viernes, 22 de mayo de 2020

Carta a un mago sobre el impacto del coronavirus en la magia


Fotografía de Michael Nagle 




Estimado amigo: Eres mago y en muy pocos días tu vida ha sufrido un vuelco. ¿Cómo describirías lo que ha pasado? Me gustaría hablar contigo del impacto del coronavirus en la magia. Un tema en el que, a la fuerza, te has convertido en un especialista. 

Probablemente te parece que han cambiado las reglas de juego y que va a resultar difícil continuar en la partida. Por encima de cualquier otra consideración te afectan dolorosamente las desapariciones de figuras destacadas de la magia profesional – como Pepe Regueira, Norm Nielsen o Roy Horn. Y, por supuesto, el fallecimiento de otros magos amigos cuyas presencia y participación en las sociedades mágicas son difíciles del olvidar.

En cuanto a tu mágica los efectos de la crisis han sido fulminantes: la paralización de las actuaciones en vivo, la sucesión de cancelaciones y las consecuentes pérdidas económicas. Nunca hubo un frenazo como este. Ni siquiera en los días aciagos de la guerra civil

Andreas H. Bitesnich Up and down Lisbon 2019


Por otra parte, te sorprende e inquieta el papel esencial que, para el conjunto de la cultura y el espectáculo y, en concreto, para la magia,  ha adquirido el cauce de internet.

No es una constatación que te resulte agradable. Puedo escuchar tus pensamientos. Se opone a tu manera de concebir tu vida y tu arte que reclama la participación directa del público. Casi se puede decir que trabajar sin la presencia de una audiencia tangible vulnera tus planteamientos y te despoja de los sentimientos y emociones que experimentas habitualmente en escena. 

Quiero compartir contigo tu actitud. Porque la cuarentena generalizada y global  amenaza la supervivencia económica de personas y empresas relacionadas con las actividades mágicas (magos, técnicos, fabricantes, teatros, salas de espectáculos, festivales, congresos y actuaciones, eventos privados, escuelas de magia, tiendas y editoriales especializadas.). Con unas finanzas mermadas, incluso aniquiladas, a causa del confinamiento y unas perspectivas de reactivación por las medidas de separación social, la supervivencia está en el aire. Aunque tal vez lo que más te inquieta, como a mí, es que la situación no se puede achacar por completo al coronavirus. Muy posiblemente sospechas que sus causas se originan mucho más atrás y que, aunque nos dé una pereza inmensa  reconocerlo,  estamos obligados a adecuar nuestras estrategias y planteamientos artísticos en los próximos años a un marco que ha cambiado.

Wolfgang Laib Pollen from Hazelnut


De personas deprimidas por la crisis hemos pasado a ser personas preocupadas por su resolución. Porque el confinamiento ha supuesto también un incremento de la oferta cultural en línea– que incluye a la magia -  para poder satisfacer las demandas en esta situación peculiar. Y es este aspecto el que verdaderamente nos preocupa. Reconócelo.  Ya que, en cierta medida, esta situación te ha supuesto caer en la cuenta de que todos nosotros estamos sumergidos hasta el cuello en una sociedad digital, en la que ya nos encontrábamos, pero tal vez sin darnos cuenta por completo de su significado y alcance.  

La irrupción del coronavirus, al desencadenar  el confinamiento, ha supuesto una aceleración extraordinaria de algo que ya sucedía: el proceso de digitalización en múltiples esferas de nuestra vida como la información, el comercio, distintos y variados servicios, las relaciones con la Administración, el teletrabajo, la educación, el consumo de productos culturales y la comunicación entre las personas. 

Ni tu ni yo  acabamos de penetrar en ese mundo. Llevamos tiempo en él, accediendo a la información, comprando en las tiendas virtuales, haciendo la declaración de la renta, manteniendo la comunicación con amigos y familiares, viendo películas y escuchando música. Si tienes hijos habrás constatado que han proseguido sus cursos durante la cuarentena mediante procedimientos en línea. Y seguramente tú mismo u otras personas de tu entorno han continuado trabajando desde casa… Sin embargo, llevábamos tiempo haciendo esas mismas cosas. Mucho más tiempo del que pensamos. Desde los años 90 he escrito todos mis libros teletrabajando, las herramientas digitales han sido básicas para mi labor de investigación  y, en mis clases,  hace más de un decenio,  empleo los recursos que proporciona la red para impartirlas.
Libro de Adivinación, cerrado


Esta constatación es importante para darnos cuenta que no somos extraños al universo de la digitalización. Tampoco en el ámbito de la cultura y el espectáculo. En realidad, no procedemos de un mundo en el que las actuaciones en vivo fueran dominantes. Nuestros antepasados, hace ya muchos siglos, vivieron el desplazamiento de la trasmisión oral y presencial de la cultura a la transmisión alfabética del manuscrito y, más tarde, a la trasmisión tipográfica del libro. 

Nuestros tatarabuelos comprobaron cómo las tecnologías visuales adecuadas por los magos al ámbito del espectáculo – la linterna mágica, el teatro de sombras, la fantasmagoría y la catóptrica - desencadenaron un proceso de espectralización de las imágenes, de descorporización. 
Estudio de rodaje, Pathé


La presencia física y viva acabará erradicada en la fotografía y en el cine a finales del siglo XIX. El cine, un espectáculo enlatado, fue el más popular en la primera mitad del siglo XX y, estuvo cerca de desplazar por completo al teatro.  Tuvo que competir con un medio aún más incorpóreo, con las ondas sonoras de la radio.  Y con la televisión. 

En el caso de mi generación, desde los años sesenta nuestros cerebros estaban repletos de cultura pop y destellos de un mundo audiovisual difundido a través de las ondas. Y desde los noventa hemos sustituido, casi imperceptiblemente,  el influjo de la televisión por el universo digital cuyo espectro es mucho más variado.


Seguramente me responderás que todo eso es muy cierto, pero que también lo es que te ganabas la vida con tus actuaciones presenciales. Y estas se han desvanecido. Además, constatas que el bloqueo, consecuencia de la pandemia, al acelerar la digitalización, ha favorecido, en primer lugar, a las grandes plataformas tecnológicas como Google, Amazon, Facebook o Netflix, que hace ya tiempo, dominaban amplios segmentos del mercado. Con la situación creada por la pandemia han recibido una imponente aportación de recursos económicos y, sobre todo, han obtenido  acceso a preciosos datos masivos (big data). Estos datos son la materia prima que les permitirá  desarrollar y controlar, con ventaja y de manera inmediata, las posibilidades de la inteligencia artificial. Las perspectivas indican que incrementarán su dominio, a escala global, en el ámbito de la comunicación digital. Tienes razón y este será, por consiguiente,  uno de los campos de batalla de los próximos años.


Gerardo Fdstein Ni Tanto ni tan poco



Pero, al mismo tiempo, has comprobado que han estado pasando otras muchas cosas que parece que no las habíamos percibido antes, aunque ya sucedían con anterioridad. El enorme impulso de la digitalización ha multiplicado las posibilidades de la magia en línea. Clases y conferencias, ventas de juegos y material, coloquios y reuniones, actuaciones en directo o diferido emitidas a través de dos docenas de plataformas de emisión de vídeos, trabajo colaborativo, emisión de actuaciones en directo o formación.


 Desde el cuero cabelludo hasta los dedos de los pies, nos estremece pensar que el salón de nuestra casa se puede convertir en nuestro teatro, que podemos gestionar la venta de juegos desde la cocina, los cursos y conferencias desde el dormitorio. La situación es complicada, pero nos permite echar un pulso a las dificultades. 



Sin lugar a dudas habrá un momento en el que las actuaciones en vivo regresarán. A mí no me cabe la menor duda. La única experiencia similar a lo que estamos viviendo, fue la epidemia de gripe  que se extendió por todo el planeta entre enero de 1918 y diciembre de 1920, debido a la movilidad global provocada por la primera guerra mundial. Y cuando acabó se vivió una época dorada del espectáculo: Los llamados «felices años veinte». Se estima que la gripe del 18 provocó entre 40 y 50  millones de muertos en todo el mundo debido a la ausencia de tratamientos, vacunas e infraestructuras sanitarias y a que la censura de guerra ocultó su existencia en los países contendientes, evitando que se tomaran medidas profilácticas.  España fue la excepción. Era un país neutral y la epidemia saltó a las primeras páginas de los periódicos. Cerraron el comercio, los colegios, las universidades y se detuvo una parte de la producción.  Aun así se calcula  que al menos prodvocó 400.000 fallecidos, aunque posiblemente fueron muchos más. En parte debido a la  incongruencia de que permanecieran  abiertos los teatros y se celebraran fiestas, procesiones y corridas de toros.
Epidemia de gripe, 1918. Hospital


La gripe debilitó los ejércitos y contribuyó a acelerar el armisticio. También agravó la crisis económica provocada por la guerra, pues afectó fundamentalmente, a diferencia del coronavirus, a la población activa. No se logró remedio, ni vacuna. Inopinadamente un día, los científicos lo atribuyen a una mutación o una cadena de mutaciones, perdió virulencia y  desapareció.

Actuación de Harry Houdini


Inmediatamente se desató una sorprendente euforia.  Fueron años de expansión económica, sobre todo norteamericana, sustentada en innovaciones técnicas como el teléfono, el automóvil,  los electrodomésticos y, muy especialmente, las transformaciones en los métodos de producción, con la adopción de la cadena de montaje y las novedosas formas de  comercialización,  tal la venta a plazos que suscitó una ola inusitada de consumismo. Dentro del mundo de la cultura y el espectáculo fueron los años en los que se popularizaron el jazz, el tango, el charlestón y las vanguardias artísticas. En esos años el cine desplazaría a la magia teatral y de gran espectáculo de su papel central en el ocio colectivo que había adquirido en el siglo XIX. Los modelos europeos implantados por Robert-Houdin y Maskelyne en sus teatros especializados, por las Grandes Compañías en sus espectáculos itinerantes y globales y por Georges Méliès y otros magos pioneros en el cine mágico o de efectos, fueron reemplazados por los métodos de producción prácticamente industriales de Horacio Golding y los espectáculos enraizados en la cultura de masas norteamericana de Harry Houdini que sentaron las bases de la moderna industria de la magia de espectáculo.


La euforia duró apenas una década. El crack bursátil de 1929 desencadenó la Gran Depresión, creando el caldo de cultivo para la propagación de los totalitarismos y engendrando las circunstancias explosivas que condujeron a la segunda guerra mundial.

Estreno de la primera pelúcula sonora

En el ámbito de la magia, del espectáculo y de la cultura popular, de nuevo las actuaciones en vivo se vieron en aprietos. Se precipitó el declive del vaudeville y de la magia teatral. Miles de teatros echaron el cierre.  La brutal depresión económica, como hoy día el coronavirus, aceleró el proceso de cambio. Pero nos engañaríamos si pensáramos que fue la causa primordial. 1929 es, asimismo, el año en el que el cine rompe a hablar. Ahí está la clave. Mientras el cine era mudo, el teatro podía competir con él a pesar de que los costes de producción eran muchísimo más elevados. Fue la difusión del cine hablado la que asestó el golpe definitivo al vaudeville y forzó a la magia de escena a adaptarse a un nuevo cambio social.
En realidad, constatamos que se trata del mismo proceso que se inició con la invención del cine – y aún mucho antes con la imprenta y el libro y otras invenciones que prescinden de la presencia en vivo del cuerpo humano – y llega hasta nuestros días con el impulso otorgado por la crisis del coronavirus a la digitalización. Un proceso de tecnologización de la difusión de la cultura, el ocio y el espectáculo que, a través de aparatos cada vez más sofisticados, se introducen en los hogares y se convierten en componentes esenciales de los estilos de vida. El libro, la linterna mágica, el cine, la radio, la televisión la computadora, la cinta magnética, la robotización, la inteligencia artificial… Podríamos llenar una página entera enumerando algunos de los hitos de este proceso.   


Eres un mago experimentado y conoces bien la naturaleza de la magia que practicas. Por lo tanto, sabes que volverán las actuaciones en vivo cuando las circunstancias lo permitan porque en la magia, que es un arte escénico, forman parte de su ADN original. No obstante, los nuevos canales abiertos en la red no desaparecerán porque la difusión y comercialización de la cultura y los espectáculos a través de la red  ha arraigado en la vida cotidiana y satisfacen las expectativas de muchas personas que de otra manera no tendrían acceso a ellos por motivos económicos o geográficos.


Intuyes que te diriges, con tu bagaje de mago, hacia un mundo híbrido, en el que en el mejor de los casos dispondrás de un doble escenario: el presencial y el virtual. De manera que empiezas a entrever este proceso como una oportunidad, pues entraña la apertura de cauces que dilatan tus posibilidades de llegar a diferentes públicos y rentabilizar tu trabajo.
Distanciamiento social en un teatro


Por ejemplo, debido a la distancia social que regirá la reapertura, los pequeños teatros de magia tendrán problemas para hacer rentables las actuaciones en vivo. Pero si adoptan este modelo híbrido y comercializan las actuaciones, también, a través de la red, pueden alcanzar el punto crítico de espectadores que las convierte en rentables, aunque en la sala sólo pueda ocuparse un tercio del aforo.


Desde hace tiempo las tiendas de magia mantienen esta dualidad. Una parte de sus ventas, a veces substancial, es en línea. También hay cursos y academias de magia que han acumulado una apreciable experiencia de funcionamiento en la red. Sin duda talleres y conferencias, la enseñanza de la magia, puede mantenerse en la red mientras duren las restricciones y proseguir cuando estas acaben.


Igualmente, las sociedades mágicas podrían recurrir a esta fórmula si quieren sobrevivir a una época sin reuniones masivas, concursos o congresos.
Doso Dossi: Los magos


El procedimiento es perfectamente aplicable a tus propias actuaciones siempre y cuando las ejecutes con las mismas exigencias que aplicas a tus actuaciones presenciales. Porque habrás apreciado que no todas las intervenciones que contemplamos en las redes son igualmente felices y eficaces. Seguramente has comprendido que es preciso dominar el lenguaje del medio y asociarlo a la propia magia. Del mismo modo que  los magos del siglo anterior sacaron el máximo partido de la irrupción del cine – como Méliès y un largo etcétera - o la televisión – como Tamariz y otro largo etcétera...


Si has intentado realizar actuaciones personales en directo habrás comprobado la importancia crucial de contar con la tecnología adecuada para resolver la trasmisión, la imagen, el sonido y la iluminación.  Además de la magia, la dramaturgia apropiada y el tratamiento visual. Te preguntas: ¿Qué juegos son los más propicios? ¿Cuál es la forma de presentación adecuada? ¿De qué manera romper la cuarta pared y lograr la participación del público?  Y, evidentemente ¿qué plataformas nos pueden ayudar a su difusión y qué instrumentos están a tu alcance para darte a conocer y atraer, captar y retener a la audiencia?

Estudio de vídeo


Tendrás que sumergirte en la pantalla como en una piscina. Una buena zambullida. Pero con el tiempo podrás sacar la cabeza y regresar a tus actuaciones en vivo. Ahora te dejo a punto de subir al trampolín. Pisa con fuerza.  Sigue adelante. Tu corazón late. Una vez más va a empezar la función.