sábado, 12 de julio de 2014

Pepe Carrol; El hombre que quiso vivir en el País de las Maravillas



Como Jano, el dios que tenía dos rostros, en Pepe Carroll coexistieron dos magnetismos, dos personajes, dos destinos opuestos. Hizo del conflicto entre fuerzas enfrentadas la base estructural de su magia. De no haber existido José Arsenio Franco Larraz y Lewis Carroll, nunca hubiera existido Pepe Carroll. Una dualidad que caracterizó su vida que fue campo de batalla donde se enfrentaron el ingeniero de caminos y el joven que quería ser prestidigitador; el muchacho  tímido y el artista audaz; el presentador de programas populares de televisión y el mago exquisito y portentoso; el hombre mimado por la fortuna y el desventurado perseguido con saña por la desgracia.


Amílkar
A veces la magia es un mensaje garabateado en la oscuridad. Amilkar, el que fuera su amigo más próximo y excelente mago también, en una evocación póstuma[1] recuerda cómo sus últimas conversaciones se convertían en monólogos. Un Carroll  lejano, casi ausente, escuchaba en el silencio al otro lado del teléfono, cada vez más distante. Hasta que quizá pasó al otro lado del espejo.
Entre los numerosos y excelentes magos que destacaron en aquellos años, Carroll estaba llamado a ser  – como escribió Camilo Vázquez[2]el relevo de un Frakson, dos generaciones más tarde.  Nacido en Calatayud, Zaragoza,  el 19 de septiembre de 1957 su muerte el 5 de enero de 2004 no le impidió cumplir la predicción que había realizado Juan Tamariz 16 años antes: “anuncia en tu ambiente mágico que has descubierto a alguien… que en menos de dos años llegará a ser una figura mundial[3].  



Con Juan Luis Melgar
Cuando yo le  conocí era un muchacho tímido y tembloroso, uno de esos adolescentes que han crecido de golpe y se remueven en su propio cuerpo como en una jaula. Sólo sus manos no eran tímidas. De inmediato se pusieron a hacer magia. Entonces se llamaba José Arsenio Franco Larraz y era lector de Lewis Carroll. Al cabo de poco tiempo conocí a un joven audaz, exactamente igual al anterior, pero distinto. Había conseguido la llave de la jaula. Sus manos volaban, libres como aves en un paraíso.






Gustavo Lorgia con sus hermanas Consuelo y Doris y Danilo Lorgia.
Su biografía está indisolublemente unida a las tardes doradas y las noches luminosas de la magia del último cuarto del siglo XX. Fue su padre quien le inició en las primeras incursiones en el reino secreto. Le enseñó el juego de los trileros. Ingresó de niño en  la Asociación Mágica Aragonesa (AMA) donde completó su formación. En Zaragoza, entabló relación con Gustavo Lorgia, cuando el gran mago colombiano actuó en la ciudad. Fue Lorgia quien le introdujo en el círculo mágico de Juan Tamariz. Algo así como si de pronto la misma ventana, la ventana por la que contemplaba el mundo cada día,  se abriera súbitamente a un paisaje distinto. Tamariz apreció desde el principio su inteligencia, su capacidad de trabajo y sus prodigiosas manos,  Combinadas con el ambiente mágico del Madrid de los 80 y la espléndida biblioteca especializada de José Puchol[4], produjeron una magia muy visual, de humor vertiginoso y gran solidez dramática que provocaba la fascinante colisión de la realidad con lo imposible. Como en las invenciones literarias de su mentor Lewis Carroll.
A finales de los años 70 la SEI suavizó el secreto y la información empezó a fluir.  La Sociedad se convirtió en un centro de formación y en un laboratorio de ideas impulsada por una nueva y brillante generación que buscaba conectar con un público joven más libre y desenfadado.


Armando de Miguel
Una de las preocupaciones generalizadas era encontrar nuevos espacios para la magia. En las navidades del 77, junto a Armando de Miguel, Carroll empieza a actuar  por primera vez en un pub. Comenzó ganando 1500 pesetas. Para el público significaba  el descubrimiento de la magia de cerca. “Lo que más éxito tiene.- escribe[5]es la magia por las mesas. ¡Es el auténtico mazazo para la gente!
Tras el Congreso de Jaca – recuerdo que fui a aquel congreso en compañía de Luis García – Pepe ya ganaba 3000 pesetas en el mismo pub. Desde luego la magia de cerca se lleva la palma –insiste. Empieza a mostrar preocupación por reforzar los aspectos escénicos y la participación del público. El público comienza a descubrir que la magia puede sacudirse sus imágenes más gastadas. De este modo vuelve a renacer el País de las Maravillas en el que el primer fascinado es el propio mago. A Carroll le encanta provocar sensaciones realmente mágicas como las del cochecito cuando los espectadores empujan y no se mueve. Le empiezan a rondar los medios de comunicación y también los tahúres, fascinados por  su manejo con las cartas.

El pub se transforma en un café teatro. Una circunstancia favorable que  le hubiera permitido ensayar sus planteamientos escénicos. Pero se pelea con el dueño. La experiencia es desagradable, aunque no obstante ha comprobado que esta clase de locales, junto a la Televisión, son las nuevas madrigueras de la magia. Son las alternativas comerciales en una época en la que había pocos magos profesionales a tiempo completo. Se mantenían en activo algunos excelentes manipuladores que trabajaban en cabarets cuyos letreros de neón empezaban a apagarse uno tras otro.  Para la mayoría de los ilusionistas el público se componía casi exclusivamente de amigos y familiares.

Junto con Gabriel Moreno y Juan Tamariz, interviene en un primer intento de crear un pub mágico en Madrid en La Fábrica de Pan[6]. En el  lugar acaba de pintar un mural de tema mágico el gran pintor Carlos Franco[7]  tan ligado al mundo de la magia. Carlos había realizado los decorados para el Congreso Nacional de Magia de Cuenca, en 1977 y había concluido recientemente un gran cuadro titulado “O mago do carnaval[8]”... Escritores, pintores, magos, cineastas y cantantes empezábamos a trabajar en común y, muchas veces, vivíamos juntos y revueltos. Existía un clima abierto, que rechazaba la pureza y la ortodoxia. Llegaba a escena una nueva generación dispuesta a experimentar, ensayar, intentar. Aquel mundo encontró sus cauces de  expresión en lugares como la Librería El Pub o La Mandrágora[9].


Carlos Franco: O Mago do carnaval
En la librería el Pub, Tamariz y Gabriel Moreno ofrecieron sesiones memorables de magia de las que fueron espectadores de excepción Fernando Savater, Lourdes Ortiz, José Donoso o Rosa Chacel. Al mismo tiempo exponían pintores de  la Nueva Figuración, Almodóvar proyectó su primera película, Haro Ibars debatía sobre el Nuevo Periodismo, Enrique Morente mostraba sus ya maduras tentativas de renovación del flamenco, el arquitecto Navarro Zubillaga dio una conferencia sobre el Espacio como ilusión en compañía de un hipnotizador, Dragó presentó su Historia mágica de España y un larguísimo etc.  La magia no era un caso aislado. Formaba parte de un movimiento de renovación que afectaba a todas las manifestaciones de la cultura entre las que la magia destellaba para hacernos soñar.



Sabina y Krahe en la época de La Mandrágora
La Mandrágora, café-sótano de la Cava Baja que puso en marcha el pintor Enrique Cavestany dio un  excepcional impulso a la magia.  Los magos compartían el favor del público con la música de tres inspirados cantantes: Joaquín Sabina, Javier Krahe y Alberto Pérez. La sesión de magia se iniciaba con una actuación de escena que duraba aproximadamente media hora. Carroll enumera por orden alfabético a los magos que actuaron habitualmente: Juan Antón, el Dr. Ballester, José Luis Ballesteros, Ignacio Brieva, Brújulo – actualmente Ramón Moy - , Frakson, Luis H. Trueba, Gustavo Lorgia, el hipnotizador Salvador Peña, Pepe Regueira, Juan Tamariz, el Dr. Varela y Camilo Vázquez”. Yo añadiría al gran faquir aragonés Rahma Khan  y al enternecedor y genial Tolito que inspiraría a Sabina una de sus más hermosas canciones:

Tolito tiene un dado y una paloma,
una tos y una copa llena de vino,
y unas ropas con polvo de los caminos,
caminos que jamás llevaban a Roma.
Mago de las barajas y la sonrisa,
malabarista errante de las plazuelas,
corazón que le sale por la camisa,
botas de andar sin prisa ni mediasuela…


Tolito
Represaliado tras la guerra civil, mago errante, siempre a la intemperie,  poseído por la dignidad de su arte, su versión de La bolsa y el huevo es una de las más bellas que me ha sido dado contemplar.
Tolito representaba el albur y la dureza de la vida del mago que sufragaba su actuación rifando al terminar una botella de coñac.
Si la fantasía no se apaga, prende una y otra vez. Y las cosas empezaban a cambiar.


Frakson
 Carroll era consciente de  que la experiencia de La Mandrágora representaba un antes y un después para la magia. Empezaba a surgir un nuevo público con un lenguaje común. Era el lugar adecuado para experimentar y además se ofrecía una imagen distinta de la magia, merced al close-up que seguía siendo lo que más impactaba. Tras la actuación de escena quien actuaba ese día y todos los demás magos presentes actuaban por las mesas.
Pronto Tamariz y yo empezaríamos a publicar una sección fija sobre historia del ilusionismo en el suplemento dominical de El País[10], algo inusitado que acreditaba el interés que la prestidigitación empezaba a suscitar. Era un momento en el que, la magia española comenzaba a tener una importante presencia internacional. Frakson había retornado, Arturo de Ascanio la había puesto en palabras que permitían pensar y cada actuación de Juan Tamariz se tornaba un acontecimiento irrepetible. Existía una cantera de magos jóvenes impresionante.


Para Carroll su primer Congreso Internacional fue inolvidable. Hablo de Bruselas 1979. Para empezar Camilo Vázquez y él se encontraron a Vernon  y Ascanio mano a mano en una cafetería. “Arturo logró hacer su hasta entonces juego no hecho a Dai Vernon. Aunque suene a folletín, una reunión que nunca olvidaré[11]”.






Dai Vernon con Giobbi
Fue allí donde, a través de Tamariz, conoce a Giobbi y a Paviato.  Empezaba a existir la posibilidad de viajar, conocer otras formas de hacer, otras propuestas. Tiene ocasión de ver el show de Blackstone Jr, en el que este hace la desaparición de la jaula, Valery pinta con un bastón bailarín provisto de dos pinceles y actúan Pierre Brahma y  Robert Harbin, el inventor de la Zigzag. Aunque Rafael Benatar considera que algo no cuadra en la reseña que el propio Carrol hace del congreso ya que Harbin murió en el 78 y fue Fred Van Buren quien presentó en esa FISM una versión mejorada de los tubos fluorescentes de Harbin.

También asiste al show de Ricky Jay que se acompaña de un marionetista y un ventrílocuo. Ricky rompe un papel de fumar en trozos minúsculos y en sus manos vacías surge una mariposa que se echa a volar.




Fred Kaps
Freds Kaps encabeza otro show fulgurante, en el que hace desaparecer un anillo que reaparece enfilado en el pie de una copa de champán.  Actúa Nielsen, Shimada es una revelación, Slydini hace los pañuelos anudados y Kaps concluye con la sal.
Aprovecha para ver en video dos números inolvidables: la caja de las espadas de Moretti y el Puppet Horror Show de Al Carthy.
A Pepe le gusta el aire moderno de la magia que contempla, los vivos colores, el dinamismo, la participación del público. Se fija especialmente en la presentación, el vestuario, los movimientos, la luz, el color, la música.


Hichcook
A su vuelta consulta además de la literatura mágica al respecto - el Our Magic de Maskelyne, Nelms o Moliné,-  las reglas básicas de la creación dramática contenidas en la  Poética de Aristóteles o en  El arte nuevo de hacer comedias de Lope. Y presta especial atención al análisis de  la creación del suspense desarrollada en las conversaciones[12] que Hitchcock mantuvo con  Truffaut, en las que el francés  somete a Hitchcock a un auténtico  tercer grado. 

Sin olvidar el consejo de Tamariz: En arte las reglas están para saltárselas. Buena muestra del espíritu libre y creador con que se enfrentaba a los clásicos.


Junto a Juan Tamariz
Son años de intenso trabajo junto a Juan Tamariz. Interviene en Por arte de magia el programa de  TVE, que dirigió  Juan Tamariz y presentó junto a Selvin. En él colaboré como guionista al tiempo que presentaba una sección de historia de la magia. Pepe acababa de obtener el segundo premio en la categoría de Cartomagia en el Concurso del XI Congreso Mágico Nacional celebrado en Santander[13] en 1981 y, un año después, lograría el segundo premio en la categoría de Cartomagia del XV Campeonato Mundial de Magia de la FISM celebrado en Lausanne, tras Daryl Martínez[14].



Castillo Mágico en Holliwood
También viaja a Estados Unidos en compañía de siete viajeros de excepción: Ascanio, Tamariz, Juan Antón, Antón López, Luis Trueba. Arturo López y de dos mujeres que tuvieron un destacado papel organizador y, también, de apoyo e inspiración  en el mundo de la magia: Cristina Andrade y Mari Pura Mirelis. En ningún momento Carrol se deja llevar por una fácil fascinación, conserva el espíritu crítico, discierne y admira aquello que es superior y merece la pena. En Nueva York los viajeros se entrevistan con Harry Lorayne y David Roth, visitan la mítica tienda Tannen's, se sorprenden con la abundancia de trileros por las calles, asisten a las veladas de Magic Towne House y se encierran durante horas en casa de Slydini que les ofrece un curso acelerado e inolvidable.


Sigfried and Roy
En Las Vegas expresa sus reservas sobre distintas actuaciones. En la gala de inauguración le decepciona  Johnny Paul como perdido, sin saber qué hacer y a dónde dirigirse. Todo lo contrario que Fernando Keops, quien en el escenario tiene el aplomo de un torero.  Le sabe a poco  la magia improntu de Mike Skinner y Roger Klaus. El resultado del concurso le parece injusto. Le sorprende el bajo nivel de los concursantes. La magia de escena es otra cosa. Se rasca el bolsillo para asistir al show de  Sigfried and Roy. Elogia la técnica y seguridad de un jovencísimo Michael Ammar en la gala de cerca. Y en la gala final le gusta el ritmo y la vis cómica de Paul Daniels y le cautivan las bolas[15] por encima de la cabeza de Slydini  Para añadir al final que los dos grandes triunfadores del congreso, las dos personas que hicieron que este congreso mereciera la pena, fueron Juan Tamariz y Arturo de Ascanio: Con una magia de una densidad y una profundidad que dista años luz de la superficial y facilona que por aquellas tierras se hace[16].


Años después Tamariz
recibiría la máxima distinción del Magic Castle
Estas palabras dan una idea de lo que supuso el viaje para los magos españoles. Fue la consagración ante la élite del ilusionismo mundial del gran Ascanio y de Juan Tamariz. Y el descubrimiento de Pepe Carrol y Antón López. En el Castillo Mágico, donde trabajaban varios magos haciendo  shows diferentes, no dejaron de sorprender durante cinco noches seguidas[17].

Por entonces Carroll había asimilado muchos de los conceptos de Ascanio. Se puede apreciar en su análisis claro y  diáfano de la estructura externa e interna de las Rutinas Cartomágicas[18]. En este escrito se perciben sus verdaderas preocupaciones cuando se pregunta ¿Qué papel interpreta el hacedor de juegos de magia? Por entonces  está construyendo su propio personaje. ¿Será un mago? ¿Alguien dotado de poderes mentales superiores? ¿Un tahúr? ¿Una persona de rara habilidad? ¿El narrador de una historia? Cada uno de estos personajes puede encarnar innumerables variantes: el retador, el borracho, el miope, el jactancioso, el dejado, el seductor, la sanguijuela, el despreocupado, el fanático…

Pero antes tiene que descubrir quién es él mismo. Era consciente de la formidable influencia que ejercía Juan Tamariz no sólo en el aspecto mágico, sino también en otras facetas de su personalidad. 


Llantiol
La oportunidad de conocerse y perfilarse como mago se la otorgó 
El Llantiol, una sala de dimensiones manejables dedicado a las variedades, inaugurado en 1980, en el carrer de la Riereta, 7, de Barcelona. Lluis Vicente Fortuny, el director artístico, y  Ferràn Rodríguez, quien se ocupaba de la administración, concibieron una programación original, que agrupaba los mejores números emergentes, dispersos por bares y pequeños locales de la ciudad. Cada noche ofrecía espectáculos de mimo, magia, marionetas o humor, presentados por un showman. 


Por su escenario pasaron veteranos artistas como Li Chang, Herta Frankel y sus muñecos o Rogelio Rivel y se rodaron nuevas revelaciones como  Tricicle, Ángel Pavlovsky, Eugenio,  el showman Joan Gimeno, Pep Bou y sus pompas de jabón, Jordi Bertrán con sus marionetas, el ventrílocuo Selvin o el propio Pepe Carrol, como ya se hacía llamar entonces. Había cambiado su nombre artístico, por motivos políticos, a causa del rechazo que la coincidencia con el apellido del dictador ferrolano provocaba en su público. 








Calle Guttemberg
En los años que permaneció en Barcelona vivió en  los Apartamentos Gütenberg, un inmueble de cuatro plantas, situado en lo que entonces se conocía como el barrio chino. En las calles y en el portal se cruzaban varios universos:  las miradas de extrañeza, las carcajadas incontenibles, los momentos de nerviosismo y las ráfagas de ilusión de las gentes del espectáculo, el contorneo de las caderas de los travestis y las miradas cubistas de las mujeres que hacían la noche, herederas de las calle Avinyó que pintara Picasso. No era el mundo de Carroll. Tras la función de escena y la dilatada sesión de magia de cerca en el Llantiol, cuando no hacía doblete en algún otro local, prefería relajarse en compañía de Amílcar en las discotecas de moda. Noches en las que se adentraba en el amor casi con los ojos cerrados. Después se encerraba a estudiar magia, a concebir nuevas ideas y a pulir sus juegos.


Sebastiá Gasch
En Barcelona contó  con excelentes interlocutores como, por supuesto,  Amílcar y  el refinado y brillante Gabi Pareras, quien desde el primer momento comprendió lo que Carroll suponía para la magia. También le frecuentaron Justo Thaus, Eugenio Alvarez, Adám Conesa, Joaquín Matas, y el mago y marino Juan Riquelme “Pilot”, entre otros. Fue una época de maduración como artista. Pepe era un trabajador infatigable. Se  descubrió  a sí mismo y sacó el máximo partido de sus cualidades. Aquellas actuaciones hoy día son míticas[19]. Por ellas recibió el premio Aplauso/ Sebastián Gasch de artes parateatrales[20], por su brillante aportación dentro de la especialidad de magia de cerca. La progresión en poco tiempo fue fabulosa. 



Haciendo Suite Apparittion
Había empezado a hacer magia a su imagen y semejanza. Allí creó las versiones impactantes de muchos de los grandes juegos de su repertorio: Suit Apparition, Las once cartas (su versión del juego de las 11 cartas de Ed Víctor), Reflejos, Ases ambiciosos y Rollover Aces, Moneda en la botella, El cochecito de Kornwinder, Historia de los ases, Las cuatro estaciones y Segundo acto.

Cuando regresó a Madrid provocó la sensación de que volvía un mago distinto. En el ambiente planeaba un reto. La magia era fulgurante y, al tiempo, de gran delicadeza. En la charla se desbordaba el ingenio, que no atenuaba su mordacidad. Había una dosis de agresividad que se correspondía con una época en la que no se evitaba experimentar con los límites y, en ocasiones, el otro lado del espejo, resultaba ser el otro lado del abismo.


Circo Aligre
 Carroll, a lo largo de su carrera, apuró los límites de la provocación en línea con propuestas como las del Circo Aligre, cuyos miembros se comportaban de manera destemplada, incluso violenta y llegaban a hostigar al público. Opción estética que desarrollaría en España La Fura dels Baus. 





La Fura dels Baus
Verbalmente, sólo verbalmente, Carroll transitó por esa senda que agudizaba la provocación, atemperada por la participación real del público en el acto mágico. Pero la benevolencia y el amor a la humanidad en general es algo que se tarda muchos años en experimentar y trasmitir. Se trata de uno de los grandes secretos de Frakson.








Carroll había aprendido  que la charla es una segunda magia, que el espectador muchas veces es víctima de las palabras, más que de los ojos[21]. Las palabras son escarabajos relucientes. Y venenosos. Un viejo proverbio dice que la flecha puede extraerse de la herida, pero el dardo de la lengua permanece clavado en el corazón. Creo que ha sido el extraordinario cartómago Miguel Gómez quien ha puesto de manifiesto el lenguaje voluntariamente anacrónico que empleaba Carroll, inspirado en el fabulista Feliz María de Samaniego entre otros autores. “La charla es la fábula”, escribió Robert-Houdin[22].  Como género, la fábula se adapta a la manera de un guante a la charla del mago. Por su brevedad,  porque contiene los elementos fundamentales de la narración, porque es intemporal como los cuentos y los mitos y porque convierte en personajes a los objetos justificando su aparición.  Además busca la presencia del interlocutor y su estructura es sencilla: Hay un planteamiento y un desarrollo en forma de problema, un conflicto que no siempre tiene una solución. En este aspecto coincide con el desenlace del  juego de magia, que no tiene una explicación y, por lo tanto, no tampoco desenlace. El conflicto prosigue en la mente del espectador: ¿Cómo lo habrá hecho? O se produce todo lo contrario a un desenlace: ¡Es imposible!

La fábula suele trocar el desenlace por  un consejo o pauta de conducta, la moraleja, a la que se puede muy bien dar la vuelta. De manera que Carroll utilizaba el apólogo como una varita mágica y la  prosodia, el acento, el tono y la entonación como reto.

Reto que empezaba por sí mismo. Le gustaba llevar la magia siempre un paso más allá del límite. Desbordarla. Era su método. Tomaba un juego clásico como si fuera barro blando. Lo convertía en una sucesión de gestos naturales y empujaba los efectos más y más, como si no hubiera final, siempre más allá.


Prosiguió su colaboración con Juan Tamariz. Compartieron un espectáculo a tres con Gaetan Bloom.y realizaron un célebre número a dos, de tahúres - Tahuromagia.-, en el que las dos fuertes personalidades se potenciaban la una a la otra. Esta rutina excepcional clausuraría el programa de TVE Magia Potagia dirigido por Tamariz en 1987.






El año siguiente sería el de su consagración internacional. Se presentó al mundial de magia de La Haya, con un acto impresionante compuesto por Instrucciones, los Ases ambiciosos y el Rollover Aces. Compartió viaje, ensayos y experiencias con Amilcar con Antonio Romero y con Miguel Gómez.
En aquellos tiempos me ocupaba de la Editorial Frakson y había acudido a La Haya para presentar nuestros primeros libros. Recuerdo que en el pequeño hotel donde nos alojábamos había una gran tensión y los ensayos se prolongaban por la noche. Por fortuna, para lograr dormir unas horas, encontré un pequeño monasterio, en mitad de un  bosque. Por la ventana se divisaba un campanario que era una amenaza. Pero permaneció silencioso las veinticuatro horas del día. Tal vez un milagro.


De ese modo pude atender mis compromisos editoriales y asistir despejado a las galas y al concurso que tuvo un nivel altísimo. Pepe se alzó con el triunfo creando la ilusión de encontrar algo inesperado o imposible a cada segundo.  El segundo premio fue para Roberto Giobbi, habitual de las reuniones del Escorial, discípulo de Ascanio y muy próximo a todos nosotros. Como Miguel Gómez obtuvo el tercer premio se puede decir que la Escuela española se mostró como uno de los ámbitos de trabajo y estudio más interesantes y creadores de la cartomagia mundial.







Todo ello favoreció la presentación en el Congreso Mundial de La Hayade la versión inglesa de dos de los libros que la editorial Frakson  había editado. Dos obras maestras, por cierto. Una de un viejo maestro y otra de un maestro prematuro a juzgar por su edad, pero de una madurez sorprendente. Lentidigitación[23] era la obra de toda una vida de ese hondísimo artista que es René Lavand. Un libro primorosamente escrito, en el que la mejor magia se aliaba con la palabra más inspiradora para derribar las fronteras entre realidad y ficción, crear un mundo propio y trasmitirlo.






El otro era el primer tomo de 52 amantes  [24]. El segundo fue publicado tres años más tarde. En ellos Carroll  recogía la totalidad de sus mejores juegos, efectos e ideas, depurados durante años, probadas muchas veces ante el público pues formaban parte de su show en el Llantiol. Juegos admirablemente contados, con portentosas charlas y el efecto mágico potenciado al máximo. Como el  juego titulado Suit Apparition,  en el que hacía aparecer una a una y en orden  todas las cartas del palo escogido por el espectador en una baraja previamente mezclada y cortada.  Sin duda una de sus obras maestras que se acompañaba de otras siete excepcionales rutinas de cartas en el primer tomo: El incauto tramposo, Ambición desgarrada, Rojo y negro, Triunfo por abanicos,  Viajeras a través del estuche, El muro de cristal e Instrucciones, en el que la carta escogida y firmada por el espectador aparece encuadernada en una libreta.


Dai Vernon con Richard Turner
Eran  versiones personales de juegos, algunos de ellos de Vernon como Viajeras, cuyo efecto mágico potenciaba al máximo. El secreto de esta trasfusión de eficacia mágica residía en gran parte en  los planteamientos del primer capítulo, donde analizaba el conflicto, sobre el que se sustenta la estructura dramática. Se trata de un enfrentamiento entre fuerzas opuestas. En magia el conflicto fundamental es entre el ser humano y las fuerzas de la naturaleza. Cuanto más potente es el conflicto el efecto mágico será más grande. Alfred Hitchcock había mostrado en sus conversaciones con François Truffaut [25] que el suspense es la presentación más intensa posible de una situación dramática. 


Hichcok y la cuerda hindú
Para que el espectador experimente la incertidumbre y el deseo de su resolución, es preciso que esté al tanto de los elementos en juego. Carroll recurre de nuevo a Alfred Hitchcock para establecer la diferencia entre el suspense y la sorpresa con el ejemplo ya clásico de la bomba debajo de la mesa. Si es desconocida de los espectadores y personajes en acción, cuando explote de repente provocará sorpresa. Pero hasta entonces lo sucedido carecerá de interés. Si el público sabe que la bomba está ahí, que va a estallar en un tiempo determinado y un reloj le recuerda el paso del tiempo, la espera será tensa y la escena se volverá interesante. Se hace magia, pues, con los nervios.

Dai Vernon


Generalmente anticipar lo que se va hacer es la manera de crear el conflicto. Se puede incrementar la tensión mediante la incertidumbre del éxito, el fallo aparente, el peligro o los obstáculos o dificultades crecientes. Junto al conflicto entre el mago y las fuerzas de la naturaleza, hay otro conflicto entre el mago y su público que se deriva de la naturaleza ficticia de sus poderes. Este conflicto, al que llama racional, siempre está latente y es preciso hacerlo visible mediante gestos tramposos fingidos, repeticiones y desafíos.  Así intensificado el conflicto se convierte en un reto que Carroll denomina mágico que provocará la emoción del misterio.

Han pasado más de 25 años de su publicación y 52 amantes es un cómplice para el mago que nunca decepciona. Incluye sus charlas realmente portentosas y la ejecución de los juegos está descrita con toda claridad, El segundo tomo se inicia con Reflejos e incluye juegos verdaderamente memorables. Lo es la charla sobre la creación de la baraja que se adapta como un guante mágico al Todo dorsos de Dai Vernon. La baraja se transforma en Cartopáginas en una agenda.  The Card-culator, requiere una readaptación, pues  una carta escogida y firmada aparece en el compartimento, que ya no existe, de las pilas de una calculadora. Se trata de una innovadora versión del clásico efecto de la carta a la cajita  - como señala Ferrán Rizzo -  llevado al extremo. Un Agua y aceite en copa, unos Ases voladores Y sobre todo Caníbales, A través del espejo y  Triple chinchetazo, en el que no una sino tres cartas terminan clavadas en la pared.

A través de este libro y de sus actuaciones la influencia de Carroll es substancial en el desarrollo y evolución de la magia en España. Sus rutinas forman parte del repertorio de muchos magos y su forma de hacer establece un tope de calidad que es un acicate para los mejores. Su pensamiento ha contribuido a la formulación de una magia dramática realmente efectiva. Por fortuna la magnífica editora Laura Avilés, que dirige la editorial especializada Páginas, realizó una extraordinaria edición de la obra de Carroll en 2004 que hoy día se encuentra viva en el mercado. 



Aros Chinos
A finales de la década de los 80, Carroll dominaba los secretos del arte como espectáculo y, también, ese otro arte que implica la libertad del artista, que no tiene otra justificación que él mismo, que convierte a la obra o el acto artístico es algo diferente de un objeto o acción utilitaria. Carroll, elegante, silencioso y sutil,  ejecutaba, por entonces, un número maravilloso de manipulación y, en él unos aros chinos inolvidables, mientras sonaban Las cuatro estaciones de Vivaldi. Lo hacía incluso en lugares de copas, como el Café del Foro, y lograba calmar la excitación del alcohol y el nerviosismo anhelante de la noche.



No obstante, como ya he avanzado, el conflicto entre fuerzas enfrentadas  constituyó la base estructural de su magia y, también, el drama de su vida.  En la década siguiente el mago exquisito en que se había convertido alcanzó una gran popularidad debido a sus apariciones en televisión, entrando a formar parte del imaginario mágico de los telespectadores españoles. La televisión se había transformado en el gran escenario mediático, capaz de crear su propio sistema de estrellato. Del 90 al 92 fue habitual de VIP noche, un concurso basado  en el  juego de Tres en Raya, que presentaban Emilio Aragón y Belén Rueda. En el 93 colaboraba como mago en Encantada de la vida, un Magazine presentado por Concha Velasco.

Recibiendo el premio de la revista Teleprograma
La magia le abrió las puertas al medio, pero su popularidad fue mayor como presentador. Antena 3 descubrió en él la capacidad de ofrecer una imagen que destilara el aroma desinhibido de la postmodernidad a través del humor atrevido y cáustico. Fue en 1994, en Genio y figura,  un programa de relleno veraniego. Era un espacio de humor al el que concursaban cómicos veteranos, como Chiquito de la Calzada,  que no eran grandes figuras, pero sí  muy experimentados. La mezcla de estas gentes dotadas de todos los recursos del oficio con la frescura y capacidad de comunicación de Carroll, conectó con el público a las mil maravillas. El programa se prorrogó y Pepe fue elegido Figura televisiva del año por la revista especializada Teleprograma.





Con Concha Velasco en Sorpresa, sorpresa
En 1995 colaboró con Concha Velasco en Encantada de la vida y Sorpresa, sorpresa. Y presentó su propio programa concurso: A quién se le ocurre. Las televisiones privadas eran una realidad muy reciente. En principio se partía del supuesto de que la competencia mejoraría la calidad y la diversidad en su conjunto. Pero en el  nuevo marco competitivo la competencia se produjo a la baja y, en función de la audiencia mayoritaria, se recurrió al sensacionalismo y al mínimo esfuerzo intelectual y artístico. La mayor parte de los productores, no tenían experiencia de una situación parecida y recurrían a experimentar fórmulas y programas contrastados en otros países.
A quién se le ocurre corría un gran riesgo, pues la fortuna del programa dependía en gran  parte de la actuación de los concursantes que debían probar sus habilidades junto con el ingenio probado del presentador. A pesar de que el programa no cubrió las expectativas de audiencia y fue retirado de la programación, Carroll salió reforzado de la aventura y recibió una importante oferta por parte de Tele 5,  la cadena de la competencia para intentar un nuevo formato, esta vez por partida doble.

Escape con camisa de fuerza
Antes había hecho un  especial de magia titulado ¿Quién sabe cómo? en el que colaboré como guionista. Nos citábamos muy tarde, ya de noche, en un restaurante cuyo nombre no recuerdo y empezábamos a cenar cuando todos habían acabado. Naturalmente nos quedábamos solos en el comedor en el que dos espejos en ángulos opuestos centuplicaban nuestra imagen. Cuando desplegábamos los papeles sobre la mesa tenía la sensación de que estábamos sumergidos en un ambiente irreal. Por primera vez empecé a percibir  la tensión a la que estaba sometido Pepe. 

Concebía el programa, ensayaba, se preocupaba de la producción, al tiempo que seguía presentando el suyo y prodigaba sus intervenciones en otros espacios de la cadena. Apenas dormía pues terminábamos de madrugada y se levantaba muy temprano para procurarse los servicios de los carpinteros de la televisión, que, abrumados de trabajo, se encargaban que fabricar alguna de las ilusiones. Me di cuenta que estaba quemando un cartucho. Aquel programa era la rebelión del mago frente a los ejecutivos que le pedían que convirtiera el ilusionismo en un simple adorno de espacios televisivos en los que el acento estaba en la desilusión. Ironizábamos. En poco tiempo aquel medio maravilloso se había convertido en un espejo no precisamente de lo mejor que hay en el ser humano. ¿Cómo lo sabes? Trabajas tanto que no te da tiempo a ver la televisión. ¿Y tú? ¿Eres guionista de televisión y no tienes un aparato en casa? No es verdad. Recuerda lo que decía Groucho: Yo encuentro la televisión bastante educativa. Cuando alguien la enciende en casa, me marcho a otra habitación y leo un buen libro. En realidad es una máquina. Sigue funcionando sin nosotros.
Pero también discrepábamos. ¡Esa espada de Damocles que es la presión de las audiencias! Volcaba en exceso chistes de un programa a otro. Un tipo de humor que había sido clave del éxito de Genio y figura pero alteraba el equilibrio con la magia y aminoraba la potencia de los efectos. Por otra parte excelentes. Empezaba con la  Conducción con los ojos tapados, y seguía con la Desaparición  de 200 millones, en una época en la que empezaba a destaparse la corrupción del poder. En el siguiente efecto trastocaba las cabezas de un pato y una gallina. Después ejecutaba una excepcional rutina de dados. Proseguía con un sketch, titulado el armario de los líos, en cuyo interior se producían conflictivos encuentros amorosos.   Para acabar con un escape: Un camión se lanzaba a toda velocidad contra él, totalmente inmovilizado por una camisa de   fuerza, dentro de una caja herméticamente cerrada. Tan sólo contaba con un minuto y medio para liberarse y del terrible impacto… Todavía recuerdo la frase: Voy a empezar donde Houdini terminó.

Tras el especial, Carroll aceptó la oferta de Tele 5 y se convirtió en el fichaje estrella de la temporada. Le ofrecieron presentar simultáneamente dos programas en los que  probaba una fórmula entonces novedosa: un híbrido de entrevistas y variedades que se denomina talk show. El género informativo de la entrevista se transformaba en espectáculo y el presentador se convertía en entrevistador y debía demostrar su habilidad para obtener testimonios sensacionales.

La decisión tuvo para él una gran importancia porque, aunque seguía haciendo magia en pantalla, tenía que relegar a un papel secundario su condición de mago y asumir el rol de entrevistador.
Tele 5 le ofreció un contrato suculento, dotó a Vaya nochecita  y Aquí no hay quien duerma con  presupuestos muy  elevados, desplegó una amplia promoción y reservó para su emisión los horarios de máxima audiencia. La recepción no colmó las expectativas aunque los dos programas se mantuvieron en torno a la cuota de pantalla media de la cadena. Para Carroll hacer dos programas semanales diferentes supuso un esfuerzo extraordinario. Por otra parte, su nueva apuesta entrañaba grandes riesgos. Reconocía que como entrevistador lo pasaba mal. El humor de Carrol no se basaba en la improvisación. Había recopilado un amplio repertorio de gags y frases hechas que adaptaba a su magia y a las situaciones que esta provocaba entre los espectadores. Era difícil, prácticamente imposible, ajustar este procedimiento al género de la entrevista, que exige reacciones impremeditadas y una gran naturalidad y espontaneidad en función de las réplicas del entrevistado.

Miguel Gómez
Miguel Gómez vivió esta época de televisiva de Carroll muy de cerca. Recuerda que Pepe sufría con las improvisaciones. En cierta ocasión  le "forzaron" a intervenir en un programa veraniego llamado "Desde Palma con amor". Su repertorio habitual estaba muy visto en Televisión, sobre todo el de salón/escena, que era el que necesitaba para este programa. En esa época yo tenía un Pub en la calle Narváez, y me llamaba para pedirme, que le dejase ensayar con público los nuevos juegos, y así rodarlos antes de hacerlos en televisión. Yo estaba encantado, él además actuaba gratis con una condición... que no avisase a ningún mago. Si había algún mago no actuaba. Era muy celoso de su imagen entre los magos y estos juegos todavía no los tenía en "las manos[26]".

Volvió a la televisión en el 99, acompañando a Concha Velasco y a Las Veneno, en el programa Sorpresa Sorpresa, considerado un show de emociones. Lo había presentado Isabel Gemio durante dos años y, aunque tuvo momentos memorables, tampoco logró abrirse camino a dentelladas entre la audiencia.


Hacía tiempo que las artes, el mundo del espectáculo y de la cultura, estaban sometido a los imperativos de la empresa que había logrado extender sus concepciones de eficacia y rentabilidad a casi todas las esferas de la sociedad. Los valores de la contracultura que habían impulsado grandes cambios sociales en Europa desde los años sesenta, basados en la extensión de las libertades, fueron arrinconados o cayeron en el olvido. O, tal vez, asimilados por el sistema. Incluso los artistas dejaron de considerar el arte como el ámbito preservado  en el que se podía soñar con experimentar la libertad, por medio de la libertad de creación y expresión. La sociedad del espectáculo transformaba todo aquello que alguna vez fue vivido de manera activa y en mera representación[27]”. La magia exigente que hacía Pepe Carroll cuyo proceso creador era similar a cualquiera de las artes se integró mal en una televisión que exigía un ritmo frenético y la banalización de los contenidos.


Fotografía de Lewis Carroll, 1857
Al tiempo que atravesaba esta situación realmente difícil para un creador, Carroll fue alcanzado por varios golpes durísimos. Sin duda la muerte de su madre de cáncer  le afectó más hondamente que los reveses televisivos y el trabajo frenético. En todo caso la suma de todos los factores minó su salud, provocando una depresión que le obligó a permanecer un tiempo hospitalizado.













Presentó batalla, logró rehacerse, abandonar el hospital y volver a actuar, aun cuando le quedaron secuelas, ciertos trastornos que le obligaban a medicarse a diario.
Sin embargo la mejor medicina fue el amor. En una de sus actuaciones conoció a Laura cuya presencia a su lado  consiguió desterrar la depresión.
Durante un tiempo volvió a ser el gran mago que era realmente. Pero a veces la carta es la que elige. No el mago. Una vez más  le golpeó la desdicha. Cuando estaban a punto de casarse, Laura contrajo un cáncer y murió, a pesar de que Pepe logró que fuera tratada en el mejor hospital de referencia para su enfermedad, en Houston.  De este nuevo golpe no se volvió a rehacer.






Martin Gardner
Martin Gardner, mago y matemático, escribió en su edición anotada de Alicia, el libro preferido de Pepe: El último nivel de metáfora en los libros de Alicia es éste: que la vida, vista racionalmente y sin ilusión, aparece como un cuento carente de sentido relatado por un matemático idiota.
Sin embargo la magia no es para desesperados. En la vida de Pepe podemos encontrar muchos más argumentos para la fascinación que para la desesperanza.  Si relato la parte más  triste de esta historia es porque he leído verdaderas aberraciones sobre su muerte en Internet y en algunos medios escritos. A menudo las personas que creemos conocer, son las más desconocidas. En realidad, casi todo se nos escapa. No se puede comprender si no se conoce la herida. ¿Cómo penetrar en la herida del otro? ¿Cómo ser testigos de esos desgarros que afectan más allá del cuerpo incluso si se han sufrido igualmente? Simone Weil repetía que El gran enigma de la vida no es el sufrimiento sino la desdicha[28].   Viene a decir que la desdicha se apodera por completo del ser humano, le desarraiga de la vida. Viene a ser  un equivalente más o menos atenuado de la muerte.


Gato de Cheshir

En  Alicia en el país de las maravillas un gato se va desvaneciendo poco a poco empezando por la punta de la cola y terminando por la sonrisa, que permanece flotando en el aire un rato después de haber desaparecido el resto,
«Bien —pensó Alicia— he visto muchas veces un gato sin sonrisa, pero ¡una sonrisa sin gato! ¡Esa es la cosa más curiosa que he visto en toda mi vida!»


Sucedió con Pepe. El mago desapareció, pero nos dejó su magia. Sucedió la noche de Reyes de 2004. ¿Qué pasó después? Sólo os diré que murió con el As de corazones, la favorita entre sus 52 amantes, en las manos...


Notas




[1] Amilkar: Adiós al padre adoptivo en  la Revista La Dama Inquieta mayo 2004, reproducido en Pepe Carroll: 52 amantes a través del espejo, Páginas. Libros de Magia, Madrid, 2004.
[2] Camilo Vázquez: “Tres fotos” en  la Revista •”La Dama Inquieta”, mayo 200,  reproducido en Pepe Carroll: 52 amantes a través del espejo, Páginas. Libros de Magia, Madrid, 2004
[3] Juan Tamariz: Prólogo  a 52 Amantes, Editorial Frakson, Madrid, 1988. reproducido en Pepe Carroll: 52 amantes a través del espejo, Páginas. Libros de Magia, Madrid, 2004
[4] Su donación posterior a la Fundación March es la base de la Biblioteca de Ilusionismo.
[5][5] José Franco: Experiencias. Circular de la EMM, nº 49, 1979. reproducido en Pepe Carroll: 52 amantes a través del espejo, Páginas. Libros de Magia, Madrid, 2004...
[6] La Fábrica de Pan aún subsiste en la Calle San Bartolomé, 21, de Madrid.
[7] Carlos Franco. Su estudio en la calle Juan de Urbieta se convirtió en un centro activo de intercambio entre magos como Juan Tamariz, Gabriel Moreno, Luis García, Camilo Vázquez, Luis Boyano y otros muchos con escritores, pintores y músicos.
[8] R. Mayrata ,y C. Franco 0 mago do carnaval , Circular de la EMM, Volumen III – 1977
[9] Una cueva diluvial en la Cava Baja : La Mandrágora, Cava Baja 42-Breve historia de un sotanillo del periodo de transición madrileño,  Madrid : Trama, [2003]
[10] Sección del País que daría origen a, Ramón  Mayrata: Por arte de magia: una historia de ilusionismo; con el asesoramiento de Juan Tamariz. .Barcelona: Puntual, D.L.
[11] José Franco: FISM Bruselas 1979, Circular de la EMM, Nº 56, 1979.  reproducido en Pepe Carroll: 52 amantes a través del espejo, Páginas. Libros de Magia, Madrid, 2004.
[12] Francois Truffaut: El cine según Hitchcock, Alianza Editorial, Madrid, 1974.
[13] Luis H. Trueba: Magia y Dramagia. Sevilla: L.H. Trueba,  2003.
[14] Ramón Mayrata: Memorias de un editor de libros de magia. (Inéditas).
[15] El título preciso, advierte Rafael Benatar, es El vuelo  de las bolas de papel.
[16] Siete viajeros I, II. y III Circular de la EMM, Números 89, 90 y 91, Mayo, Junio y Julio de 1982, reproducido en Pepe Carroll: 52 amantes a través del espejo, Páginas. Libros de Magia, Madrid, 2004.
[17].Pepe habla de18 shows diferentes. Rafael Benatar precisa: No eran  18 diferentes. Eran dos magos de close-up y 2 de parlour, que hacían 3 cada uno (ahora el de close-up hace 4 y hay otros shows extras los fines de semana) y un show de escenario con 3 magos. En total serían 7 magos o 5 shows diferentes
[18] José Franco: Reconstrucción de Rutinas cartomágicas. Circular de la EMM, nº 51, enero 1980,  reproducido en Pepe Carroll: 52 amantes a través del espejo, Páginas. Libros de Magia, Madrid, 2004...
[19] Pepe Carrol, Vol.1, Especial Llantiol '85.
[20] Josep Sandoval: Se perfilan los vencedores del “Sebasti Gasch  en su edición del año 1983 en
La Vanguardia, Martes 8, Mayo 1984
[21] Alberto Inquieto recopiló muchas de las frases y de los gags de Pepe Carroll: en  la Revista •”La Dama Inquieta”, mayo 2004, reproducido en Pepe Carroll: 52 amantes a través del espejo, Páginas. Libros de Magia, Madrid, 2004
[22] Jean Eugène Robert-Houdin: Los secretos de la prestidigitación y de la magia: cómo se hace uno brujo / traducido por Ricardo Palanca y Lita,  Valencia: Librerías "París-Valencia", D.L. 1996.  Reprod. de la ed. de: Valencia : Imprenta de Juan Guix, 1875
[23] René Lavand: Lentidigitación, Madrid : Frakson, 1988-1991
[24]Pepe Carroll, Cincuenta y dos amantes; ilustraciones de Luis H. Trueba, Madrid : Frakson, 1988- 1991
[25] Francois Truffaut: El cine según Hitchcock, Alianza Editorial, Madrid, 1974.
[26] Miguel Gómez en un  correo a Ramón Mayrata, fechado el viernes 2 de Mayo de 2014. Miguel Gómez ha rendido un hermoso homenaje mágico a Pepe Carroll en su espectáculo: Antologia de la Cartomagia Española.
[27] Véase Guy Debord,: Comentarios sobre la sociedad del espectáculo ; seguido de Prólogo a la cuarta edición italiana de "La sociedad del espectáculo" / traducción de Luis A. Bredlow,  Barcelona : Anagrama, 1999
[28] Simone Weil: La gravedad y la gracia ; traducción, introducción y notas de Carlos Ortega,  Madrid: Trotta, D.L. 1994.




Con mi agradecimiento a Amilkar Riega, Rafael Benatar, Laura Avilés, Jorge Blass, Miguel Gómez, José María Llácer. Pepín Banzo, Ferrán Rizzo, Antonio Romero y Camilo Vázquez.