lunes, 25 de junio de 2012

La tentación del desierto



La lectura es un juego de dados. Una hoja de papel se convierte en belleza, goce, sobresalto, deseo, pavor, pesadumbre, melancolía. Lanzo sobre el tapete este poema Watanabe

Fotografía de Ricardo
Ramirez Arriola
Los pastores de cabras
      que cruzan el desierto
siguiendo largos caminos invisibles
te miran compasivos. Adivinan
que en tu quietud, recostado en la roca,
        mientras ninguna hora avanza,
desmoronas igual que el sol a las piedras
        las palabras del mal.

Cuando regresen de sus valles de pastura
                 (en la aridez
sonará como agua la alegría
de los cencerros). ya no estarás. sólo hallarán
en la roca
la huella de tu espalda
                  negra
como si hubieras ardido.

(La tentación del desierto pertenece al libro de José Watanabe: Y habitó entre nosotros).

La huella de una combustión interior, deseo o pasión, quema la roca. Maravillosa alianza entre el lenguaje, la imaginación y los espacios que invade la soledad [el desierto], donde la vida queda registrada como un fósil [la piedra].

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