ha de estar a punto. Quien llega se alojará en las habitaciones de la mansión que nadie utiliza desde hace cuarenta y un años pero que cada dos meses se limpian puntualmente. El dueño de la casa vive recluido en una única habitación, la que fuera de su madre. El resto de la casa está clausurada desde que murió su esposa. Todas esas cosas las conoce Mini mejor que nadie. Para ella no puede haber secretos. Ella lo adivina todo a sus 91 años.

¿Y esos aullidos? ¿Ruidos de lobos? El niño que en otro tiempo amamantó es ahora un anciano. Mini, la nodriza, es el alma de la mansión. En medio de los bosques, a menudo cercada por la nieve o los lobos. Sucede en Hungría. Tengo la sensación de ir de cacería por un tiempo que ya no existe.

Sándor Marai y Thomas Mann
en 1935
La larga espera permite al anciano general rememorar su vida. Recuerda a su padre como a un oso. Toda una vida dedicada a la caza. Una casualidad le llevaría a unir su destino con una dama francesa, que siempre se sentiría extranjera en aquellos bosques, entre aquellas costumbres, en aquella lengua. El anciano estudió en Viena, en la Academia Militar donde estudiaba la nobleza del Imperio. Allí hizo amistad con Konrad - la persona a la que espera en este instante . Los dos muchachos, Henrik y Konrad, conviven como gemelos en el útero de una misma madre. Su relación , quizás, es demasiado estrecha. Al menos eso cree Mini, la nodriza, que a menudo tuerce el gesto.

Un día Konrad le desvela sus secretos. El primero es la pobreza. Sólo la abnegación y el sacrificio de sus padres le permiten estudiar en Viena. Si da una propina, su padre no fuma durante semanas. Sus padres han vendido su salud, su comodidad, su vejez, sus pretensiones sociales para pagar sus estudios.

Sándor Máraia la derecha
 de la fotografía
  El otro secreto de Konrad es la pasión por la música. “La música rompe en pedazos el mundo a su alrededor, durante unos instantes cambia las leyes establecidas de manera artificial". También le hace diferente.

Al acabar la Academia su amistad subsiste. Viven en Viena donde ambos son jóvenes oficiales del ejército imperial. Konrad "teme la música, a la que está ligado por unos lazos invisibles, como si el significado profundo de la música constituyese un mandato superior, algo que pudiese desviarlo de su camino, que pudiera romper algo en él".
Ambos tienen ventidos años. Henrik frecuenta los " bailes todas las noches, en los salones blancos y dorados, iluminados por las llamas oscilantes de las lámparas de gas, que tiemblan como alas de mariposa” Nieva mucho, y los cocheros transportan a los amantes bajo la nieve sín hacer ruido. Toda Viena baila bajo la nieve, y por las mañanas Henrik acude al viejo Picadero, para contemplar los ejercicios de los jinetes españoles y de los blancos caballos de pura raza.

Sándor Márai
Konrad, por su parte, vive encerrado en la casa y en sí mismo. Envejece con rapidez. Cuando Henrik regresa a casa de madrugada, tras sus andanzas por la ciudad, tiene el aspecto de un adolescente embriagado por los aires mundanos. Entonces charlan en voz baja, durante horas, como dos cómplices, "como si Konrad fuera un mago que permaneciera siempre en casa, reflexionando sobre el destino de las personas y de los efímeros fenómenos humanos".

En aquel tiempo les unía un sentimiento que sólo los hombres conocen: la amistad. Y ¿cuarenta y un años después? Todo está dispuesto para el reencuentro. "La mansion había empezado a revivir en las últimas horas, como un mecanismo al que hubiesen dado cuerda. Revivían los muebles, los sillones y los sofás a los que ha­bían quitado las telas protectoras, y también los retratos de las paredes, los enormes candelabros de hierro, los ob­jetos decorativos de las vitrinas y de la repisa de la chime­nea. Al lado de la chimenea había troncos para el fuego, porque a finales del verano eran frescas y húmedas las noches; de madrugada, el aire se llenaba de frío y todo se impregnaba de vaho. Los objetos parecían recobrar el sen­tido de su ser, parecían tratar de demostrar que todo ad­quiere un significado al estar en contacto con los seres humanos, al participar en la vída y en el destino de los hombres".
Allí tendrá lugar el reencuentro entre dos ancianos, dos hombres que fueron amigos y rivales tras de cuatro décadas de separación. Regresa el pasado, regresan las remotas regiones donde el recuerdo se refugia salvaje, regresan los códigos y valores que los cambios sociales y el paso del tiempo han convertido en anacrónicos y grotescos.

De repente la nodriza le pregunta a Henrik.

- ¿Qué quieres de este hombre? - .

Y Henrik responde:

- La verdad.
 

Buda, 1945

  Hay momentos en la vida en los que la verdad es el único horizonte posible. Por que ya no hay un después. Tal vez en otro tiempo la infidelidad de la mujer del general con Konrad y la deslealtad de éste tuvieran importancia. Cuarenta y un años después la indagación sobre si de verdad existe la amistad se convierte en una forma de comprobar que el mundo que ambos vivieron era real. La vida entera se convierte en respuesta a las preguntas más importantes. El general sabe que su amigo intentó asesinarle. Pero piensa que si no hubiera sido su amigo no hubiera huido al día siguiente de la ciudad y de él, de la escena del crimen, como un asesino, como un delincuente, y se hubiera quedado engañándole y traicionándole.

Por eso al encontrarse tras cuarenta y un años con el hombre que le despojó de su esposa y a punto estuvo de despojarle de su vida, la pregunta desnuda, auténtica, que le formula es ésta: ¿Crees tú también que el sentido de la vida no es otro que la pasión, que un día colma nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo y después arde para siempre, hasta la muerte, pase lo que pase?

De ese modo los dos, sabios y viejos, ya al final de sus vidas se reencuentran y desean la venganza... Pero ¿la venganza contra quién? " ¿Del uno contra el otro, o de los dos contra el recuerdo de alguien que ya no existe?”

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por acordarte y por recordarnos este magnífico libro. No sé si es la búsqueda de la venganza lo que comparten los protagonistas. Tal vez busquen sólo el perdón y el perdonar. O quizás el poder resituar los recuerdos de sus vidas en el lugar que les corresponden, al igual que harán con el retrato de la mujer que amaron.
    Parece que casi nadie lee ya a Márai, ni siqueira en remotos castillos perdidos en los frondosos bosques de Hungría o en ruinosos palacetes de las afueras de Viena. Hace algún tiempo, hablé de Márai con un amigo húngaro. Poco saqué en claro de lo que pensaba sobre su obra. Aprendí, eso sí, que se pronuncia algo así como Shandor Mároi.

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  2. Las tres posibilidades son pausibles. Es una muy acertada visión. Creo que a Marai se le lee y mucho Al menos en España. Hasta el 2000 hay que remontarse a los años cuarenta para encontrar un par de títulos - Los celosos que dita Janés, Divorcio en Buda en ediciones del Mediterráneo - , en los cincuenta y sesenta otros dós editados por Destino – Música en Florencia y A la luz de los candelabros -. otro publicado por destino. Pero desde el 2000 Salamandra ha publicado numerosas obras algunas con enorme fortuna. El último encuentro ha alcanzado 33 ediciones, La hermana 14, La mujer justa 13, Divorcio en Buda 10, Los amantes de Bolzano 9, Confesiones de un burgués 8. Se han publicado además Herbario, La herencia de Eszte. ¡Tierra, tierra, ! Liberación. La extraña y Diarios, 1984-1989. Casi todos han sido traducidos también al catalán. Y supongo que los dos nos alegramos de ello. Ramón

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