Los dos personajes principales de esta historia no están,
aunque se les espera. Son dos fantasmas. Se les espera con vehemencia. Con ello
quiero decir que la base de las creencias espiritistas se relaciona con el
deseo de entrar en contacto con seres desaparecidos.
Por eso los verdaderos
protagonistas de esta historia no son Conan Doyle y Houdini, sino una madre y un hijo muertos. Hubo un momento
en las vidas de Conan Doyle y Houdini en
que compartieron un mismo dolor. Para que los deseos se conviertan en creencias
y las creencias en convicciones se requiere la presión de una fuerte carga
emocional. Se trataba de un estado de ánimo colectivo. Acabada la primera
guerra mundial se extendieron los
supuestos y prácticas espiritistas por Europa y Estados Unidos entre aquellas
personas que habían visto desaparecer a sus seres queridos en plenitud de vida,
como consecuencia de la crueldad de la guerra.
Conand Doyle busca a su hijo
Sir Arthur Conan
Doyle, el creador del célebre Sherlock Holmes, era un convencido creyente en el
espiritismo. A la hora de estudiar los fenómenos psíquicos no buscaba
explicación. Tenía una y se aferraba a ella. Poco a poco un interés por la vida
y milagros de los espíritus fue desplazando su dedicación a la literatura y ocupando
el lugar reservado a la curiosidad por la ciencia, la participación política,
la implicación en la guerra y la práctica del boxeo. Una de últimas obras fue
una monumental “Historia del Espiritismo”
que arranca de Swedenborg y culmina con una nota sobre la escritura automática.
Una crisis espiritual de tal magnitud no puede atribuirse en exclusiva al
debilitamiento de la vejez. Seguramente no es ajena a la muerte de su hijo en
la primera guerra mundial.
Houdini busca a su madre
Supuesto fenómeno espiritista |
También la muerte de la madre de Houdini impulsa al ilusionista a dedicar todas sus energías, que eran muchas, a
encontrar la manera de ponerse en contacto con ella. Sucede pocos años después
de la muerte del hijo de Conand Doyle. Corre la década de los 20 y Houdini
recurre a la ayuda de médiums y de los
llamados “psíquicos”, seres que se dicen dotados para intermediar con
ultratumba. Por tratarse de un mago esta actitud resulta chocante. Por lo
general los magos más destacados, me refiero por supuesto a ilusionistas y
prestidigitadores, consideran que su profesión es un arte que debe diferenciarse
por completo de engaños y fraudes. En consecuencia dedican su experiencia y
conocimientos a desenmascarar a los pretendidos médiums que utilizan las mismas
técnicas que los magos emplean en sus espectáculos pero se presentan como seres
dotados de poderes sobrenaturales y trato privilegiado con los espíritus.
Maskelyne y lo sobrenatural
Uno de los magos más eminentes del siglo XIX, John Nevil Maskelyne escribió un libro en
colaboración con el psiquiatra Lionel A. Weatherly planteando lo sobrenatural
entre interrogaciones. “¿Lo sobrenatural?”
reunía las conclusiones de varias décadas de investigación sobre los supuestos
fenómenos psíquicos. La conclusión no podía ser más tajante: “No existe, ni
nunca ha existido, un médium de ninguna clase que no haya usado trucos o
engaños”, El método de trabajo empleado consistía en reproducir los prodigios de los médiums, valiéndose del
ingenio, las sutilezas psicológicas, las técnicas escénicas y la alteración de
la percepción. El propio Maskelyne se había convertido en ilusionista tras
asistir a una representación de los hermanos Davenport en el teatro local de
Cheltenham, su ciudad de origen, en la que tenía un taller de relojería. Los Davenport
se encerraron en un armario que tenía tres puertas. En cada extremo se sentó
uno de los hermanos, enfrentados. Se
hicieron atar con una cuerda gruesa que inmovilizaba sus pies y sus manos de
manera que no pudieran moverse de la silla. En el centro del armario había una trompeta,
una guitarra, un violín, dos campanas y una pandereta. En cuanto las puertas se
cerraban y se apagaban los luces, los
instrumentos empezaban a tocar, pero cuando se hacía la luz y se abría el
armario, los Davenport continuaban
atados.
Cabina o armario espiritista de los hermanos Davenport |
Tres meses después Markelyne, con la ayuda del hábil
ebanista Cooke presentó un armario
similar con el que replicó los prodigios que realizaban los Davenport, dejando bien claro que no precisaba
ayuda alguna de los espíritus. Desde entonces dedicó especial atención a
desvelar los trucajes utilizados por pretendidos médiums.
Houdini se aproximó el universo de los espiritistas con la
intención de entrar en contacto con su madre muerta. Sin embargo dudo que su
actitud fuera abierta y confiada por completo, como a menudo se supone. Su
formación era la de un mago. Y en los anales de la magia ya existía un corpus
importante de fraudes descubiertos. Maskelyne
tras instalarse en Londres había ofrecido en el teatro que regentaba – el Egyptian
Hall – numerosas representaciones dedicadas a reproducir y desvelar los efectos
realizados por los médiums. Los Davenport habían sido la primera de una larga
serie de fraudes y falsificaciones descubiertas.
Las investigaciones de Maskelyne tuvieron lugar en las dos
últimas décadas del XIX y Houdini, dotado de una curiosidad sin límites para
todo aquello que se refería a la magia, no podía desconocerlas. Aunque los
motivos por los que se acercaron Doyle y Houdini al espiritismo aparentemente
coincidían, sus actitudes frente a los fenómenos necesariamente tenían que ser
muy diferentes.
Encuentro en Crowborough
Inicialmente primaba aquello que les unía y entre ambos se anudó
una verdadera amistad. Se conocieron durante un viaje que realizó Houdini a las
Islas Británicas en 1920. Previamente Houdini envió a Conand Doyle su polémico
libro que pretendía desmitificar la vida de a Jean-Eugene Robert-Houdin. Es
preciso indicar que Houdini había derivado su nombre del apellido del gran mago
francés, que había dado forma definitiva a la magia moderna y cuyas
maravillosas ·Confidencias” le
maravillaron en la juventud. Sin embargo el hechizo se desvaneció y Houdini
escribió un libro “deconstruyendo” las confidencias de su ídolo, pretensión
tan infructuosa como intentar desmontar
los presupuestos de “Alicia en el País de las Maravillas”. Houdini demostraba
en este caso una dudosa comprensión del sentido de la ficción, cuyo alejamiento
de la realidad es precisamente lo que le otorga la libertad para imaginar otros
mundos posibles.
Houdini con Ira Davenport |
A Sir Arthur le llamó la atención las páginas del libro en
las que Houdini contradecía la visión que Robert-Houdin ofrecía. Su armario
espiritista había causado sensación a los tres aunque por motivos diversos. Robert-Houdin
mostraba su desagrado porque presentaban su espectáculo, que elogiaba, como lo
que no era: Una manifestación de los espíritus. Sir Arthur Conan Doyle veía en su acto una prueba de la autenticidad
de los fenómenos espirituales. Houdini les consideraba unos excelentes magos de
grandes ilusiones o escenario. Según Sir Arthur el comportamiento de Ira y William
Davenport no había sido fraudulento porque mantuvieron una calculada ambigüedad
sobre el origen de sus poderes y dejaban al arbitrio del público la resolución
del enigma. Pero la realidad es que se iniciaron en el mundo del espectáculo
como ilusionistas y que uno de sus ayudantes, Harry Kellar, aprendió con ellos
lo suficiente para montar su propia función de magia.
El número de los Davenport se hallaba más próximo al
escapismo que al mentalismo. Era la especialidad de Houdini: ser capaz de
librarse de cualquier atadura. Y eso es lo que hacían los hermanos: desatar y
anudar de nuevo las cuerdas que les trababan en un abrir y cerrar de ojos.
Tras su retirada, Ira Davenport había revelado a Houdini los secretos de estos escapes: cuerdas largas,
pericia para realizar los nudos,
destreza para revolverse y el uso de aceite para facilitar escabullirse de las
ligaduras. Ira le describió incluso las trampas que disponían en los pasillos
de los teatros para impedir que ningún intruso pudiese llegar hasta el armario e
investiga el material utilizado.
La confesión de Ira no alteró la convicción de Sir Arthur de
que se trataba de médiums genuinos. De hecho en la carta que había enviado a
Houdini agradeciéndole el libro sobre Robert-Houdin, Sir Arthur consideraba
banales esta clase de confesiones. Si los médiums recurrían a veces a los
trucajes se debía a que no siempre se hallaban en disposición de ejercer sus
verdaderos poderes superiores.
En su relación con Sir Arthur, Houdini moduló su punto de vista sobre los
Davenport. Nunca fue tan explícito como magos anteriores: los ya citados
Maskelyne y Robert Houdin o John Henri Anderson. Incluso dio pie a Sir Arthur
para considerar que avalaba la inexistencia de trucajes o manipulación al
insistir en que jamás fueron descubiertos. ¿Actuaba con astucia para preservar
una amistad que podía franquearle el acceso al núcleo duro del espiritismo?
¿Había empezado a reunir los materiales para su futuro libro “Un mago entre los espíritus“? O por el contrario ¿sus titubeos eran reales y
su incertidumbre una ventana hacia otras posibilidades que nunca quiso cerrar
del todo?
Durante su primer encuentro en Crowborough, Sir Arthur le
contó que había hablado al menos en seis sesiones distintas con su hijo muerto.
Houdini mitigó su escepticismo, se mostró desprejuiciado y confesó a su huésped
que estaba ansioso por conocer la verdad, para lo que solicitó su ayuda.
La médium Eva Carriére
Sir Arthur franqueó la entrada a Houdini a diversas
sesiones. En las que tuvieron lugar en la Sociedad para la Investigación
Psíquica de Londres intervino la médium Marthe Béraud, que había adoptado el
nombre de Eva Carriére y a veces se hacía llamar Eva C. Años atrás, tras la
muerte del joven con el que se iba a casar, Marthe materializó el espíritu de
un brahmán hindú llamado Bien Boa que resultó ser a veces una tosca figura de papel maché y otras un
cochero árabe disfrazado. Aquello había ocurrido en la Argelia colonial. Después
en la metrópoli, en Francia, sus manifestaciones
tendrían un fuerte contenido erótico. Era una médium controvertida por lo que fue invitada
por la Sociedad de Investigaciones para ser estudiada. .
En las primeras
sesiones no sucedió apenas nada. En una sesión a la que asistió Houdini, Eva Carriére materializó lo que
llamaba ectoplasma, un fluido pegajoso que brotaba por su boca y otros
orificios del cuerpo. Las materializaciones y desmaterializaciones de
Ectoplasma junto a la fotografía espiritista eran los dos argumentos preferidos
de Conan Doyle en defensa del espiritismo. En la misiva que Houdini envío a Sir Arthur dando cuenta del asunto una
vez más se mostró cauto, incluso artero. Aseguró que no había visto nada
sobrenatural y describió los hechos sin explicarlos. Pero en su libro “Un mago
entre los espíritus”, publicado poco tiempo después describió los gestos de la
médium como los movimientos precisos de un prestidigitador. También el
ectoplasma estaba confeccionado con papel maché,
Conan Doyle se fijaba en los efectos y Houdini investigaba
los métodos. Como don Quijote y Sancho Panza veían en un mismo objeto, cosas
distintas. Lo que para uno era intervención patente de los espíritus, para el
otro eran falsificaciones y fraudes. Hacía tiempo que Sir Arthur había
renunciado a los mecanismos de verificación.
Conand Doyle cree en las hadas
Supuesta fotografía de un hada |
Para la revista donde publicaba las aventuras de Sherlock
Holmes, escribió un artículo donde aseguraba poseer pruebas irrefutables sobre
la existencia de las hadas. Lo ilustró con cinco imágenes tomadas con una
cámara Kodak en las que aparecían dos jovencitas bellísimas, junto a varías
hadas y un gnomo. La única relación con
los bosques que tenían aquellas hadas es que estaban hechas de papel. Las fotos
tenían el mérito de ser uno de los primeros trucajes fotográficos. Las figuras
copiaban las ilustraciones de un libro de cuentos infantiles publicado cinco años
antes, dibujadas por Claude Shepperso,
que casualmente incluía un relato del propio Conan Doyle.
Houdini en su correspondencia con Doyle no hace referencia a
estos hechos, quizás porque le hubiera sido difícil mantener la actitud neutra,
contenida y circunspecta que caracterizaba sus relaciones para evitar la
polémica y para no lastimar a su reciente amigo.
Este estaba
completamente persuadido de que Houdini encarnaba un poder superior y
sobrenatural. Por más que Houdini repitiera que todas sus proezas eran fruto de
su ingenio y de su arte, Sir Arthur veía en el la prueba indiscutible que
confirmaba sus propias ideas.
En 1922 volvieron a encontrarse, esta vez en Estados Unidos.
Sir Arthur ofreció una gira de conferencias apoteósica y agotadora. En Nueva
York Houdini le invitó a comer en su
casa y tuvo ocasión de mostrarle su biblioteca, especializada en magia e
ilusionismo, de la que se encontraba especialmente orgulloso.
A Sir Arthur lo que verdaderamente le llamó la atención fue
la ausencia de obras que trataran del espiritismo. Le resultaba imposible
entenderlo. Pero no fue la única cosa que Sir Arthur no logró comprender aquel
día. Houdini le acompañó en un taxi
hasta el hotel en el que se alojaba. Durante el trayecto realizó un juego
sencillo, la desaparición del pulgar. Sir Arthur quedó maravillado y al día
siguiente le escribió una misiva en la nuevamente atribuía el efecto a sus
poderes sobrenaturales.
Sesión espiritista con la esposa de Conan Doyle
Jean Leckie, esposa de Conand Doyle y médium |
Días después ambas familias se reunieron en Atlantic City: Doyle
propuso a Houdini una nueva sesión de espiritismo. Esta vez se trataba de una
proposición delicada. Jean Leckie, segunda mujer de Conan Doyle, decía tener
dotes mediúmnicas y se sentía capacitada para establecer la comunicación que
tanto ansiaba Houdini con su madre. Se reunieron los tres en un cuarto del
hotel. Sir Arthur bajó las persianas y pronunció una oración. Se juntaron las
manos sobre la mesa. Cuando Jean entró en trance, Houdini reconoce que quería que
aquello sucediera realmente, deseaba con todas sus fuerzas que fuera verdad,
anhelaba creer. Jean, muy alterada, empezó a escribir febrilmente. Houdini por
un instante pensó que era posible. Arrancó la primera hoja del cuaderno. Estaba
escrita en inglés. Su madre hablaba de lo mucho que le quería y de lo orgullosa
que se encontraba por los grandes éxitos de su hijo. Siguió arrancando una a
una las páginas siguientes, hasta un total de quince. No hizo ningún
comentario.
´Sir Arthur pensó que la emoción no permitía hablar a
Houdini que al fin había logrado ponerse en contacto con la persona a la que
más quería. Pero Houdini estaba amargamente decepcionado. Su madre jamás le
llamó Harry, que era su nombre artístico. Para ella siempre fue Erik, su nombre
de pila. . Aunque había vivido 50 años en Estados Unidos jamás aprendió inglés.
Se expresó toda su vida mediante una peculiar koiné, un idioma artificioso,
mezcla de húngaro, alemán y yidich. Casada con un rabino, difícilmente hubiera
iniciado su escrito con una cruz. Un escrito en el que no había referencias
íntimas, ni recuerdos compartidos.
Ni una sola palabra salió de sus labios. La relación entre ambos
hombres siguió siendo cordial mientras Sir Arthur permaneció en Estados Unidos.
Pero pocos meses más tarde Houdini publicó un artículo en el New York Sun, en
el que negaba tajantemente que alguna vez hubiera percibido el menor signo de ·una
comunicación con los seres queridos que hemos perdido. Se trataba de una rotunda desautorización de
las manipulaciones de Jean Leckie. Sir Arthur se sintió profundamente
traicionado. Por primera vez la correspondencia entre ambos hombres adoptó un
tono desabrido.
Un mago contra los espíritus
Preparando una "materialización". |
Todas estas actividades tuvieron enorme repercusión. Houdini
era también un mago cuando se trataba de publicidad. Aceptó formar parte de un
comité formado por la revista Scientific American que ofrecía una cuantiosa
suma a quien demostrara poseer verdaderos poderes psíquicos.
Cabina anti-fraude diseñada por Houdini |
El regreso de Conan Doyle a EE.UU recrudeció los enfrentamientos. Esta vez la amistad entre los dos hombres no fue suficiente para atemperar las discusiones Las discrepancias eran substanciales. Doyle consideraba que todo aquello que él no comprendía era una manifestación de los espíritus. Para el número de mentalismo de Julius and Agnes Zancig proponía un ejercicio real de telepatía. Para Houdini eran dos magos profesionales, miembros de la American Sociaty of Magicians, que ejecutaban un número clásico de vaudeville.
La correspondencia entre ambos fue sustituida por declaraciones cruzadas en la prensa, cargadas de recriminaciones y reproches, en un tono cada vez más hosco. Cuando Mina Crandon estuvo a punto de ganar el premio ofrecido por Scientific American magazine Houdini intervino aunque no había sido convocado a la reunión de la comisión. Aparentemente la experiencia fue concluyente. Los espíritus estuvieron muy activos durante la sesión Se escuchó una campana, una voz llamó a Harry Houdini desde la profunda oscuridad. Se trataba de Harry, el espíritu malhablado y grosero de un hermano muerto de la médium que estrelló un megáfono a sus pies. Cuando se volvieron a encender las luces, Houdini no dijo palabra sobre lo que había visto y oído. Se despidió cortésmente de la médium y se marchó. Antes de llegar al hotel, masculló entre dientes: “Sé cómo lo hace. Se trata de un fraude”.
Houdini durante una sesión de desenmascaramiento |
Cuando Houdini reveló las supercherías, Conan Doyle calificó
su explicación de bazofia .Escribió una durísima diatriba en la que llegó a
exigir que renunciara a la investigación psíquica. Por su parte Houdini le
acusó de senilidad y le amenazó con llevarle a los tribunales.
Dos años después, el 31 de octubre de 1926, moría Houdini y Doyle le
recuperó para sus altares. En su ensayo “El enigma Houdini” afirma que fue el
médium más relevante de la época. Una tesis que desarrollaría el mentalista
Joseph Dumninger que publicó un libro en 1928 en el que se preguntaba si
Houdini no habría sido un médium sin saberlo.
Bess Houdini y los espíritus
Una vez muerto Houdini recibió el trato que a veces se
otorga a los espíritus convertidos en soporte de las obsesiones y deseos de los
supervivientes. Dunninger reunió algunas anécdotas que intentaban probar que
Houdini tenía la capacidad de premonición, que había percibido la muerte de su
madre cuando viajaba en trasatlántico hacia Europa. E incluso su propia muerte,
pocos días antes de que sucediera. Tenemos que creer a Dunninger pues no hay
otros testigos. Ambos acababan de atravesar en coche Central Park, cuando
Houdini le pidió que regresaran rápidamente a su casa porque deseaba verla por última vez.
Bess Houdini |
La última sesión tuvo
lugar el 31 de octubre en presencia de
los micrófonos de la radio que transmitieron a las cuatro esquinas del planeta
el sonido del silencio, la música callada de la nada. Bess Houdini entendió el
mensaje y renunció a proseguir en su empeño.
Notas
La Editorial La Felguera ha publicado una cuidada
edición del libro Sherlock Holmes contra
Houdini. Arthur Conan Doyle, Houdini y el mundo de los espíritus, que reúne
textos diversos, testimonios y fotografías.
Recientemente la Editorial Capitán Swing publicó el texto
“El enigma de Houdini” de Arthur Conand Doyle dentro del volumen “Como hacer bien el mal” que reúne una
antología de escritos del escapista.
ola soy miguel cuando fue eso
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