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Sergi Buka, Jordi Sabartés y Rosa Serra en Lucis et Umbrae, Teatro Nacional de Cataluña. © May Zircus/TNC |
Sergi Buka ha logrado algo muy difícil de conseguir: ofrecer
una maravillosa sesión de linterna mágica en un teatro. En su origen, a pesar
de ser un espectáculo eminentemente escénico, las linternas de los ambulantes
no reunían las condiciones de visibilidad adecuadas para emplearse en los
teatros debido a la debilidad de la fuente de luz, la falta de nitidez de los
cristales y las deficiencias de las lentes. Con el tiempo estas carencias se
subsanaron y la mejora de las linternas de proyección permitió combinar linternas dobles, proyecciones frontales y
traseras, ajustar los efectos sonoros y utilizar máscaras para realizar sobreimpresiones y fundidos, desvanecer una
imagen en otra, sugerir transformaciones y metamorfosis.
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Sergi Buka © May Zircus/TNC |
Estas posibilidades dramáticas franquearían a la linterna las
puertas de los teatros. A finales del XVIII alcanzaría su madurez escénica con
la fantasmagoría y, en el XIX, ampliaría sus posibilidades expresivas con los
cuadros disolventes que suscitaban la ilusión de movimiento y las mutaciones.
Buka ha demostrado que la linterna es un espectáculo que
posee sus propias posibilidades expresivas y una poética específica. Sin duda,
desde el momento mismo de su invención hasta que se generalizó su uso doméstico
en la segunda mitad del siglo XIX, la linterna fue considerada primordialmente
un dispositivo de magia, un artilugio capaz de hacer visible lo invisible. Pero lo que le otorga las características de
un lenguaje artístico no es la ilusión visual
sino los deseos que la impulsan, su capacidad para acceder al ámbito de
lo fantástico y maravilloso, de agitar las sombras en la efervescencia de la
mente, de convocar a los espectros de un mundo fantasmal que no acaba de
desvanecerse en nuestra psique.
Sin esta poética, es decir sin optar por lo mágico, sin
optar por la introspección en un mundo donde todo es posible, las
proyecciones de linterna
en poco se diferencian de una proyección de diapositivas. Buka descubrió hace
muchos años – tal vez seducido por la colección de placas del Museo Tomàs
Mallol de Girona – un universo estético.
Es lo que diferencia Buka de otras que ven
en la linterna mágica sólo un eslabón de la cadena tecnológica que
conduce a la invención del cine. Para Buka la linterna sigue siendo un valioso
y legítimo instrumento artístico que posee un lenguaje capaz de crear mundos
propios y otorgarles significado y valores afectivos.
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Placas de linterna mágica |
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Sombras © May Zircus/TNC |
Durante años Buka ha reunido una colección de placas,
escogidas con una sensibilidad especialísima y el propósito de realizar un
espectáculo en el que las imágenes traspasen los límites de lo real y lo
representado. Placas que permiten efectos de trasposiciones, cambios y
metamorfosis: Bosques que envuelven el cuerpo de una mujer, seres a los que les
crece la nariz, palacios edificados en
las nubes, monstruos, gigantes, esqueletos, demonios y aparecidos, paisajes
lunares, el horror, nuestros terrores, y así mismo, los deseos, sueños e
ilusiones.
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Jordi Sabartés © May Zircus/TNC |
Esto es lo que Buka ha logrado mostrar en su maravillosa
sesión de linterna mágica, hechizando a los espectadores. A ello ha colaborado
la música especialmente concebida por Jordi Sabartés y ejecutada en directo.
¡Qué temblor otorga la música en directo al cristal proyectado¡
“ Lucis et Lumbrae" es, también, una obra de teatro, en
la que la magia de Buka y la música en directo de Sabartés no llegan a coincidir , casi
en ningún momento, con la dramaturgia de Szpunberg, ajena a lo que sucede en el escenario, y una dirección de escena que parece darles la
espalda.
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