jueves, 31 de agosto de 2017

El Mago Sun en el Teatro de la luz

 
 
Hace ya bastante tiempo que las «grandes ilusiones» dejaron de ser la asignatura pendiente del ilusionismo español. Y aunque aún tienen camino por recorrer, han conquistado espacios que les estaban vedados. Años atrás hubiera sido impensable ver un espectáculo de magia en los teatros de la Gran Vía de Madrid. Hoy la niebla se ha disipado y pueden coincidir hasta cuatro espectáculos que exploren la percepción o el misterio.

La otra tarde, atravesé las puertas del Teatro de la Luz para disfrutar la magia espectacular del mago Sun. Realmente espectacular. Sus ilusiones tienen el sabor a barco de guerra de la gran magia americana, que en los tiempos  del jazz fue capaz de serrar en dos a una mujer o hacer desaparecer un elefante y, en tiempos más cercanos, borrar del mapa un avión o hace levitar a cualquiera en cualquier sitio. Un sexto sentido tecnológico y un séptimo sentido; el del espectáculo.  
 

Sun, inicia su actuación con la rapidez con que se hundió el Titanic. Como un torbellino. Una rápida sucesión de efectos tan  fuertes como veloces –cualquiera de los cuales podría cerrar una sesión – que podrían adoptar la divisa de Horacio Goldin: «Atención,  Señoras y señores: No pestañeen. Se arriesgan a perderse alguna ilusión». También Fu empezaba embriagando con magia. No es fácil, hoy día, llenar el enorme abismo del escenario, ilimitado como una pantalla. Y Sum  lo logra. Olas de magia, «bailarinas-partenaires» que aparecen y desaparecen con temblor de libélulas.

El espectáculo es convincente. Hay muchos efectos atractivos. Fantástica « lavadora», formidable «levitación», impresionante «acuario». Destacaría por encima de todos la evocación de Blackstone y su teatro al revés que mantiene intacta la capacidad de sorpresa de la gran magia que hace temblar el ojo con lo invisible. Me encantó. Demuestra cómo un buen guión es una trasfusión de sangre fresca para os viejos efectos.
 

Pero lo que me realmente me hizo quedarme embobado en la cuarta fila del patio de butacas fue percibir lo que no se ve. Una emoción no fingida. El mago Sun, su semblante tierno, contemplándose a sí mismo haciendo un gran espectáculo. Sus manos blancas, sus dedos casi de niño, convirtiéndose en las garras de tigre de un mago de las Vegas. Esa facilidad de andar y desandar por el tiempo, de regresar a una época lejana, en la que la fascinación de los secretos le convenció de hacerse ilusionista, es la que convertía su magia en un deseo realizado.

 

No os lo perdáis. Quedan pocos días

MAGIC SPECTACULAR - MAGO SUN.  Teatro de la Luz, Gran Via, Madrid

Has el 3 de Septiembre