sábado, 1 de abril de 2017

Harold Lloyd por supuesto también fue mago



 
  
Harold Lloyd: Visión de un  ángel
 Harold Lloyd fue uno de esos cómicos que nos convencen de que cuando no nos reímos es que estamos equivocados. Por supuesto fue mago. Alcanzó un gran nivel como cartómago. No voy a decir fue mejor mago que cómico, pero se puede apreciar que era realmente bueno en «¿Ves?» incluido en Expert Card Technique de Hugart y en su colaboración en The Jinx, la revista de Ted Annemann. Por su parte Paul Curry en Magician's Magic (2003) afirma que «el interés y el conocimiento de la magia de Lloyd son extensos ».
 
No se esforzaba demasiado en encontrar títulos originales a sus juegos, era un tipo práctico y le costaba mantener el secreto. En una entrevista relató sus inicios como prestidigitador, cuando todavía era un niño.

«Pero, en mi feliz infancia, había un punto negro: mi tía. – aseguraba - Era y es una excelente persona, pero me tenía loco. Vivía cerca de nosotros, y mi madre me enviaba a su casa para ayudarla en los quehaceres domésticos. Siempre tenía algo que mandarme. Era un verdadero genio en eso de hallar alfombras que sacudir, puertas que fregar, leña que partir y recados a la tienda. Mí gran afición, entonces, eran los trucos de magia y los juegos de manos. Llegué a ser un verdadero artista, y, hasta las personas mayores, se entretenían viéndome actuar.


Los chicos del barrio me admiraban profundamente. Uno de mis juegos, que yo llamaba "Ilusión", traía intrigadísimos a todos; pero yo no accedía a descubrir el truco. Hasta que un día... Mi tía decidió que el patio, el gallinero y el establo necesitaban también una limpieza. ¡Quedé espantado! Aquello era demasiado para mí. y reuní a todos mis amigos.
— ¿Queréis ayudarme? Cuando terminemos haré una sesión do ilusionismo, y nos divertiremos mucho.
 Mi promesa no pareció convencerles del todo. Discutieron un momento, y, por fin, propusieron:
—Lo dejaremos todo limpio en un momento, si nos dices cómo se hace "Ilusión".
 No tuve más remedio que aceptar, aunque su exigencia me partía el corazón».
 
 
 
 
En 1919 durante una sesión de promoción, estaba a punto de hacerse una fotografía prendiendo un puro con la mecha encendida de una bomba. Se suponía que era una broma.
 El fotógrafo se detuvo para ajustar la cámara. Lloyd se llevó una mano a la cara para enderezar sus gafas. Separó la bomba de su rostro y en ese instante estalló. Estuvo a punto de quedarse ciego y perdió para siempre el índice y el pulgar de la mano derecha.
 
 

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