viernes, 22 de mayo de 2020

Carta a un mago sobre el impacto del coronavirus en la magia


Fotografía de Michael Nagle 




Estimado amigo: Eres mago y en muy pocos días tu vida ha sufrido un vuelco. ¿Cómo describirías lo que ha pasado? Me gustaría hablar contigo del impacto del coronavirus en la magia. Un tema en el que, a la fuerza, te has convertido en un especialista. 

Probablemente te parece que han cambiado las reglas de juego y que va a resultar difícil continuar en la partida. Por encima de cualquier otra consideración te afectan dolorosamente las desapariciones de figuras destacadas de la magia profesional – como Pepe Regueira, Norm Nielsen o Roy Horn. Y, por supuesto, el fallecimiento de otros magos amigos cuyas presencia y participación en las sociedades mágicas son difíciles del olvidar.

En cuanto a tu mágica los efectos de la crisis han sido fulminantes: la paralización de las actuaciones en vivo, la sucesión de cancelaciones y las consecuentes pérdidas económicas. Nunca hubo un frenazo como este. Ni siquiera en los días aciagos de la guerra civil

Andreas H. Bitesnich Up and down Lisbon 2019


Por otra parte, te sorprende e inquieta el papel esencial que, para el conjunto de la cultura y el espectáculo y, en concreto, para la magia,  ha adquirido el cauce de internet.

No es una constatación que te resulte agradable. Puedo escuchar tus pensamientos. Se opone a tu manera de concebir tu vida y tu arte que reclama la participación directa del público. Casi se puede decir que trabajar sin la presencia de una audiencia tangible vulnera tus planteamientos y te despoja de los sentimientos y emociones que experimentas habitualmente en escena. 

Quiero compartir contigo tu actitud. Porque la cuarentena generalizada y global  amenaza la supervivencia económica de personas y empresas relacionadas con las actividades mágicas (magos, técnicos, fabricantes, teatros, salas de espectáculos, festivales, congresos y actuaciones, eventos privados, escuelas de magia, tiendas y editoriales especializadas.). Con unas finanzas mermadas, incluso aniquiladas, a causa del confinamiento y unas perspectivas de reactivación por las medidas de separación social, la supervivencia está en el aire. Aunque tal vez lo que más te inquieta, como a mí, es que la situación no se puede achacar por completo al coronavirus. Muy posiblemente sospechas que sus causas se originan mucho más atrás y que, aunque nos dé una pereza inmensa  reconocerlo,  estamos obligados a adecuar nuestras estrategias y planteamientos artísticos en los próximos años a un marco que ha cambiado.

Wolfgang Laib Pollen from Hazelnut


De personas deprimidas por la crisis hemos pasado a ser personas preocupadas por su resolución. Porque el confinamiento ha supuesto también un incremento de la oferta cultural en línea– que incluye a la magia -  para poder satisfacer las demandas en esta situación peculiar. Y es este aspecto el que verdaderamente nos preocupa. Reconócelo.  Ya que, en cierta medida, esta situación te ha supuesto caer en la cuenta de que todos nosotros estamos sumergidos hasta el cuello en una sociedad digital, en la que ya nos encontrábamos, pero tal vez sin darnos cuenta por completo de su significado y alcance.  

La irrupción del coronavirus, al desencadenar  el confinamiento, ha supuesto una aceleración extraordinaria de algo que ya sucedía: el proceso de digitalización en múltiples esferas de nuestra vida como la información, el comercio, distintos y variados servicios, las relaciones con la Administración, el teletrabajo, la educación, el consumo de productos culturales y la comunicación entre las personas. 

Ni tu ni yo  acabamos de penetrar en ese mundo. Llevamos tiempo en él, accediendo a la información, comprando en las tiendas virtuales, haciendo la declaración de la renta, manteniendo la comunicación con amigos y familiares, viendo películas y escuchando música. Si tienes hijos habrás constatado que han proseguido sus cursos durante la cuarentena mediante procedimientos en línea. Y seguramente tú mismo u otras personas de tu entorno han continuado trabajando desde casa… Sin embargo, llevábamos tiempo haciendo esas mismas cosas. Mucho más tiempo del que pensamos. Desde los años 90 he escrito todos mis libros teletrabajando, las herramientas digitales han sido básicas para mi labor de investigación  y, en mis clases,  hace más de un decenio,  empleo los recursos que proporciona la red para impartirlas.
Libro de Adivinación, cerrado


Esta constatación es importante para darnos cuenta que no somos extraños al universo de la digitalización. Tampoco en el ámbito de la cultura y el espectáculo. En realidad, no procedemos de un mundo en el que las actuaciones en vivo fueran dominantes. Nuestros antepasados, hace ya muchos siglos, vivieron el desplazamiento de la trasmisión oral y presencial de la cultura a la transmisión alfabética del manuscrito y, más tarde, a la trasmisión tipográfica del libro. 

Nuestros tatarabuelos comprobaron cómo las tecnologías visuales adecuadas por los magos al ámbito del espectáculo – la linterna mágica, el teatro de sombras, la fantasmagoría y la catóptrica - desencadenaron un proceso de espectralización de las imágenes, de descorporización. 
Estudio de rodaje, Pathé


La presencia física y viva acabará erradicada en la fotografía y en el cine a finales del siglo XIX. El cine, un espectáculo enlatado, fue el más popular en la primera mitad del siglo XX y, estuvo cerca de desplazar por completo al teatro.  Tuvo que competir con un medio aún más incorpóreo, con las ondas sonoras de la radio.  Y con la televisión. 

En el caso de mi generación, desde los años sesenta nuestros cerebros estaban repletos de cultura pop y destellos de un mundo audiovisual difundido a través de las ondas. Y desde los noventa hemos sustituido, casi imperceptiblemente,  el influjo de la televisión por el universo digital cuyo espectro es mucho más variado.


Seguramente me responderás que todo eso es muy cierto, pero que también lo es que te ganabas la vida con tus actuaciones presenciales. Y estas se han desvanecido. Además, constatas que el bloqueo, consecuencia de la pandemia, al acelerar la digitalización, ha favorecido, en primer lugar, a las grandes plataformas tecnológicas como Google, Amazon, Facebook o Netflix, que hace ya tiempo, dominaban amplios segmentos del mercado. Con la situación creada por la pandemia han recibido una imponente aportación de recursos económicos y, sobre todo, han obtenido  acceso a preciosos datos masivos (big data). Estos datos son la materia prima que les permitirá  desarrollar y controlar, con ventaja y de manera inmediata, las posibilidades de la inteligencia artificial. Las perspectivas indican que incrementarán su dominio, a escala global, en el ámbito de la comunicación digital. Tienes razón y este será, por consiguiente,  uno de los campos de batalla de los próximos años.


Gerardo Fdstein Ni Tanto ni tan poco



Pero, al mismo tiempo, has comprobado que han estado pasando otras muchas cosas que parece que no las habíamos percibido antes, aunque ya sucedían con anterioridad. El enorme impulso de la digitalización ha multiplicado las posibilidades de la magia en línea. Clases y conferencias, ventas de juegos y material, coloquios y reuniones, actuaciones en directo o diferido emitidas a través de dos docenas de plataformas de emisión de vídeos, trabajo colaborativo, emisión de actuaciones en directo o formación.


 Desde el cuero cabelludo hasta los dedos de los pies, nos estremece pensar que el salón de nuestra casa se puede convertir en nuestro teatro, que podemos gestionar la venta de juegos desde la cocina, los cursos y conferencias desde el dormitorio. La situación es complicada, pero nos permite echar un pulso a las dificultades. 



Sin lugar a dudas habrá un momento en el que las actuaciones en vivo regresarán. A mí no me cabe la menor duda. La única experiencia similar a lo que estamos viviendo, fue la epidemia de gripe  que se extendió por todo el planeta entre enero de 1918 y diciembre de 1920, debido a la movilidad global provocada por la primera guerra mundial. Y cuando acabó se vivió una época dorada del espectáculo: Los llamados «felices años veinte». Se estima que la gripe del 18 provocó entre 40 y 50  millones de muertos en todo el mundo debido a la ausencia de tratamientos, vacunas e infraestructuras sanitarias y a que la censura de guerra ocultó su existencia en los países contendientes, evitando que se tomaran medidas profilácticas.  España fue la excepción. Era un país neutral y la epidemia saltó a las primeras páginas de los periódicos. Cerraron el comercio, los colegios, las universidades y se detuvo una parte de la producción.  Aun así se calcula  que al menos prodvocó 400.000 fallecidos, aunque posiblemente fueron muchos más. En parte debido a la  incongruencia de que permanecieran  abiertos los teatros y se celebraran fiestas, procesiones y corridas de toros.
Epidemia de gripe, 1918. Hospital


La gripe debilitó los ejércitos y contribuyó a acelerar el armisticio. También agravó la crisis económica provocada por la guerra, pues afectó fundamentalmente, a diferencia del coronavirus, a la población activa. No se logró remedio, ni vacuna. Inopinadamente un día, los científicos lo atribuyen a una mutación o una cadena de mutaciones, perdió virulencia y  desapareció.

Actuación de Harry Houdini


Inmediatamente se desató una sorprendente euforia.  Fueron años de expansión económica, sobre todo norteamericana, sustentada en innovaciones técnicas como el teléfono, el automóvil,  los electrodomésticos y, muy especialmente, las transformaciones en los métodos de producción, con la adopción de la cadena de montaje y las novedosas formas de  comercialización,  tal la venta a plazos que suscitó una ola inusitada de consumismo. Dentro del mundo de la cultura y el espectáculo fueron los años en los que se popularizaron el jazz, el tango, el charlestón y las vanguardias artísticas. En esos años el cine desplazaría a la magia teatral y de gran espectáculo de su papel central en el ocio colectivo que había adquirido en el siglo XIX. Los modelos europeos implantados por Robert-Houdin y Maskelyne en sus teatros especializados, por las Grandes Compañías en sus espectáculos itinerantes y globales y por Georges Méliès y otros magos pioneros en el cine mágico o de efectos, fueron reemplazados por los métodos de producción prácticamente industriales de Horacio Golding y los espectáculos enraizados en la cultura de masas norteamericana de Harry Houdini que sentaron las bases de la moderna industria de la magia de espectáculo.


La euforia duró apenas una década. El crack bursátil de 1929 desencadenó la Gran Depresión, creando el caldo de cultivo para la propagación de los totalitarismos y engendrando las circunstancias explosivas que condujeron a la segunda guerra mundial.

Estreno de la primera pelúcula sonora

En el ámbito de la magia, del espectáculo y de la cultura popular, de nuevo las actuaciones en vivo se vieron en aprietos. Se precipitó el declive del vaudeville y de la magia teatral. Miles de teatros echaron el cierre.  La brutal depresión económica, como hoy día el coronavirus, aceleró el proceso de cambio. Pero nos engañaríamos si pensáramos que fue la causa primordial. 1929 es, asimismo, el año en el que el cine rompe a hablar. Ahí está la clave. Mientras el cine era mudo, el teatro podía competir con él a pesar de que los costes de producción eran muchísimo más elevados. Fue la difusión del cine hablado la que asestó el golpe definitivo al vaudeville y forzó a la magia de escena a adaptarse a un nuevo cambio social.
En realidad, constatamos que se trata del mismo proceso que se inició con la invención del cine – y aún mucho antes con la imprenta y el libro y otras invenciones que prescinden de la presencia en vivo del cuerpo humano – y llega hasta nuestros días con el impulso otorgado por la crisis del coronavirus a la digitalización. Un proceso de tecnologización de la difusión de la cultura, el ocio y el espectáculo que, a través de aparatos cada vez más sofisticados, se introducen en los hogares y se convierten en componentes esenciales de los estilos de vida. El libro, la linterna mágica, el cine, la radio, la televisión la computadora, la cinta magnética, la robotización, la inteligencia artificial… Podríamos llenar una página entera enumerando algunos de los hitos de este proceso.   


Eres un mago experimentado y conoces bien la naturaleza de la magia que practicas. Por lo tanto, sabes que volverán las actuaciones en vivo cuando las circunstancias lo permitan porque en la magia, que es un arte escénico, forman parte de su ADN original. No obstante, los nuevos canales abiertos en la red no desaparecerán porque la difusión y comercialización de la cultura y los espectáculos a través de la red  ha arraigado en la vida cotidiana y satisfacen las expectativas de muchas personas que de otra manera no tendrían acceso a ellos por motivos económicos o geográficos.


Intuyes que te diriges, con tu bagaje de mago, hacia un mundo híbrido, en el que en el mejor de los casos dispondrás de un doble escenario: el presencial y el virtual. De manera que empiezas a entrever este proceso como una oportunidad, pues entraña la apertura de cauces que dilatan tus posibilidades de llegar a diferentes públicos y rentabilizar tu trabajo.
Distanciamiento social en un teatro


Por ejemplo, debido a la distancia social que regirá la reapertura, los pequeños teatros de magia tendrán problemas para hacer rentables las actuaciones en vivo. Pero si adoptan este modelo híbrido y comercializan las actuaciones, también, a través de la red, pueden alcanzar el punto crítico de espectadores que las convierte en rentables, aunque en la sala sólo pueda ocuparse un tercio del aforo.


Desde hace tiempo las tiendas de magia mantienen esta dualidad. Una parte de sus ventas, a veces substancial, es en línea. También hay cursos y academias de magia que han acumulado una apreciable experiencia de funcionamiento en la red. Sin duda talleres y conferencias, la enseñanza de la magia, puede mantenerse en la red mientras duren las restricciones y proseguir cuando estas acaben.


Igualmente, las sociedades mágicas podrían recurrir a esta fórmula si quieren sobrevivir a una época sin reuniones masivas, concursos o congresos.
Doso Dossi: Los magos


El procedimiento es perfectamente aplicable a tus propias actuaciones siempre y cuando las ejecutes con las mismas exigencias que aplicas a tus actuaciones presenciales. Porque habrás apreciado que no todas las intervenciones que contemplamos en las redes son igualmente felices y eficaces. Seguramente has comprendido que es preciso dominar el lenguaje del medio y asociarlo a la propia magia. Del mismo modo que  los magos del siglo anterior sacaron el máximo partido de la irrupción del cine – como Méliès y un largo etcétera - o la televisión – como Tamariz y otro largo etcétera...


Si has intentado realizar actuaciones personales en directo habrás comprobado la importancia crucial de contar con la tecnología adecuada para resolver la trasmisión, la imagen, el sonido y la iluminación.  Además de la magia, la dramaturgia apropiada y el tratamiento visual. Te preguntas: ¿Qué juegos son los más propicios? ¿Cuál es la forma de presentación adecuada? ¿De qué manera romper la cuarta pared y lograr la participación del público?  Y, evidentemente ¿qué plataformas nos pueden ayudar a su difusión y qué instrumentos están a tu alcance para darte a conocer y atraer, captar y retener a la audiencia?

Estudio de vídeo


Tendrás que sumergirte en la pantalla como en una piscina. Una buena zambullida. Pero con el tiempo podrás sacar la cabeza y regresar a tus actuaciones en vivo. Ahora te dejo a punto de subir al trampolín. Pisa con fuerza.  Sigue adelante. Tu corazón late. Una vez más va a empezar la función.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Luca Pacioli, prestidigitador a lo divino

La fuerza de los números

 

 

Ampliación del enigmático rombicuboctaedro

 
 

 
Los juegos de magia, con el desarrollo de un embrionario método científico y el proceso de racionalización cultural, se producen en un entorno distinto. Las condiciones de la ilusión se modifican pues el ingenio humano ya no se engaña a sí mismo. Es capaz de crear y reproducir los engaños y, en consecuencia, de desengañar y desengañarse. Cervantes escribirá en el Persiles: « Porque ninguna ciencia, en cuanto a ciencia, engaña: el engaño está en quien no la sabe» [1].

 


Piero de la Francesca; Conversación sacra
 

 

Incorporación de los conocimientos científicos para la creación de nuevos juegos


«… pero debes ser cauteloso para que no te avergüencen dado que las cosas cuanto más secretas, son más hermosas».

Luca Pacioli: De viribus quantitis, Códice 250, pág   059 reverso.

 

       





Tarot Visconti Sforza

 
Tras la expansión de la imprenta en Europa, la circulación y popularidad de los naipes se multiplica. Entre 1496 y 1508 se escribe De viribus quantitis que es, tal vez, el primer libro dedicado principalmente a la magia en Occidente. Un tratado que aúna recreaciones matemáticas y experimentos científicos con efectos y trucos ilusionistas y uno de los primeros lugares en el que se mencionan y describen trucos y efectos de cartomagia.








 
 
 
Modernamente se denominará «Matemagia»  [2] a esta confluencia entre la magia ilusionista y las matemáticas que se origina, en sincronía con el desarrollo de los primeros conceptos del álgebra lineal  Leonardo de Pisa, conocido como Fibonacci, dedica un capítulo a la matemática recreativa en el Liber Abaci, un tratado de matemáticas comerciales, publicado en 1202 que introduce en Europa la numeración decimal arábiga. Tiene el capítulo el atractivo título de «preguntas vagabundas»,  preguntas sin aplicaciones inmediatas concretas.
Leonardo de Pisa "Fibonacci"








Siguiendo esta orientación Luca Pacioli, el autor de De Viribus Quantitatis (Sobre el poder o la virtud de los números)  incorpora conocimientos científicos para la creación de nuevos juegos.
Letra diseñada por Pacioli


Pacioli es el mismo monje franciscano y matemático que en « De la divina proporción» (1509), relacionó la sección áurea con las cánones de la arquitectura y las proporciones clásicas del cuerpo humano.  Un libro ilustrado en parte por Leonardo Da Vinci con quien le unió una gran amistad y frecuentes intercambios de conocimientos cuando formaban parte de la corte milanesa de Ludovico Sforza, el Moro.


Cenotafio de   Ludovico el Moro y Beatrice d'Este

Nacido en la pequeña ciudad toscana de Borgo de Sansepolcro, hacia 1445, en una familia modesta,  sufragó sus estudios trabajando como preceptor de los hijos de un rico comerciante veneciano. En Roma estudió teología y recibió el habito de la orden franciscana. Enseñó matemáticas en distintas ciudades italianas: P
erugia, Nápoles, Padua, Asís, Urbino…







Borgo de Sansepolcro
 También en su pueblo natal de Sansepolcro, donde en 1489 escribió la Summa sobre la aritmética, la geometría y la proportionalidad, primer libro de matemáticas escrito en italiano. Sin duda es su libro más ambicioso: una obra de carácter enciclopédico en la que consecuentemente no todo es original pero su talento compilador y algunos hallazgos notables provocaron una verdadera revolución en su tiempo. En la Summa se encuentran las primeras aproximaciones al cálculo de probabilidades, la formalización del sistema de contabilidad por partida doble y un ejemplo de logaritmo neperiano «avant la lettre». 

Summa
  Publicó la Summa en Venecia en 1594. Se la dedicó al Duque de Urbino, Guidubaldo da Montefeltro, con quien aparece en un retrato, atribuído a Jacopo di Barbari, que no está exento de cierto misterio. Tal vez a causa de las miradas perdidas de los protagonistas que no llegan a cruzarse: La mirada evanecente de Pacioli mientras expone la octava proposición del libro XIII de los Elementos de Euclides dedicado a los sólidos platónicos y la de su joven discípulo Guidubaldo de Montefeltro que distraídamente se dirige al  espectador.



Retrato de Luca Paoli atribuido a Jacopo Barbari
 
 
 
 
 
 

 

 

 

 

 

Los objetos dispersos por el escritorio forman  una constelación que define el espacio intelectual del monje geómetra. Una pluma, una regla, un goniómetro, una tiza, una caja… Los dos sólidos geométricos parecen recrear el universo platónico estudiado por Pacioli en sus tratados. Un dodecaedro de madera se asienta sobre un libro y un enigmático rombicubotaedro[3] de cristal flota, con agua en su interior, suspendido del techo mediante un hilo tembloroso. 

Cartas Venecianas. Siglo XV
 

¿Hubiera desentonado una baraja? Sin duda: No era  procedente para un monje entretenerse con cartas pues una encarnizada corriente moral contra el juego asociaba los naipes con el vicio y las actividades deshonestas. Curiosamente Pacioli  escribe un libro de cartomagia en el que las cartas no se asoman al primer plano. Pero insiste, siempre que tiene ocasión, en que el mismo juego sería más efectivo si se utilizan naipes en lugar de monedas u otros objetos.

TRUCOS DE CARTAS EN DE VIRIBUS QUANTITIS 1496/1508

De viribus quantitatis está escrito en Milán, donde Pacioli había sido requerido por Ludovico el Moro  para que enseñara matemáticas en sus dominios. La obra se divide en tres partes. La primera está dedicadas los juegos matemáticos y, especialmente, a la lectura del pensamiento mediante la aritmética y el álgebra: adivinar un número pensado por el espectador, el número de monedas que esconde en su mano, la cantidad de mercancías que compró, el dedo e incluso la falange donde se encuentra el anillo o el valor de la cara oculta de un dado. Incluye una serie de cuadrados mágicos astrológicos, uno de los cuales coincide con el que reprodujo Durero en el grabado «Melancolía»

Alberto Durero Melancolía (detallr del  Cuadrado Mágico) 1514



 

 

 

 

 

La segunda dedicada a las construcciones geométricas reúne efectos basados en propiedades geométricas, rompecabezas y juegos topológicos, de los que puede considerarse la primera compilación

La tercera sección lleva por título «otros documentos» y es heterogénea. Prescinde de las matemáticas, pero no de los efectos maravillosos e ilusiones  que procuran placer y desarrollan el ingenio. Se inicia con 13 métodos de escritura que emplean tinta invisible o sistemas de encriptación que permiten salvaguardar los secretos.  No olvidemos que nos encontramos en una cultura que se asienta en el secreto en la que los conocimientos obtenidos pacientemente constituían un patrimonio que se protege y difunde de manera muy controlada.

Seguidamente describe juegos que formaban parte del repertorio de los magos callejeros, de los tragafuegos y efectos de lo que hoy denominamos faquirismo, a los que me referiré más adelante. Esta tercera parte contiene, también,  proverbios, consejos prácticos, ilusiones ópticas y táctiles, dispositivos hidráulicos, experimentos físicos con imanes, una explicación del funambulismo, juegos con nudos, algún efecto de papiroflexia, versos nemotécnicos, charadas y enigmas.

Muchos de los efectos ilusionistas de las dos primeras partes son extrapolables a una baraja, En cuanto a los secretos, Luca Pacioli se basa en lo que denomina la «fuerza de los números», es decir las propiedades de los números que la mayoría desconoce. Juegos en los que se invita a los espectadores a pensar en un número y, a través de una serie de operaciones aritméticas, logra adivinar el número, provocando la ilusión de haber leído el pensamiento. Detrás de cada juego se encuentra la resolución de una ecuación.  Algunos no son muy distintos de las recreaciones del libro de Leonardo Pisano, al que hemos hecho referencia más arriba. Sin embargo Pacioli – y esto es lo que le singulariza -  se preocupa en concebir una presentación, un desarrollo y un desenlace que convierte sus juegos de ingenio en verdaderos juegos de magia.

Magia espectacular

¿Por qué un científico preocupado por la difusión y el aprendizaje de la ciencia apuesta por una magia espectacular? ¿Por qué un investigador destacado, un científico de élite en su tiempo, articula sus juegos para ocultar los principios y porqués que los producen, de manera que  el espectador no encuentre una explicación racional?  ¿Por qué Luca Pacioli valora por encima de todo que las matemáticas provoquen una sensación mágica? 

El poder divino a través de los números

Pacioli no sólo explica el fundamento matemático de sus juegos. Se preocupa por la manera más efectiva de hacerlos. El monje, geómetra y matemático se comporta como un mago ilusionista que pretende realizar un imposible. Sin duda sus enigmas  están concebidos para estimular las mentes de los jóvenes y atraerlos hacia el estudio, consciente de que la mente espoleada por el misterio adquiere una mayor agudeza que, a veces, podríamos considerar una «segunda vista». Pero esta no es su única intención. Al intentar suscitar una emoción prodigiosa su propósito es trasmitir las portentosas propiedades de las matemáticas, un auténtico catálogo de maravillas. Las matemáticas son milagrosas e incluso Dios se vale de ellas y de los recursos de la prestidigitación para manifestar sus poder. El monje se convierte en mago para mostrar el poder divino a través de los números.

confluencias
Marsilio Ficino en la esquina izquierda
 

Todo ello tiene un cierto regusto pitagórico. El número explica la realidad. La concepción de la magia ritual de Pacioli se aproxima a la del círculo neoplatónico florentino que encabezaba Marcello Ficino (1433-1499), quien había emprendido una tarea de cristianización de la magia partiendo de una supuesta sabiduría arcana egipcia como soporte del ritual teúrgico, la astrología, la interpretación de los sueños, la adivinación, el arte de la memoria, la cábala, la magia natural, los talismanes y el laboratorio alquímico. Es decir se valía de  todo el arsenal del esoterismo para acercarse a Dios imitando a la divinidad en su acto creador.

 


Pico de la Mirándola

Nulla est scientia quae nobis magi certificat de Divinitate  Dei quam magia et cabala

Pico de la Mirandola


En el caso de Pacioli, las matemáticas, el número y sus leyes son la herramienta en la que convergen la interpretación esotérica de la magia ritual del hermetismo renacentista con la búsqueda de respuestas a lo sobrenatural mediante causas naturales y la atracción por los efectos maravillosos, a las que añade el reencantamiento que otorga sentido a la magia ilusionista. Es decir que en la filosofía, en la magia ritual, en la ciencia y en la religión, que participan en esa forma peculiar de saber que es el hermetismo, Pacioli infiltra una dosis de prestidigitación. 



Las tres Magias

En la primera y en la segunda parte de De Viribus Quanticus  Pacioli exime a la magia de cuestionamiento pues se desempeña como la expresión del poder de Dios. En la tercera, sin el soporte de las matemáticas, su visión es, a veces, más crítica e indagadora. Una actitud cercana a esa otra intención renacentista, que he mencionado, de buscar explicación natural a lo sobrenatural, propia del persistente proceso racionalizador, que se vale del método experimental y se cobija ,a menudo, en aquellos tiempos, bajo el nombre de magia natural.

  Pacioli no sólo confiere a la magia ilusionista la grata pretensión de maravillar y divertir. Es una manera de hacer esas «preguntas vagabundas» a las que se refería Fibonacci, de explorar «a tientas»  el imaginario en compañía del lector o del espectador. Y,  en este sentido, justifica el mantenimiento del secreto con los propósitos de no anular la sorpresa y el recreo, causar mayor diversión, aguzar el ingenio o actuar sobre el ánimo mediante la extrañeza y el humor. 

 

Lo que sorprende en De Viribus Quantitatis y lo convierte en una obra singular es la comprensión del papel del ilusionismo como antídoto para el desencantamiento. Pacioli equipara la creación de ilusiones y la belleza del asombro- es decir la magia ilusionista-  a las otras dos formulaciones objeto del conocimiento y manipulación de la realidad: la magia ritual y el método experimental. Estima que las tres cumplen cometidos distintos y, al tiempo, complementarios pues la primera se ocupa de lo sobrenatural, la segunda de la naturaleza y la tercera del imaginario humano. Una idea que no resulta descabellada si comprobamos, 500 años después, que siguen existiendo la religión, la ciencia y el espectáculo.

 

«Segunda Vista».

              

 

El libro de Pacioli incluye técnicas, procedimientos y algunos efectos que perdurarán en los siglos posteriores. Destaca uno de los juegos que puede considerase una versión primera de la «Segunda Vista», un acto de mentalismo en el que el ayudante del mago se muestra capaz de adivinar los pensamientos de los espectadores o identificar los objetos que estos escogen fuera de su vista o bien porque se encuentra en otro lugar o porque tiene los ojos vendados.

Dactilomía
 

Pacioli propone que el ayudante, en este caso un niño, adivine una carta que ha tocado un espectador sin que pudiera verla. Previamente, el niño ha memorizado un sistema de numeración por medio de los dedos que el mago le muestra reservadamente, con las manos a la espalda o de cualquier otra discreta manera. «Podrás adiestrar a un niño para  adivinar la carta,  aunque esté encerrado en otra habitación o a distancia,  por medio de los números que has acordado con él[4]».

 Dos Santos Hirth[5]  recuerda que esta forma de codificación de los números se llamaba  «dactylonomía», arte de computar, numerar, calcular, contar, enumerar, figurar y simbolizar los números por medio de los dedos, un lenguaje cifrado que desarrolló en Occidente Beda el venerable, en el siglo VII.



El sistema de recuento con los dedos del Venerable Beda (673-735)» de Jacob Leupold (1674-1727) en  'Theatrum Arithmetico Geometricum', publicado en Liepzig, Alemania, 1724.
 
 

Pacioli atribuye el juego a un mago de Ferrara llamado Giovanni de Jasone[6].  Este hombre empleaba como ayudante a un niño al que adiestraba en un sistema de codificación más versátil. Si el niño tiene los ojos vendados, el mago puede revelarle la identidad de la carta elegida, mediante toses, suspiros, la posición de los pies, además de señas y gestos.

Piero de la Francesca: Ragazzo


 

La sensación que provocaba a quienes no conocían el camino es que todo era «cosa hecha por arte mágica divinatoria[7]».  Y había quienes llegaban a persuadirse de que «el niño tiene un espíritu familiar que le revela toda clase de cosas».

Pacioli concluye: «Siempre podrás hacer fantásticas cosas mediante este sistema… pero debes ser cauteloso para que no te avergüencen dado que las cosas cuanto más secretas, son más hermosas»[8].

 

 

 

Juego matemático

Luca Pacioli entregando un libro a Ludovico Sforza
 

Entre los muchos juegos del libro de Pacioli uno puede servir como arquetipo de los juegos matemáticos que a partir de un conjunto de instrucciones permiten realizar una adivinación.  En el capítulo sesenta y nueve de De viribus quantitis  Pacioli desarrolla un método para encontrar una moneda entre 16. Un juego que se puede hacer con cartas. De hecho es precedente de «las 21», conocido tanmbién como «3 veces 7» o «3 veces 9».

Pacioli usa dos pilas de 8 monedas. Se pueden distribuir las cartas en dos montones de 8 y se da a elegir una carta es importante que el espectador sepa en todo momento en cual de ellos se encxuentra su carta. Por cuatro veces reagrupará nuevamente las cartas sin invertirlas, tomante sucesivamente una carta de cada montón, siempre a partir del montón en el que no está su carta.

Al final se queda con el montón que contiene su carta. Retira la primera que no es la elegida. ¿La segunda? Tampoco.¿La siguiente? ¡Sí! Es su carta.

Siempre será la tercera contando por arriba. La pregunta es pertimente: ¿la carta elegida queda en esta posición independientemente de la posición que ocupaba al principio? Si  probamos todas las posibilidades, hallaremos que las siguientes secuencias de números - cada número representa la posición de la carta elegida después de cada reparto- son

8 - 1 - 7 – 3  /  7 - 3 - 3 – 3 / 6 - 5 - 7 – 3 / 5 - 7 - 3 – 3 / 4 - 1 - 7 – 3 /

3 - 3 - 3 – 3 / 2 - 5 - 7 – 3 y 1 - 7 - 3 - 3

Una vez que la carta ocupa la tercera posición, no se mueve de este lugar. El orden y la dirección en que se recogen las cartas determinan su posición en la pila.

Cinco siglos después David Coperfield realizaría este juego en uno de sus especiales de televisión.

Luca-Pacioli-De-ludo-scacchorum-1499-1500-Gorizia-Fondazione-Coronini-Cronberg
 







Notas






[1] Miguel de Cervantes: Los trabajos de Persiles y Segismunda, libro I, capitulo XIII; 1616.
[2] Los expertos sitúan el primer problema de matemáticas recreartivas conocido en el problema 79 del papiro Rhind o de Ahmes, hoy en el Museo Británico. Un papiro cuyas palabras iniciales son «Cálculo exacto para entrar en conocimiento de todas las cosas existentes y de todos los oscuros secretos y misterios».  Angel Pulpón Zarco: Historia del Papiro de Rhind y similares. http://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=18&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwjJ-Zi8ovHcAhVix4UKHdMZBQEQFjARegQIDBAC&url=http%3A%2F%2Fmatematicas.uclm.es%2Fita-cr%2Fweb_matematicas%2Ftrabajos%2F165%2Fel_papiro_de_Rhind.pdf&usg=AOvVaw2TSabzfmBg-e7oGJIXTRf5
 
En Occidente, en el siglo X, Alcuino de York reunió Propositiones a Acuendos Iuvenes, un compendio de matemáticas recreativas, destinado a las escuelas fundadas por el emperador Carlomagno

[3] Poliedro semi-regular compuesto de ocho triángulos equiláteros y dieciocho cuadrados.
[5] (2015) Dos Santos Hirth, Tiago Wolfram Nunes: Luca Pacioli and his 1500 book De Viribus Quantitatis, Mestrado em História e Filosofia das Ciências, Universidade de Lisboa Faculdade de Ciências Secção Autónmoa de História e Filosofia das Ciências      
[6] Giovanni de Jasone de Ferrara  junto a otro mago de la época, Francesco da la Penna, se significó como  experto en estimar o adivinar cantidades.
[8] Luca Pacioli: De viribus quantitis, Códice 250, pág   059 reverso.