Scoop |
En mayo de 1952 un mago
adolescente publicaba un juego de cartas
de su invención en la prestigiosa revista de magia Genii Magazine (*). Tenía 17
años y todavía se llamaba Allan Königsberg. Desde niño vivía rodeado de
barajas, pañuelos de seda, cubiletes cromados y bolas de esponja. Fue la primera evidencia pública de la
dilatada dedicación a la magia del quien
adoptaría el nombre de Woody Allen. Durante los seis decenios siguientes ha expresado
su convicción de que la magia es un arte escénico particularmente adecuado para
provocar un germen de inquietud. Incluso
me atrevería a decir que utiliza la magia en su obra como principio reactivo frente al desencantamiento
del mundo provocado por la
racionalización cultural y la convicción de que todo puede ser dominado
mediante el cálculo y la previsión.
Por ello forma parte de un club excepcionalmente
exclusivo, en el que comparte sutilezas con Aretino, Cervantes, Nodier, Dickens, Rimbaud,
Roussel y Orson Welles. Para ellos la magia no es la respuesta pero plantea
incontables preguntas. Este es el motivo por el que Woody Allen inyecta altas
dosis de magia en sus películas: con la intención de convertir las percepciones
imposibles, los encantamientos y, también, las decepciones en otras tantas
interrogantes sobre el sentido de la existencia, los deseos humanos, la
ilusión, la decepción o el engaño. En
“Recuerdos” (1980), Sandy hace levitar a
Jessica Harper en la soledad de la naturaleza. En la obra teatral “La
bombilla que flota”. Paul Pollack. un
embrión de futuro mago, se esconde del
mundo exterior, refugiándose en las ilusiones de su cuarto.
En “Broadway Danny Rose” (1984), un hipnotizador fracasado no logra despertar a
la espectadora en trance. En “Edipo reprimido” (1989), el gran Shandú hace
desaparece a la madre del abogado Sheldon Mills, aunque reaparece en el cielo
de Manhattan para revelar a todo el mundo detalles denigrantes de su hijo.
En “Alice” (1990), el Dr. Wang propicia mediante unas hierbas mágicas que Mia Farrow se libre de su estúpido marido y desaparezca en la noche.
En “La maldición del escorpión de jade” (2001), C. W. Briggs, un investigador de una compañía de seguros, es hipnotizado por el mago Voltan, quien, con las palabras “Constantinopla” y “Madagascar”, controla su voluntad y le impulsa a cometer robos que luego deberá investigar. En Scoop (2006) el ilusionista Splendini hace regresar del más allá a la víctima de un crimen que le revela la identidad de un sangriento asesino en serie.
En “Alice” (1990), el Dr. Wang propicia mediante unas hierbas mágicas que Mia Farrow se libre de su estúpido marido y desaparezca en la noche.
En “La maldición del escorpión de jade” (2001), C. W. Briggs, un investigador de una compañía de seguros, es hipnotizado por el mago Voltan, quien, con las palabras “Constantinopla” y “Madagascar”, controla su voluntad y le impulsa a cometer robos que luego deberá investigar. En Scoop (2006) el ilusionista Splendini hace regresar del más allá a la víctima de un crimen que le revela la identidad de un sangriento asesino en serie.
En "Magia a la luz de la luna”
recurre una vez más al ilusionismo para suscitar el dilema unamuniano sobre la necesidad
de creer: La incógnita que atormentaba a su personaje el párroco Manuel Bueno. ¿Es preferible vivir feliz en una ilusión o
enfrentarnos con una verdad que nos hará
desgraciados?
La acción de la película sucede en la década de los veinte del siglo pasado. Relata el viaje a una luminosa Costa Azul de Stanley, un mago escéptico y ateo como Allen, con intención de desenmascarar a la joven y atractiva espiritista Sophie. Stanley, conocido con el nombre artístico de Wei Ling Soo, es un hibrido de dos magos de la época.
La acción de la película sucede en la década de los veinte del siglo pasado. Relata el viaje a una luminosa Costa Azul de Stanley, un mago escéptico y ateo como Allen, con intención de desenmascarar a la joven y atractiva espiritista Sophie. Stanley, conocido con el nombre artístico de Wei Ling Soo, es un hibrido de dos magos de la época.
Dentro del escenario, se inspira en Chung Ling Soo, exponente de los grandes
espectáculos de magia teatral que competían con la ópera en popularidad y en la
ambición de convertirse en una obra de arte total. Con suntuoso vestuario y
escenografía realiza tres juegos característicos de aquel tiempo. La
desaparición de un elefante, la mujer cortada en dos y una transportación
instantánea desde un sarcófago herméticamente cerrado hasta un sillón situado
al otro extremo del escenario. De Chung
toma junto a la capacidad de realizar imposibles, la doble personalidad: pues se
trataba de un americano disfrazado de chino.
Colin Firth |
Fuera del escenario se inspira en Harry
Houdini, quien en 1923 rompió hostilidades abiertamente contra los
espiritistas, suspendió sus actuaciones mágicas y recorrió Estados Unidos
ofreciendo conferencias en las que denunciaba los fraudes de los médiums.
Con ingredientes de estas dos
grandes figuras de la magia, Stanley se convierte en un personaje de doble y
paradójico semblante. Adopta una doble personalidad, haciéndose pasar por un
mago asiático. Cuando se arranca la
careta al finalizar la función, se pone el traje de calle y se transforma en un hombre
cerebral, racionalista convencido, en cuya existencia todo es previsto y calibrado
para lograr sus objetivos.
Actores extraordinarios han interpretado
con distintos matices el papel de mago en el cine. Georges Méliès se
interpreta a si mismo; Buster Keaton en « Mixed Magic»; Tony Curtis en « Houdini » ;
Orson Welles en « Casino Royale » y « Fake» ; Hugues
Jackman y Christian Bale en « Prestige » ; Edward Norton en
« El ilusionista » ; Anthony Hopkins en « Magic » ;
Hal Holbrook encarnando a Dai Vernon en
los « Maestros del juego » o John Malkovich en « El gran Buck
Howard ».
Ninguno tan petulante, patético, cínico y ególatra como el mago que encarna Colin Firth. La caracterización casi hace inverosimil que sea capaz de experimentar sentimientos y emociones. Este escollo origina que la película resulte en algunos momentos tediosa debido a la reiteración de un discurso en el que ni siquiera el mago ya cree. En los momentos en los que la película está a punto de naufragar definitivamente, hay dos juegos de magia, perfectamente integrados en la narración, que dan sendas vueltas de tuerca a la historia, salvándola de la banalidad y el tedio. El enfrentamiento entre el mago y la médium y el que opone a los dos magos entre sí, nos sitúa en la frontera de un mundo conmovedor, ambiguo, patético, obscuro y misterioso como son las visiones y pensamientos que los seres humanos albergamos sobre nuestra propia vida, su resolución y sentido.
John Malkovich en « El gran Buck Howard |
Ninguno tan petulante, patético, cínico y ególatra como el mago que encarna Colin Firth. La caracterización casi hace inverosimil que sea capaz de experimentar sentimientos y emociones. Este escollo origina que la película resulte en algunos momentos tediosa debido a la reiteración de un discurso en el que ni siquiera el mago ya cree. En los momentos en los que la película está a punto de naufragar definitivamente, hay dos juegos de magia, perfectamente integrados en la narración, que dan sendas vueltas de tuerca a la historia, salvándola de la banalidad y el tedio. El enfrentamiento entre el mago y la médium y el que opone a los dos magos entre sí, nos sitúa en la frontera de un mundo conmovedor, ambiguo, patético, obscuro y misterioso como son las visiones y pensamientos que los seres humanos albergamos sobre nuestra propia vida, su resolución y sentido.
El
teatro donde ocurre esta singular sesión
de magia es un universo sin Dios. Sólo la ven los espectadores que se preguntan
cómo encontrar la salida. No son los
pretendidos fenómenos sobrenaturales que ejecuta Sophie, los que quiebran su
visión del mundo. Los encantos de Sophie desbordan sus supuestos poderes
mentales. La sensación mágica, es decir la irrupción de lo inexplicable, se
produce cuando comparecen los sentimientos, incontrolados y no sujetos a razón. Allen constata tal fuerza en el amor que
puede arrancar un corazón del escepticismo y trasladarle con soltura a la
creencia. .¿Es posible encontrar un sentido ? ¿O sencillamente constatar que
la vida es algo muy frágil? Casi tan
frágil como la magia.
(*) Agradezco al mago Ferrán Rizo la información sobre la publicación de
este juego.