domingo, 8 de abril de 2018

Elisa Herrero de Limiñana, una de las primeras prestidigitadoras españolas





Seguramente fue la primera prestidigitadora española que tuvo espectáculo propio. Elisa Herrero incorporó el apellido de su marido en los carteles: Limiñana. Del prestidigitador Limiñana hablaba el otro día. El paralelismo con los Hermann prosiguió más allá de la muerte. La muerte prematura de Alexander Hermann – 1896 - situó a su viuda Adelaida Hermann al frente de una gran compañía de magia. La muerte de Limiñana convirtió a Elisa Herrero en una prestidigitadora independiente tres décadas antes, desde 1868, compitiendo con la más célebre prestidigitadora francesa Benita Anguinet. Heredó el espectáculo de su marido, pero le imprimió un sello propio. Basta comparar los programas. En 1860 Limiñana presentaba un programa bastante atractivo: La llave del castillo; La boca de bronce; Una aventura de Guillermo Tell; De un pañuelo seis;  Las cartas obedientes y El reloj incomprensible. Ocho años después, Elisa Herrero dividió su espectáculo en tres partes igualmente interesantes: El canastillo fantástico. El pájaro y la carta, que era un sketch  de magia cómica y El Tambor Obediente, que colgado del cielo del Teatro tocará solo todo cuanto se le mande. Y poco después incorporó proyecciones de cuadros disolventes.

Cuando actuó en el teatro de la plaza del Teucro de Pontevedra ni la originalidad, ni la perfecta ejecución de las suertes, ni el éxito de público obtenido convencieron al crítico de La Revista que dio un ejemplo perfecto de cómo los prejuicios nublan la vista. "Si bien a la mujer – escribía el 23 de Marzo de 1868 -le es dado alcanzar por sus facultades intelectuales lo que alcanza el hombre, parece que por efecto de la timidez propia de su sexo debiera limitarse un tanto el genio" (Ver Ruibal, Tomás: «La vida escénica en Pontevedra en la segunda mitad del XIX» Tesis Doctoral. Departamento de Literatura Española y Teoría Literaria, Facultad de  Filología, UNED, 1997). 

Por aquellos años Dolors Aleu, la primera mujer médico española, redacta su tesis doctoral con el tema: «De la necesidad de encaminar por nueva senda la educación higiénico-moral de la mujer». En ella se puede leer una descripción precisa de la situación de la mujer en España en aquella época: « Obreras que trabajan hasta la extenuación en talleres insanos, acosadas por los hombres que, “desde el dueño al último mayordomo, se creen con derecho a empañar la honra de las infelices trabajadoras”. Campesinas que trabajan como sus maridos y luego deben ocuparse de los hijos que han parido y de las tareas del hogar. Las ricas “que se crían endebles”, con conocimientos de “adorno”, sometidas al “afán de lujo” por aburrimiento intelectual, cautivas de los corsés que deforman sus cuerpos y ponen en peligro sus vidas (“como si lo delgado fuera equivalente de lo hermoso”). “Nunca consentiría la mujer ser degradada si fuera más instruida”, escribe vehemente. Y añade: « “Hemos sumido sus músculos en la inacción; hemos apagado el fuego de su inteligencia; hemos extremado su sensibilidad física; hemos fanatizado sus sentimientos; la hemos segregado del comercio social; la hemos despojado de todo derecho político; la hemos encerrado en el hogar; la hemos desposeído de aptitudes para el trabajo y la hemos incapacitado para ganarse el sustento, inutilizándola para vivir sin tutela...». (Carina Farreras, Dolors Aleu, , La primera médica español, La Vanguardia, 02/04/2018).

Afortunadamente Elisa Herrero logró salir adelante tras la muerte de su esposo. Limiñana,    fue considerado un innovador que introduce en España la nueva escuela de magia moderna que origina Robert-Houdin. Ese es el tipo de magia que hereda Elisa Herrero, a la que incorpora su propio estilo. Fundamentalmente un  peculiar sentido del humor de raíz andaluza. Son varios los gacetilleros que insisten en sus chispeantes ocurrencias y, sin detrimento de la limpieza y maestría con que ejecuta los juegos, consideran que uno de sus grandes recursos de los que se vale es estar dotada de una gracia sin igual. Elisa tenía un duende especial que tampoco le vale para librarse de la apostilla de que para conseguir engañar «tiene en su favor además de su diabólica habilidad, el no flojo privilegio de ser mujer».

Difícil, muy difícil no tropezar a cada paso con comentarios de este tipo.

Limiñana contra Hermann



 

 

Pascual Limiñana fue un prestidigitador español que intentó eclipsar la buena estrella de Hermann, sin duda el ilusionista que produjo un mayor impacto en el público español en la segunda mitad del XIX. Durante lustros decir Hermann en España era igual que decir magia. Pero hubo un momento en que pudo no llegar a suceder. En Julio de 1860 se entrometió Limiñana. Fue un sábado a las 9 de la noche. El domingo siguiente debutaba Hermann en el Circo. Limiñana que, por entonces, era un aficionado se adelantó y programó una función sorpresa en la sala Capellanes en la que prometió instruir a los madrileños en los secretos de la prestidigitación antes que el señor Hermann lo hiciera. Y, en especial, anunció que iba a descubrir el secreto de los aros chinos que, por entonces, era una suerte sorprendente y novedosa y uno de los platos fuertes en el repertorio del ilusionista alemán. El plumífero de la Iberia escribió exhultante: « Elogiamos la ocurrencia del señor Limiñana en anticiparse a Herrmann 24 horas. En la época del telégrafo, este adelanto es un siglo. Asistiendo esta noche podremos decir mañana a M, Herrmann cuando se presente a enseñarnos un juego al que ya damos poca importancia:« — ¡Bah! Eso ya lo sabíamos nosotros hace mucho tiempo. ¡Fuera antiguallas!».

 

Las expectativas no se cumplieron. Aunque Limiñana ejecutó suertes notables y realizó correctamente los esperados aros chinos, otro cronista, esta vez en La Discusión, concluía que «en honor de la verdad debemos decir que le falta bastante para competir con el inolvidable Hermann, cuya limpieza es superior á todo encarecimiento, así como debemos decir también que después de ver al célebre alemán se puede ver con gusto al aficionado Sr. Limiñana, lo cual prueba muchísimo en su elogio… »


El cartel se conserva en la colección Ephemera de Pedro Ibarra en la Universidad de Alicante. Se puede apreciar que en el repetorio, que corresponde a una actuación posterior, incorpora varios de los efectos más célebres de Robert-Houdin.