Escritorio sahariano |
El viento como último paisaje. El rastro de su tensión, su presencia, su retirada y ausencia esculpida en la arena. ¿A partir de qué instante se detiene? Invisible imágen apocalíptica: Tras el viento el paisaje se cubre de polvo, se oscurece, se acaba volviendo blanco y negro .
Los libros sobre los desiertos están, en parte, escritos por el viento y provocan un estremecimiento olvidado. Me seduce lo que precede a la literatura, el mundo generador de los mitos, para los que el desierto se comporta como una página en blanco sólo comparable al mar. Lugares en incesante movimiento, dispuestos para la partida, para la marcha, para la huida y, a la vez, inmóviles. Las obsesiones más tenaces se deshacen, como piedra en arena, en este medio duro, difícil, en el que un pueblo se enfrenta al anterior para ocupar su lugar. El espacio es grandioso, casi sin límites, pero en la inmensidad no hay lugar para todos.
Viejos libros saharianos |
¿Es ese el destino que nos aguarda en nuestro viaje por la literatura de los desiertos?
Aunque escribo estas líneas frente al mar, vivo desde hace años en lo que técnicamente se llama una falsa estepa, un pueblo de la meseta castellana, rodeado de gentes en las que agoniza una civilización que subsistía sin grandes cambios desde hace varios milenios. Los campos cultivados se inician al otro lado del muro del jardín de mi casa. Quizá dentro de poco no exista quién los cultive. Todos vivimos un extremo racionamiento de la libertad, de la esperanza y del sentido de la vida.
Página del Diario de Michel de Vieuechange |
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