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lunes, 10 de febrero de 2014

Conan Doyle, Houdini y las almas descarnadas




Arthur Conand Doyle y Harry Houdini
Los dos personajes principales de esta historia no están, aunque se les espera. Son dos fantasmas. Se les espera con vehemencia. Con ello quiero decir que la base de las creencias espiritistas se relaciona con el deseo de entrar en contacto con seres desaparecidos.

Por eso los verdaderos  protagonistas de esta historia no son Conan Doyle y Houdini, sino  una madre y un hijo muertos. Hubo un momento en las vidas de  Conan Doyle y Houdini en que compartieron un mismo dolor. Para que los deseos se conviertan en creencias y las creencias en convicciones se requiere la presión de una fuerte carga emocional.  Se trataba de un  estado de ánimo colectivo. Acabada la primera guerra mundial se extendieron  los supuestos y prácticas espiritistas por Europa y Estados Unidos entre aquellas personas que habían visto desaparecer a sus seres queridos en plenitud de vida, como consecuencia de la crueldad de la guerra.

Conand Doyle busca a su hijo


 Sir Arthur Conan Doyle, el creador del célebre Sherlock Holmes, era un convencido creyente en el espiritismo. A la hora de estudiar los fenómenos psíquicos no buscaba explicación. Tenía una y se aferraba a ella. Poco a poco un interés por la vida y milagros de los espíritus fue desplazando su dedicación a la literatura y ocupando el lugar reservado a la curiosidad por la ciencia, la participación política, la implicación en la guerra y la práctica del boxeo. Una de últimas obras fue una monumental “Historia del Espiritismo” que arranca de Swedenborg y culmina con una nota sobre la escritura automática. Una crisis espiritual de tal magnitud no puede atribuirse en exclusiva al debilitamiento de la vejez. Seguramente no es ajena a la muerte de su hijo en la primera guerra mundial.

Houdini busca a su madre

Supuesto fenómeno espiritista
También la muerte de la  madre de Houdini impulsa al ilusionista a dedicar  todas sus energías, que eran muchas, a encontrar la manera de ponerse en contacto con ella. Sucede pocos años después de la muerte del hijo de Conand Doyle. Corre la década de los 20 y Houdini recurre a la ayuda de médiums  y de los llamados “psíquicos”, seres que se dicen dotados para intermediar con ultratumba. Por tratarse de un mago esta actitud resulta chocante. Por lo general los magos más destacados, me refiero por supuesto a ilusionistas y prestidigitadores, consideran que su profesión es un arte que debe diferenciarse por completo de engaños y fraudes. En consecuencia dedican su experiencia y conocimientos a desenmascarar a los pretendidos médiums que utilizan las mismas técnicas que los magos emplean en sus espectáculos pero se presentan como seres dotados de poderes sobrenaturales y trato privilegiado con los espíritus.

Maskelyne y lo sobrenatural

Uno de los magos más eminentes del siglo XIX,  John Nevil Maskelyne escribió un libro en colaboración con el psiquiatra Lionel A. Weatherly planteando lo sobrenatural entre interrogaciones. “¿Lo sobrenatural?” reunía las conclusiones de varias décadas de investigación sobre los supuestos fenómenos psíquicos. La conclusión no podía ser más tajante: “No existe, ni nunca ha existido, un médium de ninguna clase que no haya usado trucos o engaños”, El método de trabajo empleado consistía en reproducir los  prodigios de los médiums, valiéndose del ingenio, las sutilezas psicológicas, las técnicas escénicas y la alteración de la percepción. El propio Maskelyne se había convertido en ilusionista tras asistir a una representación de los hermanos Davenport en el teatro local de Cheltenham, su ciudad de origen, en la que tenía un taller de relojería. Los Davenport se encerraron en un armario que tenía tres puertas. En cada extremo se sentó uno de los hermanos, enfrentados.  Se hicieron atar con una cuerda gruesa que inmovilizaba sus pies y sus manos de manera que no pudieran moverse de la silla.  En el centro del armario había una trompeta, una guitarra, un violín, dos campanas y una pandereta. En cuanto las puertas se cerraban y se  apagaban los luces, los instrumentos empezaban a tocar, pero cuando se hacía la luz y se abría el armario, los  Davenport continuaban atados.

Cabina o armario espiritista de los hermanos Davenport
Tres meses después Markelyne, con la ayuda del hábil ebanista Cooke  presentó un armario similar con el que replicó los prodigios que realizaban los  Davenport, dejando bien claro que no precisaba ayuda alguna de los espíritus. Desde entonces dedicó especial atención a desvelar los trucajes utilizados por pretendidos médiums.
Houdini se aproximó el universo de los espiritistas con la intención de entrar en contacto con su madre muerta. Sin embargo dudo que su actitud fuera abierta y confiada por completo, como a menudo se supone. Su formación era la de un mago. Y en los anales de la magia ya existía un corpus importante de fraudes descubiertos.  Maskelyne tras instalarse en Londres había ofrecido en el teatro que regentaba – el Egyptian Hall – numerosas representaciones dedicadas a reproducir y desvelar los efectos realizados por los médiums. Los Davenport habían sido la primera de una larga serie de fraudes y falsificaciones descubiertas.

Las investigaciones de Maskelyne tuvieron lugar en las dos últimas décadas del XIX y Houdini, dotado de una curiosidad sin límites para todo aquello que se refería a la magia, no podía desconocerlas. Aunque los motivos por los que se acercaron Doyle y Houdini al espiritismo aparentemente coincidían, sus actitudes frente a los fenómenos necesariamente tenían que ser muy diferentes.

Encuentro en Crowborough

Inicialmente primaba aquello que les unía y entre ambos se anudó una verdadera amistad. Se conocieron durante un viaje que realizó Houdini a las Islas Británicas en 1920. Previamente Houdini envió a Conand Doyle su polémico libro que pretendía desmitificar la vida de a Jean-Eugene Robert-Houdin. Es preciso indicar que Houdini había derivado su nombre del apellido del gran mago francés, que había dado forma definitiva a la magia moderna y cuyas maravillosas ·Confidencias” le maravillaron en la juventud. Sin embargo el hechizo se desvaneció y Houdini escribió un libro “deconstruyendo” las confidencias de su ídolo, pretensión tan  infructuosa como intentar desmontar los presupuestos de “Alicia en el País de las Maravillas”. Houdini demostraba en este caso una dudosa comprensión del sentido de la ficción, cuyo alejamiento de la realidad es precisamente lo que le otorga la libertad para imaginar otros mundos posibles.

Houdini con Ira Davenport
A Sir Arthur le llamó la atención las páginas del libro en las que Houdini contradecía la visión que Robert-Houdin ofrecía. Su armario espiritista había causado sensación a los tres aunque por motivos diversos. Robert-Houdin mostraba su desagrado porque presentaban su espectáculo, que elogiaba, como lo que no era: Una manifestación de los espíritus. Sir Arthur Conan Doyle  veía en su acto una prueba de la autenticidad de los fenómenos espirituales. Houdini les consideraba unos excelentes magos de grandes ilusiones o escenario. Según Sir Arthur el comportamiento de Ira y William Davenport no había sido fraudulento porque mantuvieron una calculada ambigüedad sobre el origen de sus poderes y dejaban al arbitrio del público la resolución del enigma. Pero la realidad es que se iniciaron en el mundo del espectáculo como ilusionistas y que uno de sus ayudantes, Harry Kellar, aprendió con ellos lo suficiente para montar su propia función de magia.

El número de los Davenport se hallaba más próximo al escapismo que al mentalismo. Era la especialidad de Houdini: ser capaz de librarse de cualquier atadura. Y eso es lo que hacían los hermanos: desatar y anudar de nuevo las cuerdas que les trababan en un abrir y cerrar de ojos.
Tras su retirada, Ira Davenport había revelado a Houdini  los secretos de estos escapes: cuerdas largas, pericia para  realizar los nudos, destreza para revolverse y el uso de aceite para facilitar escabullirse de las ligaduras. Ira le describió incluso las trampas que disponían en los pasillos de los teatros para impedir que ningún intruso pudiese llegar hasta el armario e investiga el material utilizado.

La confesión de Ira no alteró la convicción de Sir Arthur de que se trataba de médiums genuinos. De hecho en la carta que había enviado a Houdini agradeciéndole el libro sobre Robert-Houdin, Sir Arthur consideraba banales esta clase de confesiones. Si los médiums recurrían a veces a los trucajes se debía a que no siempre se hallaban en disposición de ejercer sus verdaderos poderes superiores.

En su relación con Sir Arthur,  Houdini moduló su punto de vista sobre los Davenport. Nunca fue tan explícito como magos anteriores: los ya citados Maskelyne y Robert Houdin o John Henri Anderson. Incluso dio pie a Sir Arthur para considerar que avalaba la inexistencia de trucajes o manipulación al insistir en que jamás fueron descubiertos. ¿Actuaba con astucia para preservar una amistad que podía franquearle el acceso al núcleo duro del espiritismo? ¿Había empezado a reunir los materiales para su futuro libro “Un mago entre los espíritus“?  O por el contrario ¿sus titubeos eran reales y su incertidumbre una ventana hacia otras posibilidades que nunca quiso cerrar del todo?

Durante su primer encuentro en Crowborough, Sir Arthur le contó que había hablado al menos en seis sesiones distintas con su hijo muerto. Houdini mitigó su escepticismo, se mostró desprejuiciado y confesó a su huésped que estaba ansioso por conocer la verdad, para lo que solicitó su ayuda. 

La médium Eva Carriére 


Sir Arthur franqueó la entrada a Houdini a diversas sesiones. En las que tuvieron lugar en la Sociedad para la Investigación Psíquica de Londres intervino la médium Marthe Béraud, que había adoptado el nombre de Eva Carriére y a veces se hacía llamar Eva C. Años atrás, tras la muerte del joven con el que se iba a casar, Marthe materializó el espíritu de un brahmán hindú llamado Bien Boa que resultó ser a veces una  tosca figura de papel maché y otras un cochero árabe disfrazado. Aquello había ocurrido en la Argelia colonial. Después en la metrópoli, en Francia,  sus manifestaciones tendrían un fuerte contenido erótico. Era una  médium controvertida por lo que fue invitada por la Sociedad de Investigaciones para ser estudiada. .
 En las primeras sesiones no sucedió apenas nada.  En una  sesión a la que asistió  Houdini, Eva Carriére materializó lo que llamaba ectoplasma, un fluido pegajoso que brotaba por su boca y otros orificios del cuerpo. Las materializaciones y desmaterializaciones de Ectoplasma junto a la fotografía espiritista eran los dos argumentos preferidos de Conan Doyle en defensa del espiritismo. En la misiva que Houdini envío a Sir Arthur dando cuenta del asunto una vez más se mostró cauto,  incluso artero.  Aseguró que no había visto nada sobrenatural y describió los hechos sin explicarlos. Pero en su libro “Un mago entre los espíritus”, publicado poco tiempo después describió los gestos de la médium como los movimientos precisos de un prestidigitador. También el ectoplasma estaba confeccionado con papel maché,

Conan Doyle se fijaba en los efectos y Houdini investigaba los métodos. Como don Quijote y Sancho Panza veían en un mismo objeto, cosas distintas. Lo que para uno era intervención patente de los espíritus, para el otro eran falsificaciones y fraudes. Hacía tiempo que Sir Arthur había renunciado a los mecanismos de verificación.

Conand Doyle cree en las hadas 

Supuesta fotografía de un hada
Para la revista donde publicaba las aventuras de Sherlock Holmes, escribió un artículo donde aseguraba poseer pruebas irrefutables sobre la existencia de las hadas. Lo ilustró con cinco imágenes tomadas con una cámara Kodak en las que aparecían dos jovencitas bellísimas, junto a varías hadas y un gnomo.  La única relación con los bosques que tenían aquellas hadas es que estaban hechas de papel. Las fotos tenían el mérito de ser uno de los primeros trucajes fotográficos. Las figuras copiaban las ilustraciones de un libro de cuentos infantiles publicado cinco años antes, dibujadas por  Claude Shepperso, que casualmente incluía un relato del propio Conan Doyle.

Houdini en su correspondencia con Doyle no hace referencia a estos hechos, quizás porque le hubiera sido difícil mantener la actitud neutra, contenida y circunspecta que caracterizaba sus relaciones para evitar la polémica y para no lastimar a su reciente amigo.

 Este estaba completamente persuadido de que Houdini encarnaba un poder superior y sobrenatural. Por más que Houdini repitiera que todas sus proezas eran fruto de su ingenio y de su arte, Sir Arthur veía en el la prueba indiscutible que confirmaba sus propias ideas.
En 1922 volvieron a encontrarse, esta vez en Estados Unidos. Sir Arthur ofreció una gira de conferencias apoteósica y agotadora. En Nueva York Houdini le invitó  a comer en su casa y tuvo ocasión de mostrarle su biblioteca, especializada en magia e ilusionismo, de la que se encontraba especialmente orgulloso.

A Sir Arthur lo que verdaderamente le llamó la atención fue la ausencia de obras que trataran del espiritismo. Le resultaba imposible entenderlo. Pero no fue la única cosa que Sir Arthur no logró comprender aquel día.  Houdini le acompañó en un taxi hasta el hotel en el que se alojaba. Durante el trayecto realizó un juego sencillo, la desaparición del pulgar. Sir Arthur quedó maravillado y al día siguiente le escribió una misiva en la nuevamente atribuía el efecto a sus poderes sobrenaturales.

Sesión espiritista con la esposa de Conan Doyle 


Jean Leckie, esposa de Conand Doyle y médium
Cuando concluyó  la gira de conferencias Houdini invitó a Conan Doyle al banquete que cada año reunía a los miembros de la The Society of American Magicians. Pero la iniciativa desagradó a Sir Arthur con el paradójico argumento de que reprobaba la simulación de efectos espirituales que para el eran sagrados. No obstante las dotes de persuasión de Houdini lograron cambiar su decisión.
Días después ambas familias se reunieron en Atlantic City: Doyle propuso a Houdini una nueva sesión de espiritismo. Esta vez se trataba de una proposición delicada. Jean Leckie, segunda mujer de Conan Doyle, decía tener dotes mediúmnicas y se sentía capacitada para establecer la comunicación que tanto ansiaba Houdini con su madre. Se reunieron los tres en un cuarto del hotel. Sir Arthur bajó las persianas y pronunció una oración. Se juntaron las manos sobre la mesa. Cuando Jean entró en trance, Houdini reconoce que quería que aquello sucediera realmente, deseaba con todas sus fuerzas que fuera verdad, anhelaba creer. Jean, muy alterada, empezó a escribir febrilmente. Houdini por un instante pensó que era posible. Arrancó la primera hoja del cuaderno. Estaba escrita en inglés. Su madre hablaba de lo mucho que le quería y de lo orgullosa que se encontraba por los grandes éxitos de su hijo. Siguió arrancando una a una las páginas siguientes, hasta un total de quince. No hizo ningún comentario.

´Sir Arthur pensó que la emoción no permitía hablar a Houdini que al fin había logrado ponerse en contacto con la persona a la que más quería. Pero Houdini estaba amargamente decepcionado. Su madre jamás le llamó Harry, que era su nombre artístico. Para ella siempre fue Erik, su nombre de pila. . Aunque había vivido 50 años en Estados Unidos jamás aprendió inglés. Se expresó toda su vida mediante una peculiar koiné, un idioma artificioso, mezcla de húngaro, alemán y yidich. Casada con un rabino, difícilmente hubiera iniciado su escrito con una cruz. Un escrito en el que no había referencias íntimas, ni recuerdos compartidos.
Ni una sola palabra salió de sus labios. La relación entre ambos hombres siguió siendo cordial mientras Sir Arthur permaneció en Estados Unidos. Pero pocos meses más tarde Houdini publicó un artículo en el New York Sun, en el que negaba tajantemente que alguna vez hubiera percibido el menor signo de ·una comunicación con los seres queridos que hemos perdido.  Se trataba de una rotunda desautorización de las manipulaciones de Jean Leckie. Sir Arthur se sintió profundamente traicionado. Por primera vez la correspondencia entre ambos hombres adoptó un tono desabrido.

Un mago contra los espíritus

Preparando una "materialización".
Las diferencias de criterio desbordaron la esfera y privada y emergieron en la esfera pública. Fue en 1923 cuando Houdini rompió hostilidades abiertamente contra los espiritistas. Suspendió sus actuaciones mágicas y recorrió Estados Unidos ofreciendo  conferencias en las que denunciaba los fraudes de los médiums. Había analizado minuciosamente sus prácticas, asistiendo a múltiples sesiones, muchas veces disfrazado para no ser reconocido. Un año después publicaría su libro “Un mago entre los espíritus” verdadera antítesis de la “Historia del espiritismo” de Sir Arthur.

Todas estas actividades tuvieron enorme repercusión. Houdini era también un mago cuando se trataba de publicidad. Aceptó formar parte de un comité formado por la revista Scientific American que ofrecía una cuantiosa suma a quien demostrara poseer verdaderos poderes psíquicos.

Cabina anti-fraude diseñada por Houdini
Houdini  extremó los controles.  Incluso creó una cabina especial antifraude que fue determinante para neutralizar los engaños de la médium Mina Crandon que en una primera sesión había logrado convencer de su autenticidad a varios miembros

 El regreso de Conan Doyle a EE.UU recrudeció los enfrentamientos. Esta vez la amistad entre los dos hombres no fue suficiente para atemperar las discusiones  Las discrepancias eran substanciales. Doyle consideraba que todo aquello que él no comprendía era una manifestación de los espíritus. Para el número de mentalismo de Julius and Agnes Zancig proponía un ejercicio real de telepatía. Para Houdini eran dos magos profesionales, miembros de la American Sociaty of Magicians, que ejecutaban un número clásico de vaudeville.

La correspondencia entre ambos fue sustituida por declaraciones cruzadas en la prensa, cargadas de recriminaciones y  reproches, en un tono cada vez más hosco. Cuando Mina Crandon estuvo a punto de ganar el premio ofrecido por Scientific American magazine Houdini intervino aunque no había sido convocado a la reunión de la comisión. Aparentemente la experiencia fue concluyente. Los espíritus estuvieron muy activos durante la sesión Se escuchó una campana, una voz llamó a Harry Houdini desde la profunda oscuridad. Se trataba de Harry, el espíritu malhablado y grosero de un hermano muerto de la médium que estrelló un megáfono a sus pies. Cuando se volvieron a encender las luces, Houdini no dijo palabra sobre lo que había visto y oído. Se despidió cortésmente de la médium y se marchó. Antes de llegar al hotel, masculló entre dientes: “Sé cómo lo hace. Se trata de un fraude”.

Houdini durante una sesión de desenmascaramiento
En las siguientes sesiones exigió la utilización de su cabina antifraude. Harry le llamó maldito bastardo y exigió que se largara de allí. Acabó vaticinando que muy pronto moriría.

Cuando Houdini reveló las supercherías, Conan Doyle calificó su explicación de bazofia .Escribió una durísima diatriba en la que llegó a exigir que renunciara a la investigación psíquica. Por su parte Houdini le acusó de senilidad y le amenazó con llevarle a los tribunales.

Dos años después, el  31 de octubre de 1926, moría Houdini y Doyle le recuperó para sus altares. En su ensayo “El enigma Houdini” afirma que fue el médium más relevante de la época. Una tesis que desarrollaría el mentalista Joseph Dumninger que publicó un libro en 1928 en el que se preguntaba si Houdini no habría sido un médium sin saberlo.

Bess Houdini y los espíritus 

Una vez muerto Houdini recibió el trato que a veces se otorga a los espíritus convertidos en soporte de las obsesiones y deseos de los supervivientes. Dunninger reunió algunas anécdotas que intentaban probar que Houdini tenía la capacidad de premonición, que había percibido la muerte de su madre cuando viajaba en trasatlántico hacia Europa. E incluso su propia muerte, pocos días antes de que sucediera. Tenemos que creer a Dunninger pues no hay otros testigos. Ambos acababan de atravesar en coche Central Park, cuando Houdini le pidió que regresaran rápidamente a su casa  porque deseaba verla por última vez.

Bess Houdini
Su propia esposa, Bess Houdini, ofreció  10.000 dólares a quien fuera capaz de ponerle en contacto con su marido.  Se celebraron numerosas sesiones y en  1928, un tal Arthur Ford aseguró que había recibido un mensaje del mago. Ni siquiera después de muerto lograron engañarle. Houdini había elaborado  un código secreto de acuerdo con su esposa Bess de manera que ella podía comprobar la autenticidad de cualquier mensaje que atribuyeran a su marido. Una rápida ojeada bastó para comprobar que el mensaje de Fox no incorporaba el código convenido.

 La última sesión tuvo lugar el 31 de octubre  en presencia de los micrófonos de la radio que transmitieron a las cuatro esquinas del planeta el sonido del silencio, la música callada de la nada. Bess Houdini entendió el mensaje y renunció a proseguir en su empeño.

Notas


La Editorial La Felguera ha publicado una cuidada edición del libro Sherlock Holmes contra Houdini. Arthur Conan Doyle, Houdini y el mundo de los espíritus, que reúne textos diversos, testimonios y fotografías.

Recientemente la Editorial Capitán Swing publicó el texto “El enigma de Houdini” de Arthur Conand Doyle dentro del volumen “Como hacer bien el mal” que reúne una antología de escritos del escapista.

Hace años publiqué un relato titulado “La historia que nunca contó Conan Doyle”, dentro del volumen “Si me escuchas esta noche”, publicado por Mondadori.


domingo, 13 de octubre de 2013

El hombre incombustible, Lionetto y los saludadores.


El hombre incombustible, Lionetto y los saludadores.

¿Fue Faustino Chacón, el incombustible spaniard, señor Lionetto del que habla Harry Houdini en su libro Miracle mongers and their methods?

El asiriólogo dominico Jean Bottéro se quejaba de que el fuego no haya dejado demasiadas trazas escritas[1]; Señalaba, por ejemplo, que ningún manual o libro de cocina proporciona la receta del agua hirviente. Sin embargo la receta para volverse incombustible estaba escirta desde hacía mucho tiempo, pero pocos o nadie la habían leído.
El hombre incombustible


El hombre incombustible y  los faquires españoles


En agosto de 1803[2] actuó en Madrid un hombre que aseguraba poder resistir la acción del  fuego sin quemarse.  Ofreció una única sesión privada en casa de D. Francisco Antonio Zea en la que tocó con los pies desnudos  tres hierros al rojo vivo, los tomó en sus manos hasta enfriarlos y, una vez calentados de nuevo,  los pasó por su lengua.  Después hundió las manos en aceite hirviendo, con el que se lavó  la cara y enjuagó la boca.
Goya: Tragafuegos


El ciudadano Robinson, un profesor al que se anteponía el título de ciudadano  porque residía en el París posrevolucionario, acompañaba al hombre incombustible, de  cuyas proezas tuvo  conocimiento en Cádiz. El nombre del fenómeno era Faustino Chacón y venía precedido de una fama extraordinaria. ¿Existe propaganda más efectiva que el hecho  de haber salvado de las llamas a varias personas en una confitería del barrio de la Viña, incendiada tras el bombardeo de Cádiz por la flota inglesa de Jervis y Nelson? Era visto como un fenómeno asombroso que sorteaba las leyes de la naturaleza, provocaba el interés de los curiosos y desafiaba el discernimiento de los físicos.   
 Richard Westall.: Escena de batalla,entre ingleses y españoles Richard Westall.

 


Noticia de un hombre poco sensible al fuego.


Talavera: Puente de cerámica
Nacido en Toledo, Faustino Chacón era de origen muy humilde[3]. Su madre se llamaba María Avellaneda y su padre, Antonio Chacón se ganaba la vida como quincallero, mercadeando con objetos baratos de metal. Pasó su infancia en Talavera, una ciudad situada en el camino de Lisboa, que tenía una especial relación con el fuego y el calor, pues su principal industria era la loza y en ella abundaban los alfares y hornos de fábrica.  Pero su infancia concluyó abruptamente a  los diez años pues tuvo que abandonar la casa para ganarse la vida como pudiera. Durante dos años trabajó como jornalero en Oropesa, cuyo suelo es proclive al maíz, las patatas y el tabaco. Faustino Chacón era un fumador compulsivo y algunos de los sabios que estudiaron su caso, llegaron a afirmar  que esta costumbre favorecía su incombustibilidad.

Por entonces pasó muchos trabajos y necesidades. Una helada noche de invierno que se encontraba en una situación extrema, con el ingenio avivado por el hambre, recordó que su madre le había contado que a los pocos meses de vida cayó en un fogón sin quemarse. Dio en pensar que si pudiera repetir impunemente la experiencia, tal vez podía ganarse la vida. Probó a encerrarse en un horno de pan. Trató la lumbre y no sintió efecto alguno[4]. El resultado fue satisfactorio y marchó a Jerez y Cádiz, donde repitió la experiencia cada vez que se encontraba sin fondos. Fue entonces cuando se produjo el bloqueo y posterior bombardeo de Cádiz por la flota inglesa y Faustino Chacón salvó la vida a varias personas en la confitería del barrio de la Viña.

El caso llegó a oídos del profesor Robinson, quien se informó de otras experiencias que había   las familias pudientes de la ciudad. Resultaba impresionante comprobar que el fuego lo máximo que provocaba en su cuerpo  era un calambre sin consecuencias, ni siquiera desagradable.  ¿Una cualidad innata o adquirida? Faustino Chacón aseguraba que el uso del tabaco favorecía sus facultades ignífugas. Pero se trataba de un jornalero analfabeto del que era difícil obtener informaciones precisas.  El padre de Faustino le confirmó que su hijo disfrutaba de la incombustibilidad desde niño. Robinson quedó convencido que el asunto era digno de estudio y que la determinación de tan insólitas propiedades podía suponer un notable avance para la ciencia. Fue entonces cuando se ofreció para acompañarle a París para que se sometiese al examen en la Escuela de Medicina. 
Antiguo horno de pan de Aras de los Olmos
Pero antes hace un alto en Madrid, donde Faustino Chacón muestra su rara cualidad en casa de D. Francisco Antonio Zea. ¿Por qué allí?  Zea, el anfitrión, era un destacado científico que dos años después alcanzaría la dirección del Jardín Botánico de Madrid. Lo curioso es que estaba deportado en España por sus actividades conspirativas en el virreinato de la Nueva Granada. Con el tiempo  acabaría convirtiéndose en uno de los principales dirigentes de la independencia de la colonia[5], que adoptó el nombre de  Colombia. 

Zea había pasado tres años preso en el castillo de San Sebastián de Cádiz y alguno más confinado en la ciudad sin poder salir del perímetro de sus murallas. Pero al iniciarse el siglo XIX,  el Ministro Urquijo permitió su traslado a Paris, para completar su formación, con la intención de que regresase a Nueva Granada para hacerse cargo de la culminación y publicación de la obra del  botánico José Celestino Mutis, que había dirigido dos expediciones botánicas por el Reino de Nueva Granada.  

En París,  Zea entró en contacto con eminentes científicos algunos de los cuales intervendrían en la comisión encargada de valorar la realidad o quimera de las propiedades del hombre incombustible. Desde allí participó en las controversias sobre las ideas de Mutis respecto a la  quina, que despertaron agrias discusiones con los botánicos Casimiro Gómez Ortega e Hipólito Ruiz[6]. Zea defendió la idoneidad de la Quina naranja de Nueva Granada que algunas casas comerciales negaban, con el apoyo de ciertos botánicos, para favorecer la Chichona del Perú que distribuían.

Todo ello da una idea del ambiente en la que se desarrolló la experiencia del hombre incombustible que, también, provocó una notable controversia.  Zea era una persona comprometida con las ideas ilustradas, que al igual que el conocimiento científico, eran  patrimonio de una reducida élite intelectual. La mayoría de la población se mantenía  ajena a la educación moderna y sus referentes para pensar se encontraban en  la religión y las creencias tradicionales.


Quina Chichona
Cuando Zea retorna a Madrid se convierte en la mano derecha del prestigioso botánico  Cavanilles[7] que le nombra segundo profesor  del  Jardín Botánico. En su  casa constituye uno de los cenáculos donde casi todo se discute, se ponen  en cuestión los fundamentos del saber y se difunde y digiere la revolución científica en marcha. Aúna la dedicación científica con la inclinación por la política. Es  nombrado, simultáneamente,  segundo redactor de dos periódicos oficiales: la Gaceta de Madrid y El Mercurio. En la Corte eran habituales las actuaciones callejeras de los traga-fuegos. El más famoso de los que tenemos noticia se apodaba El Manco[8]. Goya representaría en acción a uno de ellos en una deliciosa aguada de tinta roja y sanguina, datada una década más tarde, en 1816- 819. Destinada a formar parte de  Los disparates, no se llegó a grabar.

El interés suscitado por las habilidades de Faustino Chacón alcanzó otra dimensión. Tanto la Gaceta de Madrid, como  El Mercurio ofrecerán noticia  de la curiosa “performance  que se concibe como un examen científico e implica una serie de pruebas que juzgará un público ilustrado.


El Mercurio cita a tres personas relevantes, todos ellos del círculo político que rodeaba a Godoy: Zenón Alonso, primer Oficial de la Secretaría de Gracia y Justicia y funcionario del Consejo de Indias; el abate Juan Antonio Melón que, por entonces, dirigía el  Semanario de Agricultura y Artes[9], dirigido a los Párrocos; y  D. Joseph María Duran, otro criollo ilustrado que había sido desterrado de América, encarcelado en Melilla y confinado en la metrópoli.

La actuación provoca un apasionado debate. ¿Era Faustino Chacón,  refractario al fuego? ¿Se trataba de una superchería?  ¿Llegaron a alguna conclusión? Con el tiempo veremos que sí. Pero en aquel momento se quejan de su marcha precipitada. Sólo pudieron efectuar un examen somero porque Robinson estaba ansioso por presentar en París el prodigio.

De cómo un analfabeto hace dudar a los más doctos



Esta nueva sesión tuvo lugar en el anfiteatro de la escuela de Medicina y a ella asistieron varios   Jean-Baptiste Huzard, un veterinario que reunió una biblioteca de cuarenta mil volúmenes, subastada a su muerte con el sugerente nombre de biblioteca del fuego[10]; Charles Boucher[11], el médico que conservó las cenizas del corazón del rey  Henrique IVº, cuyo cadáver fue desenterrado y quemado por los revolucionarios;  Philippe Pinel, médico especializado en el tratamiento de  las enfermedades mentales, para las que proponía un tratamiento moral; François Chaussier, médico y químico, pionero de la medicina legal,  Raphaël Bienvenu  un cirujano muy querido, por su abnegación y piedad con los enfermos; y Jean Noelle  Hallé promotor de la higiene y la vacunación y  futuro médico de cabecera de Napoleón Bonaparte.


científicos prestigiosos, de personalidades variadas, que mantenían concepciones diferentes y, a menudo, opuestas. Entre ellos Louis Bernard Guyton-Morveau , magistrado y químico, partidario de que la combustión era consecuencia de la liberación de una sustancia hipotética llamada flojisto;

Faustino Chacón adoptó el nombre artístico de senor Lionetto. Senor con n, pues la grafía  ñ no existe en otros idiomas. Repitió las experiencias ejecutadas en casa de Zea y realizó otras nuevas. Esta vez se enjuagó con ácido nítrico, muriático  y sulfúrico, recorrió con una vela encendida la superficie de pies y piernas y hundió las manos en agua hirviendo y saturada con sal.

Fue una sesión abierta al público, a la que asistió un verdadero  gentío que pudo comprobar que el fuego, el ácido y el agua hirviente no dejaban señal alguna de quemadura. El cutis permaneció fino y suave[12] y la lengua carnosa.  Sólo advirtieron una pequeña mancha amarilla en la palma de la mano que no le producía dolor, ni molestia alguna. Previamente había permanecido diez minutos, en un horno para vidrio, a elevada temperatura. Sólo se quemaron sus ropas. 

Espejos demostrativos de la reflexión de los rayos calóricos
La expectación por el dictamen de los sabios era grande. Pero la opinión no era unánime y nunca lo sería. ¿Cómo es posible que el fenómeno fuera tan difícil de observar y analizar por un auditorio en el que se encontraban algunos de los más perspicaces científicos? Antes de proseguir me gustaría señalar que la objetividad a la hora de afrontar casos como este es relativa, pues un hecho aparentemente prodigioso desencadena expectativas inusitadas y es un acicate para la imaginación. Un ejemplo representativo sería el del médico Charles Boucher.  En sus Memorias describe las experiencias a las que sometieron los físicos al joven español. Le aplicaron hierros al rojo vivo – escribe - y este individuo no dio señal alguna de dolor. Incluso el fuego no ha dejado más marcas que las que dejaría en una piedra. Se le ha aplicado agua fuerte en la boca y las encías, el paladar y la lengua han permanecido intactos. De inmediato empieza a especular con las posibilidades que abre una persona dotada de tales cualidades: No sé si el gobierno prestará toda la atención que merece un individuo semejante; - prosigue - Podrá servir en los incendios de manera muy ventajosa para salvar a los habitantes de una casa incendiada. Este cirujano conocedor y eficiente, hombre culto, de carácter sensato, no puede impedir que la idea de incombustibilidad incendie su imaginación. Si ha adquirido esta cualidad por un secreto exclusivo, debe comprársele a  muy buen precio. Todos los periodistas están asombrados y ninguno ha pensado cómo utilizarlo. ¿Qué ventajas se derivarían para las artes de la cristalería, de la forja, si se hallara la manera de manipular los materiales empleando solamente pinzas?

Aun así llama la atención cómo un grupo de sabios escogidos pudieron sentirse confundidos, cuando no claramente burlados por los procedimientos  que pudiéramos llamar etnológicos, mezclados con una indudable intuición escénica, de un hombre sin instrucción, totalmente analfabeto. Para comprenderlo es preciso tener en cuenta cuáles eran los conocimientos y la concepción dominante del calor que compartían los científicos a comienzos del siglo XIX. 



Daniel Bernoulli

En el siglo XVIII los físicos no concebían el calor como un tipo de movimiento. La excepción fue Daniel Bernoulli quien esbozó  un modelo de la estructura de los gases, en el que planteaba que estos eran átomos en continuo movimiento, que colisionaban  entre sí y con las paredes del recipiente que los contenía. Sus proposiciones sobre la Mecánica de los fluidos, hoy conocidas como Teoremas de Bernoulli, fueron publicadas en 1738[13], pero fueron desechadas, en beneficio de la teoría del calórico. A principios del siglo XIX,  en el proceso de combustión, la liberación del flogisto – que era el anterior principio del fuego – se sustituyó por la absorción de oxígeno y la liberación de calórico, se convirtió en el nuevo principio del calor: la hipótesis dominante, sugerida por los métodos calorimétricos de medición, era que existía una sustancia nombrada caloricum que se conservaba y que fluía de cuerpo en cuerpo. Distintos materiales tendrían distintas capacidades para esta sustancia de fricción, y al friccionar dos cuerpos el caloricum sería literalmente extraído[14] .


En algunas situaciones la calle es una buena universidad y proporciona argumentos para sumergirse en la realidad  y ejercer la duda metódica sobre cualquier construcción intelectual.  Creo que es el caso de Boucher: el recuerdo de una artista callejera, que formaba parte de una compañía de volatineros le inspira sensatez en sus ensoñaciones. Sus compañeros le aplicaban una pala calentada al rojo vivo sobre la planta de los pies.  Boucher logró informarse de  que  previamente la mujer se frotaba jugo de cebollas. De manera que concluye: Pero no nos abandonemos a Ideas demasiado halagüeñas, es preciso que nuevas experiencias nos prueben hasta qué punto este hombre es una salamandra o un saltimbanqui.




La sangre, la orina y los excrementos de Faustino Chacón fueron atentamente analizados por los sabios, pero el dictamen definitivo se retrasó. Durante mucho tiempo se aguardó con especial expectación la opinión de Pinel. Pero no acababa su informe, en tanto intenta algunas de las experiencias. Muchos años después, Harry Houdini, consideraría la actuación en París, en 1803,  de The incombustible spaniard, señor Lionetto[15], como un fenómeno maravilloso, precedente de una especialidad en el mundo del espectáculo que adquiriría una gran popularidad  en los años siguientes.




El arte de los traga-fuegos evoluciona


[16] publicado en 1806  relata que depositaba una moneda de cobre al tiempo que  introducía  los pies en agua fuerte, Y no sacaba los pies hasta que esta se deshacía. Tomaba el pañuelo con el que se secaba el sudor, lo aplicaba a las llamas y no se quemaba. Se pasaba una barra de hierro al rojo por la cabeza y el pelo se ensortijaba, sin chamuscarse. Metía los pies en una caldera de plomo derretido y cuando este se coagulaba, los extraía con las manos. Se lavaba las manos y los pies en aceite hirviendo, en el que freía un huevo. Todo está más medido, más pensado y es más visual. El número, que era efectivo pero tosco, con estas y otras sutilezas se coinvierte en un auténtico espectáculo. Durante su actuación – señala el folleto  - no daba muestras de dolor alguno, manteniendo un carácter risueño y una entera serenidad, explicando cuanto hacía con un tono natural y jocoso. 


Robert Powell
Para los espectadores las preguntas siguen en el aire porque es difícil negar lo que aprecian los ojos,   el fuego no le afecta. Cualquier detalle se aquilata para discernir si es una facultad adquirida o hereditaria, El hecho de que beba aguafuerte ¿influye en la resistencia al fuego de su cuerpo al igual que enronquece su voz?  El posible influjo del tabaco se cita una y otra vez. Se descubre que tiene una hermana melliza que no disfruta de las mismas aptitudes. Y se empieza a recoger noticias sobre otros similares. Se habla de una dama de Orleans que sellaba su lengua con lacre y de otro francés, de piel gruesa y grasienta,  que caminaba sobre una barra al rojo vivo que no son muy relevantes. Si lo son los dos ejemplos ingleses que nos colocan en la pista de donde proceden las habilidades de Faustino Chacón. El folleto menciona a un sujeto que residía en Londres, que manejaba y hasta lamia un hierro ardiente,  mascaba azufre, cera, resina y carbones, todo ardiendo tan vigorosamente que en sus llamas se asaban ostras. El autor del folleto sufre  una confusión porque inmediatamente habla de un químico llamado Richardson que ponía sobre su lengua un ascua de carbón, sufriéndola allí todo el tiempo necesario para asar un pedazo de carne cruda, sin dar la menor muestra de dolor, aunque se soplase el ascua para reanimarla. El autor ha invertido los papeles. Quien prefería la carne asada era Robert Powell, un showman extraordinario que perfeccionó las viejas artes de los traga-fuegos medievales en las ferias británicas. A Richardson era a quien le gustaban las ostras.  Lo que si es cierto es que ambos cocinaban sus plato preferido en la punta de lengua, sobre carbones encendidos, que los espectadores avivaban soplando o con un fuelle.

Otros  gustos culinarios de Powell eran más estrafalarios. Fue célebre la sopa que obtenía mezclando brea, azufre y otros combustibles en una escudilla de hierro que ponía al fuego. Cuando empezaba a hervir, se la comía a cucharadas, que seguían borbolleando dentro de su boca.

John Eveling[17] expresa en  su diario su admiración por Richardson y, también, un detalle que será esclarecedor. Durante la feria de San Bartolomé en octubre de 1672 tuvo ocasión de recibir en una casa de Leicester a  Richardson, el famoso traga-fuegos. Tras devorar azufre ardiendo, se bebió un vaso de cerveza y realizó el  número de asar una ostra en la punta de la lengua. Luego ingirió un combinado de cera y azufre en llamas y tomó una gruesa pieza de hierro y  cuando ardía más intensamente,  la pasó  entre los dientes, y luego por la mano, y la tiró por ahí como una piedra, de manera que observé no se preocupaba en mantener mucho tiempo[18]. Excelente observación que no debemos olvidar: Richardson sólo podía mantener el contacto con el hierro al rojo durante un breve lapso de tiempo.

Richardson
Las referencias a Powell y Richardson que hemos encontrado en el  primero de los folletos dedicados al hombre incombustible tienen la virtud de situar las habilidades de Faustino Chacón en el marco que le corresponde, el de los espectáculos de magia. Powell y Richardson ejemplifican la mutación de la cultura popular dominante en la sociedad occidental desde la Edad Media en la naciente cultura de masas. Habían perfeccionado el añejo arte de los traga-fuegos que  junto a los traga-sables y otras suertes  que, con el tiempo, englobaremos en el término faquirismo, eran diversiones habituales en las ferias.. Los hombres salamandra, nombre por el que se les conocía, en su versión más generalizada empleaban bolas de estopa de lino o cáñamo, que remojaban en aceite y a las que prendían fuego. Ayudándose de unas tenazas las colocaban en la punta de la lengua. La sensación era que el fuego salía de su boca y lanzaban grandes bocanadas,  mientras un humo denso y negro flotaba alrededor.


Es significativo que el folleto no califique de traga-fuegos u hombre salamandra a Richardson. Le denomina químico.  En la época, las aproximaciones y correspondencias entre la ciencia y el ilusionismo eran estrechas y las sensaciones mágicas estaban determinadas, en una doble dirección, por el acervo de conocimientos. Por una parte los magos no sólo  se presentaban como profesores de física o como, en este caso,  químicos, también tenían que recurrir a principios científicos para realizar sus maravillas. Por otra, para el público, la sensación mágica de lo que veía aumentaba o disminuía en función de su comprensión científica de los hechos. Como hemos apreciado en la actuación De Faustino Chacón en París ante el tribunal científico,  las actuaciones de los hombres incombustibles, de los traga-fuegos y  de los hombres salamandra  impresionaban, pues no se llegaban a comprender los principios científicos sobre los que reposaba su arte y sugerían un poder sobre el fuego similar al de la salamandra, el mítico reptil capaz de vivir en las llamas sin quemarse. Una situación ambigua.  La magia ilusionista era un acicate para formularse preguntas, un laboratorio para la investigación científica y un vehículo de divulgación de la ciencia no sólo para el público profano, sino también para los iniciados, muchos de los cuales la practicaban. Y al tiempo es un antídoto para el desencantamiento del mundo provocado     racionalización cultural y la convicción de que todo puede ser dominado mediante el cálculo y la previsión. Desde esta perspectiva, la magia sería un principio reactivo de reencantamiento.

Curar con saliva


El segundo folleto [19] Arte de hacerse incombustible ó Exámen de los medios y específicos de que algunos han hecho uso para resistir... la acción del fuego, no es una mera descripción de los fenómenos observados.  Quien lo redactó es persona inquisitiva y de indudable preparación. Pienso que puede ser D. Joseph María Duran y más adelante daré mis razones.

Salamandra
Como es habitual en la época se inicia con una exposición histórica, aunque su contribución principal será la revelación de los métodos  que emplean algunos para manipular el fuego engañando a los crédulos.  La primera cita es de Virgilio, quien en la Eneida[20] en boca de Arunto pone los versos siguientes:


Y en su piedad fiando. Y sus favores,

Sus santas brasas sin temor pisamos…


Versos que en  pocas palabras relacionan tres conceptos claves con la ancestral costumbre de caminar sobre el fuego: la petición de un favor a los dioses, la fe en ellos y la superación de una prueba arriesgada.

La  cita de Virgilio en el folleto sirve para  recordar que, en su versión más extendida, la de caminar o danzar sobre brasas ardientes, el arte de tolerar el fuego sin quemarse es una práctica común a diversas culturas. De lo que se deduce que desde muy antiguo se conocían virtudes y específicos contra la actividad del fuego[21].  Como ejemplo de ello, menciona a los saludadores siguiendo la orientación ilustrada iniciada por Feijoo[22]. En su Teatro crítico universal analiza minuciosamente las prácticas de los saludadores  que fueron en España curanderos a los que se atribuía el poder de sanar  personas y animales aquejados de rabia o hidrofobia, mediante el aliento o la saliva. A la supuesta capacidad de curar unían la de ser inmunes a la acción del fuego.


Fuegos míticos







Es una práctica que deriva de los llamados maestros del fuego, aquellos que al domar el fuego y controlar sus efectos,  lo emplean para múltiples operaciones, además de calentar o iluminar. Como el alfarero que modela la arcilla o el herrero que da forma al hierro. J. G. Frazer   identifica la historia de la Humanidad con las  tres etapas de este aprendizaje. Imaginemos una primera Edad sin fuego. Una segunda Edad en la que se aprende a utilizar una de sus propiedades - el calor - y se desarrolla la técnica de la cocción de alimentos, la alfarería y la metalurgia. Y una tercera Edad en la que se desarrollan las técnicas de iluminación. 

Krisna se traga el fuego del bosque

Aunque los poderes del herrero y alfarero son de un orden distinto, en las viejas culturas, en las más arcaicas, comparten con el chamán la condición de maestros del fuego. Mircea Eliade brinda una razón convincente. El alfarero modela formas  nuevas en la arcilla con la intervención del fuego, al igual que el herrero moldea el hierro que el fuego convierte en flexible y dúctil.  Lo que entraña que  el fuego se declaraba – precisa Eliade “como un medio de hacer las cosas «más pronto», pero también servía para hacer algo distinto de lo que existía en la Naturaleza, y era, por consiguiente, la manifestación de una fuerza mágico-religiosa que podía modificar el mundo y, por tanto, no pertenecía a éste.

La magia primitiva entrañaba el dominio del fuego y quienes la ejecutaban – el chamán, el curandero o el mago – a través del dominio del fuego hacían visibles otros poderes intangibles. Los saludadores eran una supervivencia de aquella condición.

Feijoo imagina un juego de manos



Feijoo, por supuesto, descarta que posean  virtud alguna particular, ni divina, ni natural, ni demoníaca[23] y analiza los trucos de los que se valían  para pisar barras de hierro al rojo, meterse en un horno o apagar brasas con la lengua. Sobre el poder pisar la barra al rojo  escribe: El pisar la barra del modo que yo, siendo muchacho, lo vi hacer a un Saludador, es cosa facilísima. Con guarnecer las plantas de los pies con cualquier pasta medianamente gruesa, pueden defenderse del fuego aquel breve tiempo que pisan la barra. Mucho más, si la pasta fuere de algunos ingredientes de especial virtud para resistir, o apagar el fuego; y mucho más aún si se añade el que tengan las plantas muy callosas, como es natural que lo procuren, y fácil que lo logre[24].

Despacho de Feijoo en Samos
Sobre la experiencia de encerrarse en un horno a altísima temperatura recomienda cuando llegase el caso, deberá examinarse con mucha sagacidad la experiencia: pues podría intervenir en ella algún engañoso juego de manos. Pongo por ejemplo: Podría tener el horno algún agujero, o por el suelo, o por los costados, por donde al punto de entrar en él el Saludador, o cuando sopla la llama se introdujese por operación de otro, que estuviese de concierto con él, agua fría en bastante cantidad para apagar el fuego, y templar el ardor. Pueden discurrirse muchos modos de ejecutar esto con tanto disimulo, que ninguno de los concurrentes perciba el artificio, si no es muy sagaz. Puede también el Saludador llevar muchos pequeños botijones, o vejigas llenas de agua debajo del vestido, prevenidas de tal modo, que se rompan, o desaten al tiempo de entrar en el horno, y bastará esta invención para librarle, si el fuego no es mucho. Acaso habrá otros juegos de manos para este efecto mucho más sutiles: pues si a mí me ocurren los dichos, sólo con pensar de paso en la materia, es de creer que los que ponen un continuo estudio en engañar el mundo con estas demostraciones, hayan adelantado mucho más[25].

El cuanto a la capacidad de apagar un ascua con la lengua asegura no tengo por muy difícil salvar la apariencia. Y añade Teniendo la boca bien húmeda, acercando la lengua a la brasa, en ademán de lamerla, pero sin tocarla efectivamente, y arrojando el aliento hacia la brasa siempre que se hace el ademán de tocarla, me parece que el copioso, y denso vapor que sale de la boca, la humedecerá de modo, que a breve rato se apague. Donde se debe notar también, que la respiración arrojada hacia la brasa, impele a la parte opuesta la actividad del fuego, de modo que no ofende la lengua, aunque se acerque mucho a él. Cualquiera podrá experimentar, que cuando se están soplando unas ascuas, por la parte donde se impele el aire se puede acercar más la mano que cesando el soplo. Sin embargo, he oído decir, que tal vez de esta acción de lamer la brasa sacan los Saludadores sus ampollas en la lengua[26].


La estirpe de los saludadores.


 

En la Europa Ilustrada,  esta clase de curanderos sólo perduraban en España. Así lo asegura Feijoo y lo repiten diccionarios y enciclopedias que incluyen el término saludadores. Lo cierto es que en España se trataba de un oficio reglado. Llama la atención de que se pudiera validar un don que se suponía de nacimiento, don que se manifestaba espontáneamente en el  séptimo hijo, varón o hembra, de un matrimonio, cuando los seis hermanos anteriores  eran del mismo sexo. O en aquellos que habían nacido en jueves Santo, Viernes Santo, Nochebuena o el día de la Encarnación. O en los que habían llorado en el vientre de su madre y esta,  tras haberlo oído, no lo hubiera revelado. O ser el mayor de dos hermanos gemelos. O haber nacido con el mantillo o bolsa amniótica, En todo caso los saludadores tenían que  superar un examen ante el obispo de la diócesis o el Tribunal de la Inquisición,  que les capacitaba para ejercer su oficio.

Saludador medieval
Se decían descendientes de Santa Catalina de Alejandría, cuyos devotos celebran la invulnerabilidad y mostraban en su carne grabada una rueda como signo de su origen milagroso.

Kosti en Bulgaria
Faustino Chacón logra aunar la estirpe de los saludadores con el camino marcado por Richardson para la estirpe de los traga-fuegos y hombres salamandra. Es decir funde unas prácticas mágicas que tienen un origen mítico y se hallan sacralizadas, aunque en decadencia,  con un espectáculo. En la crónica de un periódico de la época se aprecia con claridad. Tras hablar de la expectación que han producido sus actuaciones en Francia, que han vertido ríos de tinta en la prensa extranjera, expresa su decepción al encontrar ante un espectáculo como lo puede ser la Fantasmagoría, las sombras chinescas, los equilibrios y grupos de la Romanini y compañía, y los admirables gorjeos de Madama Catalán[27], todas ellas  atracciones populares de la cartelera madrileña.   

 

Faustino Chacón inaugura una variante del faquirismo escénico, una dinastía de artistas que serán conocidos, sobre todo en París, como los faquires españoles. Aúnan el arte callejero de los traga fuegos y los procedimientos de los saludadores. ¿Por qué se denominaban españoles? A principios del siglo XIX, sólo en dos países europeos esta tradición estaba viva. Uno de ellos era España y otro de ellos Bulgaria según el libro Des erreurs et des préjugés répandus dans la société[28]. Se trata de una obra que alcanzó gran popularidad, escrita por alguien a quien podríamos denominar un publicista de la época. Jacques Barthélémy Salgues fue profesor de elocuencia en Sens, escapó por los pelos a la guillotina y dedicó su tiempo a recopilar los miedos ancestrales, las creencias atávicas, las supersticiones que sobrevivían al bisturí de la Ilustración.  Habla de unos seres superiores, con el nombre de ensalmadores, santiguadores, saludadores que tenían entre otros poderes – como el de curar las enfermedades con saliva – el de manipular el fuego impunemente, tragar aceite hirviendo, andar sobre carbones encendidos y ardientes, pasearse cómodamente entre troncos inflamados. Con respecto a Bulgaria cita el pueblo de Kosti, en cuya  iglesia en llamas, se oyó un suspiro. Eran los iconos que pedían ayuda. Las gentes del pueblo que acudieron, pudieron atravesar las llamas sin quemarse. Sus descendientes, desde entonces, saltan el fuego como posesos el día de San Costantino, danzando entre las llamas, mientras tocan la cornamusa.


Toda una tradición cultural de la que reclamarse continuador y partícipe, Por una parte la de los saludadores, que sustentaban la fe en la supuesta capacidad de curar mediante estas demostraciones poder visibles, como la inmunidad a la acción del fuego. Y, por otra, ritos de iniciación como el andar sobre brasas de los fuegos del solsticio de verano, que perviven en las hogueras de San Juan y otras fiestas similares.


Referencias legendarias y desafío a la razón



Reclamarse como parte de una tradición cultural legendaria y perpetuada en el tiempo es una forma de lo que los magos llaman miss direction. En este caso una manera de desviar la atención del verdadero origen de sus artes. La magia no se sitúa en una región que se pueda hallar en los mapas. Los magos, como los pintores y los poetas, buscan ampararse en regiones imaginadas, donde  perderse en los deseos intactos a las devastaciones del tiempo, libres de las imposiciones de la realidad, intangibles como la libertad y la esperanza, siempre posibles. Para lo románticos uno de esos lugares es España que conserva tradiciones ancestrales, desaparecidas en otros países europeos. Otro es Oriente, cuya imagen legendaria fue acuñada por Heródoto. Una estampa colmada de asombro en la que la perplejidad y la extrañeza presagian lo sobrenatural y saborean una sabiduría misteriosa y oculta. Viajeros posteriores, como Pedro Tafur, Benjamín de Tudela o Marco Polo bosquejarán las rutas de la aventura hacia un universo donde habita lo otro, lo distinto, lo desconocido.

La cama de clavos

En las calles de la India vieron una forma de magia, antigua como el propio hinduismo, relacionada con los misterios védicos, cuyos secretos trucajes se remontaban a Egipto o Mesopotamia. Sagas familiares de prestidigitadores transmitían esta clase de conocimientos de padre a hijos. Era más difícil asistir a su ejecución por parte de los faquires, ascetas cuyo nombre significa etimológicamente mendigos. No solían prodigarse en público, pero se les atribuían prodigios como la cuerda india, la levitación, la suspensión en el aire, el enterramiento vivo y otros desafíos a la  resistencia física y mental, tales como caminar sobre el fuego o sobre cristales, tragar fuego o cuchillos y tenderse sobre camas con clavos.

  
De China llegaron, a su vez, noticias de los echadores de cuchillos sumamente hábiles que silueteaban un cuerpo con sus dagas. También eran capaces de cortar a un hombre en dos con una espada. O de efectos más delicados como la producción de peces dorados que ejecutaba el mago francés Phillippe desde 1837, imitando lo que había visto hacer a un mago chino que actuaba en Dublin.  


Dibujo de Goya, titulado Pobre en Asia,
 probablemente inspirado en el grabado de  un fakir

Los libros de grabados hacían visibles los prodigios que sucedían en tierras lejanas, Jean Nievenhoff  en su Description general de l´empire de la chine, [29]describe algunas prácticas próximas al faquirismo  entre los monjes orientales como la de encender fuego sobre la cabeza. Bernard Picart[30] en su Traité des cérémonies religieuses de toutes les nations, se refiere a ciertos mendigos que quemaban drogas sobre su cabeza y muestra un monje arrodillado con un penacho de fuego. Son imágenes que inspiran una soberbia aguada de Goya con un título extraordinario: Pobre en Asia que se enciende la cabeza hasta que le dan algo. Recordemos que faquir es sinónimo de mendigo.


El rey del fuego y la mujer incombustible:



Para los llamados faquires españoles, la referencia legendaria serán los saludadores.

Otros magos occidentales adoptarán el personaje del faquir hindú, el derviche musulmán o el mago chino. Pero no todos los continuadores de Richardson y de senor Lionetto se presentan bajo advocaciones legendarias. Dos de los más relevantes - Chabert y Madame Giradelli - planteaban su espectáculo como un desafío a la razón, en un marco contemporáneo, lo que demuestra que  lo que hacían seguía resultando incomprensible.

Chauvert



Previamente Chabert había pasado realmente mucho frío. Durante la Campaña de Rusia, sirvió en las tropas de Bonaparte. Fue hecho prisionero por los rusos y deportado a Siberia, donde soportó grandes penalidades y un clima inhóspito hasta que logró escapar a Inglaterra. Allí y en Estados Unidos transcurrió su carrera artística. Perfeccionó uno de los efectos del senor Lionetto: la introducción en un horno encendido. Fue su número estrella. Mostraba en el escenario un artilugio de hierro que tenía el aspecto de un auténtico  horno de panadería. Una vez encendido y calentado al máximo, se introducía en él con una pierna de cordero y no volvía a salir hasta que esta estaba perfectamente asada.

 
Madamme Giradelli

Hacia 1816 causó pasmo en Inglaterra una mujer incombustible. Actuaba con el nombre de Madame Giradelli. Un grabado de Charles Willians la presenta vestida con un coqueto traje con volantes y pantalones. Una de sus manos parece acariciar  las llamas de un brasero del que sobresalen los muslos de un pollo o pavo en trance de asarse. La otra sostiene sin protección una paleta al rojo vivo que, al aproximarse  al cuero cabelludo, riza sus cabellos. Uno de sus pies se apoya en una piedra candente. Sobre un velador se aprecia una jarra de aceite, un platillo que parece de peltre  con piezas de metal  y un tarro de cristal, tal vez relleno de ácido. En un segundo plano, humea el  plomo fundido.  Madame Giradelli bebía ácido sulfúrico y comía velas encendidas, fuego y metales derretidos.


Podemos considerar las actuaciones de  Chabert y de Madame Giradelli como actuaciones laicas. Pero en la mayoría de los casos las demostraciones de incombustibilidad recurrían a una cobertura legendaria. El mago en escena representa el personaje de un mago. Compone y construye una personalidad de ficción a partir de sus fantasías, deseos y sueños. También de su temperamento, carácter, preparación y conocimientos, de los códigos de la escena y las demandas del público.


¿Una de las demandas del público al contemplar un juego de magia es el diálogo imaginativo entre lo que ve y lo que Jung denominaba el inconsciente colectivo, el  sustrato común a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, compuesto por símbolos primitivos con los que se expresa los contenidos de la psique que está más allá de la razón?  La vinculación del  efecto mágico con un referente legendario facilita la conexión con las imágenes primordiales que se revelan a través de los símbolos desde la sombra del lado inconsciente de la personalidad y afectan emocionalmente a la conciencia. 

 
Chung Ling Soo

No todos los faquires españoles habían sido saludadores. Pero el hecho de provenir de un país en el que seguían existiendo estos seres de inexplicable poder, dotaba de una cobertura mítica a sus actuaciones e invitaba a la imaginación a abandonar el presente e iniciar un recorrido incierto hacia los remotos orígenes. Tampoco era imprescindible para los faquires hindúes ser originarios de la India. Todo sucedía en escenario, no lo olvidemos.  Los que se presentaban como derviches tal vez  habían  pertenecido o no a una cofradía sufí. Unos y otros creaban un personaje escénico. Por ejemplo: Sería difícil apreciar diferencias entre dos de los magos chinos que realizaban maravillosos efectos con fuego: Chin Ling Foo y Chung Lin Soo. Uno de ellos era chino y el otro no, pero murió víctima de su propio personaje. ¿La escena tiene su propia realidad?  ¿Y qué decir de la magia? Para la magia la realidad es un calcetín al que se puede dar la vuelta.

Fueron muchos los ilusionistas que reprodujeron las experiencias de los faquires. En el caso de la incombustibilidad  se ha  desarrolló una magia del fuego  riquísima en efectos, muchas veces sutilísimos, otras espectaculares. Una versión actualizada de la incombustibilidad sería el espectáculo…



En cuanto a los hombres incombustibles españoles, siguieron actuando bajo la apelación de faquires españoles  hasta el primer tercio del siglo XX. Durante su exilio en Francia, entre 1824 y 1828,  Goya pudo contemplar el espectáculo de Martínez, que se introducía en un horno con un pollo y no lo abandonaba hasta que el ave estaba en su punto[31].  Muchos años después Paul Heuzé cita a un faquir español que actuaba en París un siglo

más tarde. El libro de Heuzé[32] prueba que esta clase de espectáculos cien años después seguían provocando encendidas polémicas, lo que explica que continuaran exhibiéndose como fenómenos extraordinarios y no sólo como artista de la ilusión.


Explicaciones convincentes



Sin embargo, tras la vuelta a España en 1806 de Faustino Chacón, el señor Lionetto, en  el segundo folleto planteaba preguntas incisivas. ¿Qué confianza podemos tener en Chacón a la vista del embarazo y rutina con que ejecuta sus habilidades? Si su cutis es igual en todas partes o el específico sirve para todas ellas ¿Por qué no coge las barras con la mano indistintamente en cualquier punto? ¿Por qué no las aplica con firmeza en cualquier parte del cuerpo o de la cara sin pasarlas rápidamente sólo por unas? ¿Por qué cuando pone el pie en el plomo no lo mantiene fijo, sin aquel acelerado movimiento oscilatorio que se advierte?  Sin duda el que lo escribió era un hombre perspicaz y ofrecía respuestas convincentes.  


Goya: Sopla
La prueba de la vela encendida se le antoja demasiado trivial y  la del aceite hirviendo similar a la del plomo. De la del aguafuerte, dice que este ácido no afecta a las grasas.  De manera que si se tiene la precaución de tomar materias grasientas se puede beber aguafuerte y luego volitarlo

.   

El anónimo autor es hombre preparado y perspicaz y ofrece su versión de casi todas las suertes que realiza Faustino. La prueba que menos extrañeza debe causar es la del^ horno, pues es bien sabido que el cuerpo humano puede resistir un grado extraordinario de calor, y acaso mayor del que ha manifestado Chacón. A la seguridad con la que se expresa quizá contribuyó la traición del criado de Chacón. Este hombre traicionó a su amo, revelando los secretos de todos los ejercicios que realizaba, en una sesión ante un público interesado y docto, en la misma Fonda del Ángel donde el hombre incombustible se había alojado y había ofrecido sus actuaciones. Uno de estos ingenios doctos sería el del anónimo redactor del folleto. Mi hipótesis es que se trataba de Josep Antonio Durán, el científico criollo que ya asistió a la primera demostración de Faustino en Madrid. En 1806 Durán tradujo los Nuevos elementos de terapéutica y de materia médica: seguidos de un nuevo ensayo sobre el arte de formular que prestaba gran atención a las enfermedades de la piel, pues su autor  Jean Louis Albert fue  uno de los fundadores de  dermatología.               .

Su conclusión es que Faustino Chacón hace en definitiva las mismas destrezas con el fuego que las que realizaban los saludadores.

Sementini está a punto de quemarse

Faustino Chacón no pudo convertirse en el senor Lionetto en España. Sin duda, en parte, por la traición de su criado y por la publicación del folleto que acabo de comentar. Pero sobre todo porque en España seguían existiendo los saludadores. Lo que en otros países ofrecía una cobertura mítica, o al menos legendaria, en España era una realidad cotidiana, al alcance de la mano. No era un acicate para la imaginación, sino para la inteligencia. Lo que era difícil de comprender por parte de los científicos, por las razones que antes he aducido, estaba más claro para quienes se hallaban al tanto de las prácticas tramposas de estos. Recordemos que Feijoo ya las había explicado muchos años antes. Casi desde el principio en España se asimiló las habilidades ignífugas de Faustino a los saludadores y a sus prácticas tramposas.

Tragafuegos

Chacón no podía ser Lionetto en España. Tuvo que proseguir su carrera artística en otros países.  con un notable éxito, influencia e imitadores. No cabe duda que se convirtió en un gran artista, pero su mayor aliado siguió siendo el calórico. Los sabios se preguntaban si ¿su substancia hidrogenada y carbonada es menos susceptible de inflamación y de descomposición por el contacto de un cuerpo ardiendo? Atribuían sus prodigios a una  una disposición natural, tal vez, perfeccionada por la costumbre, el hábito y el entrenamiento. Algunos hacían notar que cuando aplicaba a su cuerpo un hierro candente, nunca prolongaba la aplicación mucho tiempo y se  percibía un olor desagradable. Se hacían otras consideraciones como que el calor es más fácil de resistir que el frío, que los incombustibles que derriten plomo en su lengua o pasan por ella una barra ardiente, no son capaces de beber agua hirviendo. También cayeron en la cuenta de que una gota de agua pude permanecer un buen rato sobre un hierro al rojo sin evaporarse o que las quemaduras de un hierro a medio enfriar son más virulentas que las de un hierro al rojo.

Recorrió numerosas ciudades europeas


Lionetto seguía siendo un fenómeno extraordinario e inaudito cuando actuó en Nápoles en 1809.  Allí asistió a sus funciones un profesor de química de la Universidad. El profesor Sementini reconstruyó el acto en su memoria con la minuciosidad de una miniatura. En su informe anotó[33]: Cuando el hombre incombustible aproxima su cabeza a la plancha de hierro, sus cabellos exhalan  una gran cantidad de vapores blanquecinos y densos. Algo que sucede también cuando toca con la planta del pie la barra echa ascua. Dice que se va a tragar un vaso de aceite hirviendo pero sólo introduce en su boca el cuarto de una cucharada. Y vierte  sobre su lengua unas pocas gotas de plomo derretido; Al apretar entre sus dientes el hierro encendido su rostro expresa cierto sufrimiento[34]. 


También se fijó en otros síntomas. Tenía la lengua cubierta de una capa semejante a la saburra de que se carga en varios afectos gástricos y  su dentadura estaba toda negra. Su conclusión fue que Chacón/ Lionetto utilizaba algún ungüento paro proteger la piel. Apeló a todos sus conocimientos de las substancias químicas para lograr un preparado de similar eficacia para preservarse de la acción del fuego. Y no sólo eso. Lo probó en sí mismo. Emociona pensar en el viejo profesor, en la soledad de su laboratorio, quemándose los dedos. Porque los primeros ensayos fueron infructuosos, ¿Cuánto tiempo y sufrimiento le costaría dar con la fórmula?


¡Qué gran día aquel en el que logró acariciar suavemente su cuerpo con una barra al rojo! ¡Al fin funcionaba! Ensayó una, dos, tres veces, Siempre con éxito, Se friccionaba  un mejunje de ácido sulfúrico, alumbre, jabón y azúcar en polvo. También era efectivo en la lengua.



Estaba escrito



Al principio de este artículo dije que la receta para volverse incombustible estaba escita desde hacía mucho tiempo, pero pocos o nadie la habían leído. Efectivamente Alberto Magno, un auténtico ilusionista, desveló la técnica para tolerar el fuego en su libro  De Mirabilibus Mundi: Si quieres traer fuego en la mano sin que te ofenda, toma cal desleída en agua caliente de habas, un poco de zumo de malvas, otro de malvavisco, mezclado todo muy bien, úntate luego la palma de la mano y después de  déjala secar, pon en ella fuego, que no recibirás daño alguno.

Para la admirable experiencia de hacer que los hombres caminen sobre el fuego sin lesión, o que sin ella se lleven en la mano un hierro encendido, tomarás zumo de malvavisco, o malva fina, una clara de huevo, cal y semilla de la hierba zaragatona, y reduciendo todo a polvo, añadirás zumo de rábanos. Con esta mezcla te untarás el cuerpo o manos y dejarás que se sequen, volviendo después a untarte de nuevo podrás manejar el fuego sin temer que te ofenda.

The Great Rameses ; Cremación
Pero muchísimo antes, el obispo Hipólito había escrito la fórmula que utilizaban los sacerdotes de las religiones grecolatinas para realizar esta clase de prodigios. La publicó  en su  Refutación de todas las herejías[35], que durante mucho tiempo se denominó  Philosophumena. Con ese nombre equívoco La obra fue atribuida a Orígenes hasta que el arqueólogo Minoides Mynas,  descubrió nuevos manuscritos que completaban la obra en  un convento en el Monte Athos .

He aquí lo que hacían los sacerdotes de la Antigüedad para  ser inmunes al fuego:

Colocan una caldera llena de pez sobre el fuego, y sumergen

las manos cuando la mezcla hierve, sin quemarse[…] Si introducen

las manos en la caldera en el momento en el que el líquido parece

hervir, es porque han vertido vinagre, azufre y pez húmeda, antes de

encender el fuego. El vinagre unido al azufre, alcanza una

temperatura moderada y pone en movimiento a la pez, haciendo

brotar a la superficie burbujas que estallan y dan la impresión de que

todo hierve. Antes de sumergir las manos ahí, las han lavado varias

veces con agua salada; de esta forma no se queman, aunque la pez

hierva realmente. Y si impregnan sus manos en una mezcla de

pomada de mirto, azufre, goma arábiga y vinagre. Y se las lavan

varias veces en agua salada, no pueden quemarse ,

Hipólito vivió en el siglo IIIº. Fue un hombre cultísimo, brillante discípulo de San Ireneo, que parece ser que fue elegido el primer Antipapa en el año 217. Pero que nadie se asuste, porque se reconcilió con la iglesia dos décadas después, murió mártir y hoy en día es venerado como santo.


Pero no todo estaba escrito




Los científicos actuales explican por qué es  posible andar sobre brasas ardientes sin quemarse sin recurrir a ningún tipo de ardid: Si el fuego está adecuadamente dispuesto, claro.  La causa es debida a que la conductibilidad térmica del carbón es muy pequeña y no se trasladará al pie si la pisada es  rápida.  También interviene la capacidad calorífica. El pie absorbe una gran cantidad de calor de las brasas sin cambiar mucho su temperatura. Esta es otras de las razones por las disminuye el calor transmitido.

Uno de los más destacados faquires actuales:
Kirman
También se puede introducir la mano en plomo fundido a 5ooª C. Cuando se introduce fugazmente y se retira de inmediato,  la  transpiración se evapora y provoca una fina capa de vapor suficiente para mantener aislada la piel del plomo fundido[36].


Como cualquier mago Faustino Chacón, el senor Lionetto,  pretendía sorprender, asombrar y fascinar a su público realizando fenómenos de apariencia imposibles, que parecen vulnerar las leyes de la física. Sin embargo, en su caso precisamente son las leyes de la física las que suscitan la sensación de que las leyes de la física han sido transgredidas. ¡Qué hermoso arte el que es capaz de desafiar la percepción, los sentidos y el entendimiento, provocar tan  interesante paradoja, hablar al mismo tiempo con el lenguaje de la ciencia y el lenguaje del mito, encantar desencantando y desencantar encantando!




Notas

Tragafuegos bengalí




[1] Jean Bottéro: Notes sus le feu dans les textes Mésopotamiens. En  Le feu dans le proche-orient Antique, Leyden, E.J.Brill, 1973
[2] El Mercurio de España, Julio 1803, págs. 274-278
[3] Disertación sobre el caso raro anunciado por la gaceta a principios de agosto, a saber, haberse descubierto en uno natural de Toledo vitud  para resistir a todo fuego. Toledo, 1803, Tomas Anguiano
[4] El Mercurio de España, Julio 1803, págs. 274-278
[5] Con el tiempo el Virreinato de Nueva Granada, Virreinato de Santafé o Virreinato del Nuevo Reino de Granada se convertiría en Colombia tras su independencia de la Corona española  en 1819.
[6] Ruiz y Pavón sostenían contra la opinión de Mutis que las quinas naranja, Roja, amarilla, y blanca de santafé son especies notoriamente inferiores a la de Loja y perú, Que las quinas naranja,roja, amarilla, y blanca de Santafé eran de una clase inferior, mucho menos eficaz desde el punto de vista médico, que la de Perú.  De manera que ponían en tela de juicio la expedición a Nueva Granada y la preparación de Mutis y sus ayudantes. Su pretensión respondía a los intereses de algunas casas mercantiles que comercializaban la especie chichona. Las consecuencias fueron terribles para el conocimiento, por la creación de prejuicios insostenibles, y para la medicina, pues grandes cantidades de la mejor quina enviada por Mutis fueron incineradas o compradas secretamente por los ingleses, alcanzando altísimos precios en Londres.



7Cavanilles y Zea: una amistad político-científica. De Diana Soto Arango, 2000    
[8] Ver María del Carmen Simón Palmer, “Diversiones populares: espectáculos de física recreativa”, Villa de Madrid, 44 (1974), pp. 62-66; “Acróbatas, músicos callejeros, forzudos y seres deformes. Diversiones del pueblo madrileño en el siglo XIX”, Villa de Madrid, 60 (1978), pp. 71-74 y “Diversiones populares madrileñas en el siglo XIX”, en J. Álvarez Barrientos y Antonio Cea Gutiérrez (eds.), Actas de las Jornadass obre teatro popular en España, Madrid, CSIC, 1987, pp. 185-192)..
[9] Ver El Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos (1797-1808) . doscientos años después
de José Ramón Guzmán Álvarez, Marta Camino Serrano, Departamento de Ingeniería Forestal, Universidad de Córdoba publicado en la Plataforma del Conocimiento del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, escaneado por la  Fundación San Millán de la Cogolla de La Rioja con la colaboración del  Departamento de Ingeniería Forestal de a Universidad de Córdoba.
[10] Catalogue des livres, dessins et estampes de la bibliothèque de feu M. J.-B. Huzard par P. Leblanc ... Paris, 1842 ; La bibliothèque de Jean-Baptiste Huzard par B. Robin in "Recueil de médecine vétérinaire", mars/avril 1996.
[11], Un chirurgien fléchois, Charles Boucher,(1742-1812) Recherche sur les hommes réputés incombustibles, à l'occasion d'un Espagnol, doué de cette faculté (1805), Ver Pierre Lefebvre, Louis Guillaumat,Jean-Charles Sournia ** Un chirurgien fléchois, Charles Boucher,(1742-1812) pendant la Révolution http://www.biusante.parisdescartes.fr/sfhm/hsm/HSMx1990x024x001/HSMx1990x024x001x0029.pdf
[12] El Mercurio ya citado se refiere al cutis fino y suave,
[13] Danielis Bernoulli hidrodinamice, sen de viribus et motibus fluidorum comentarii opus academiam ab auctore dum petropoli ageret cogestum argentorati (1738).
[14]   http://www.fis.cinvestav.mx/~jmendez/JMMA/historia%20calor.pdf
[15]Harry Houdini: Miracle mongers and their methods, Capítulo  III.
http://www.52jyw.com/ebook/%E7%94%B5%E5%AD%90%E5%9B%BE%E4%B9%A6/035/G/B3036513.pdf
[16] Breve Discurso sobre las operaciones que el hombre incombustible ha manifestado al publico en Madrid, año de 1806 : en la Imprenta de Repullés, frente al convento de la Merced, 1806 ,  
[17] The Diary of John Evelyn, Volume II (of 2) by John Evelyn http://www.gutenberg.org/ebooks/42081
[18] The Diary of John Evelyn, Volume II (of 2) by John Evelyn http://www.gutenberg.org/ebooks/42081
[19] Arte de hacerse incombustible ó Exámen de los medios y específicos de que algunos han hecho uso para resistir... la acción del fuego , Madrid : Imp. Real, 1806  VE/574/37
Nordini


[20] Libro 11 de la Eneida
[21] Folleto 2
[22] Discurso Iº, Tomo 3ª Teatro crítico Universal. http://www.filosofia.org/bjf/bjft301.htm
[23] Discurso Iº, Tomo 3ª Teatro crítico Universal. http://www.filosofia.org/bjf/bjft301.htm
[24] Discurso Iº, Tomo 3ª Teatro crítico Universal. http://www.filosofia.org/bjf/bjft301.htm
[25] Discurso Iº, Tomo 3ª Teatro crítico Universal. http://www.filosofia.org/bjf/bjft301.htm
[26] Discurso Iº, Tomo 3ª Teatro crítico Universal. http://www.filosofia.org/bjf/bjft301.htm
[27] Minerva o El Revisor general. 3/1–24/6/1806,  Madrid : Imp. de Vega y Compañía, 1805-1818, Publicación en esa época bisemanal.
[28] Des erreurs et des préjugés répandus dans la société . Paris 1810 et 1811, F. Buisson, libraire rue "Gille-Coeur.
[29] Jean Nievenhoff  en su Description general de l´empire de la chine, Citado por Mena Marqués, Manuela en: Coya y el espíritu de la Ilustración,o/J. cit., pág. 46l.




[30] Histoire générale des cérémonies, moeurs, et coutumes religieuses de tous les peuples du monde:
représentées en 243 figures dessinées de la main de Bernard Picard, avec des explications historiques, et curieuses (Google eBook)
[31] Jacques Fauqué, Ramón Villanueva Etcheverría:  Goya y Burdeos, 1824-1828, Oroel, 1982 .
[32] Paul Heuzé: Fakirs, Fumistes et Cie. Paris, Les editions de France. 1926.
[33] Diccionario de ciencias médicas por una sociedad de los más célebres profesores de Europa, traducido al castellano por varios facultativos de esta corte, tomo XX, Imprenta de don mateo pepull´es, 1824
[34] Diccionario de ciencias médicas por una sociedad de los más célebres profesores de Europa, traducido al castellano por varios facultativos de esta corte, tomo XX, Imprenta de don mateo pepull´es, 1824
[35] Los gnósticos : textos / introducción general de F. Antonio García Romero ; traducción y notas de José Montserrat Torrents  Madrid : Gredos, [2002]  2 v,
[36] http://fisica.mdp.edu.ar/mlhoyuelos/Fisicamagia.htm  Un blog muy recomendable:  La física de la magia. M. Hoyuelos Departamento de Física, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad Nacional de Mar del Plata; Instituto de Investigaciones Físicas de Mar del Plata, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas2