Calavera de Dalí |
¡Qué
suerte poder asistir a una actuación de Onofroff a través de la mirada hechizada y un tanto perversa de
Salvador Dalí! No es extraño que Dalí se
sintiera fascinado por la hipnosis,actividad espectacular y misteriosa cuando se practica en un escenario y también, a
veces, cuando se ejecuta en el ámbito médico. Precisamente Enrique o Henri Onofroff fue uno de los
responsables de que la hipnosis y la catalepsia se convirtieran en un espectáculo
de magia. ¡Qué hábil fascinador! Fue el mentalista más ingenioso, seductor y
popular del primer tercio del siglo XX. Realizó varias giras a teatro lleno por
España y América Latina. También actuó en el resto de Europa y en Estados
Unidos donde practicó la conducción con los ojos cerrados.
Onofroff en Figueras
Cartel de Onofroff |
En noviembre de 1920, Onofroff el
fascinador, ofreció dos representaciones en Figueras (1) En su dietario adolescente (2) Dalí refiere la enorme expectación que
suscitaron en la ciudad y las reacciones de su familia y compañeros de
instituto. En cuanto a sus propias reacciones…
Bueno, no es disparatado pensar que, a través de la hipnosis, Dalí creyó hallar la grieta por la que espiar los
deseos que le obsesionaban. Pero las impresiones que
le causaron las dos sesiones de hipnotismo fueron dispares. Antes de volver a
referirme a ellas voy a intentar contar lo que sucedió. En definitiva, la
influencia que tuvieron en Dalí fue mucho más determinante de lo que a primera
vista podemos pensar. Por eso quiero empezar por el principio. Antes incluso de
que Onofroff llegara a la ciudad.
Desde varios días antes la ciudad
apareció empapelada materialmente por los carteles del mentalista. Gracias a
Wolff (3) sabemos que Onofroff no dejaba
nada al azar y preparaba con antelación sus funciones. Utilizaba Onofroff como
médium a León Salvador, un antiguo
campeón de lucha grecorromana (4). No
era su único auxiliar. Tenía a sueldo una docena de jóvenes que le precedían en
los viajes. Viajaban en medios de locomoción distintos, nunca paseaban juntos y no debían saludar a
Onofroff ni a su secretario. Su misión consistía en reclutar gentes para que se
prestaran a los experimentos psíquicos del mago.
El servicio secreto de Onofroff
El libro de Wolff |
¿Cómo
operaban? Como un servicio secreto. Wolff Tuvo ocasión de hablar con Serrano de
Málaga y con el milanés Giovanni que fueron integrantes de la troupe. Aseguran que generalmente no pagaban a los incautos. Les
seducían. Para ello se dispersaban por bares y cafés y elaboraban fichas de las
debilidades, aficiones, vocación y carácter de los posibles candidatos. El
secretario, hombre culto y educado, realizaba la misma labor en clubes y
casinos, seleccionando sujetos entre las clases altas. En función de la información obtenida
formulaban una proposición que en realidad era un señuelo para que se
decidieran a participar y colaborar en el espectáculo.
Un
ejemplo nos ilustra el modo de maniobrar. El perspicaz secretario había entrado
en contacto con el hijo de un magistrado cuyos puntos flacos eran los estudios
y la mala relación con su padre. Se trataba de una nulidad como estudiante de
Derecho y el padre no le soportaba.
El
secretario intentaba engatusarle con
estas palabras: Amigo mío, usted es un
joven brillante. Yo he podido apreciarlo desde que le conozco. A usted le
conviene intervenir en un acto público
para mostrar sus cualidades. Puede subir al escenario y dejarse hipnotizar. O
más bien fingir el sueño hipnótico. En ese estado puede pronunciar un discurso técnico jurídico. Usted es capaz
de elaborar una pieza maestra que despeje de una vez por todas las dudas sobre
su capacidad. Apréndaselo de memoria. En el escenario haga lo que los demás. Onofroff
le dará la palabra. De ese modo conquistará la admiración y el aplauso de todos
(5).
De
ese modo los asistentes a la función veían en un supuesto estado hipnótico al
hijo de uno de las personas más relevantes de la ciudad.
De Mesmer a Freud
Mientras
la troupe de Onofroff ejecutaba estos
preparativos, en casa de Dalí la familia se había
apasionado con la hipnosis. El padre había ofrecido su explicación sobre el
fenómeno en una de las cenas. No sabemos lo que dijo, pero podemos hacer un
pequeño resumen de las principales ideas sobre la hipnosis que circulaban en la
época. Por lo
general el estado de hipnosis se atribuía erróneamente al sueño. James Braid
acuñó la palabra en 1843, mediante la raíz Hipnos, para subrayar la analogía
con el sueño. Hoy sabemos que se trata de un estado de concentración, en el que
la percepción se focaliza en un punto específico. Encaminado por el hipnotizador el sujeto se concentra en una sola cosa y
logra percepciones intensísimas. El hipnotizador consigue provocar una
relajación y concentración profunda (6).
Demostración Mesmeriana |
Las
discusiones se centraban sobre si el sujeto pierde o no pierde el control. Hoy
sabemos que no alcanza estado de inconsciencia alguno y que no se encuentra a
merced del hipnotizador, aunque por supuesto no se encuentra eximido de engaños
y manipulaciones.
En
el terreno médico Braid discrepaba de Mesmer.
Rechazaba su tesis de que los fluidos magnéticos desencadenaban los fenómenos
de hipnosis. Mesmer practicaba la hipnosis 100 años antes, sin que la hipnosis
tuviera entidad propia, englobada en lo
que denominaba magnetismo animal. No me cansaré de repetir que en aquellas
épocas las fronteras eran sutiles entre muchas prácticas médicas y el
ilusionismo, es decir la magia desacralizada. La forma de trabajar de Mesmer
era teatral. En el hotel Bouillon se reveló como un excelente director de
escena. En la sala de tratamientos utilizaba escenografía y efectos teatrales:
un decorado que apelaba al universo místico, una iluminación en penumbra, música relajante y aromas, fragancias orientales, guión y coreografía
para las curaciones colectivas. Mesmer se paseaba entre sus enfermos, vestido
con una túnica de seda morada, golpeándoles con una varita mojada en agua sulfurosa.
No era raro que los pacientes entraran en trance.
Charcot en acción |
Años
después el gran médico que fue Charcot no le iba a la zaga en la presentación
teatralizada de sus experiencias. Las sesiones públicas en la Salpêtrière eran
verdaderos espectáculos que atraían a un público apasionado. Fueron descritas
por Maupassant, Zola, Daudet o los Goncourt y algunos de los pacientes (histéricos, epilépticos, atacados por el
baile de San Vito o que presentaban algún tipo de desequilibrio) como Blanche Wittmann, conocida como « la
reina de los histéricos », alcanzaron
una celebridad que competía con los grandes actores y actrices de la época. (8)
Y, por último, - concluye Onofroff en su
libro L'hypnotisme à la portée de toutes
les intelligences (9)- resumo la historia de la hipnosis en pocas
palabras: Es descubierta en 1774
porMesmer, modificada en 1785 por Puységur y reformada por Braid en 1837.
Proclamada por la academia de Medicina de París en 1876, está constituida en
nuestros días por un cuerpo de doctrina científica.
¿Y
el profesor Freud en la intimidad de su consulta? Sin
duda cumplirá un papel determinante en las concepciones de Salvador Dalí sobre
el psiquismo. Por ahora dejémoslo ahí y
volvamos a Figueras.
El debut
El día de la función, la familia Dalí se
encamina al cine Jardí que estaba a rebosar. Previamente se
proyecta una
película que naturalmente Dalí no recuerda porque su impaciencia era máxima.
Por fin aparece Onofroff en el escenario. Es
un nombre sospechoso y huele a ruso, escribe Dalí. Pero inmediatamente se
desdice porque por su simpatía le parece más bien italiano.
Lectura con los ojos vendados
Simulacro de un crimen
Atracción
Función final en el Círculo Sport Club
Una vez despierto, Palet aseguró que se
dirigió a Carme por voluntad propia, Dalí ironiza al respecto. Le agrada el
ambiente elegante del lugar: las copas de champán, los dulces, las trenzas
rubias. Alguien toca a Albeniz al piano. Para Dalí es un día distinto. Había descubierto la
simetría entre lo que había contemplado en el escenario y los sueños que
poblaban su cabeza, sus más transparentes pasiones. Según Javier Pérez Andújar
(15) Carme estaba enamorada de Dalí y Dalí ensayó con ella toda la gama de sus
sentimientos egotistas, su narcisismo y su paranoia, sin censura ninguna. Carme
no logró librarse hasta su marcha a Madrid, cuando Dalí le anunció que no le
escribiría jamás.
Onofroff sabía jugar con todos los
elementos de su personalidad para potenciar el misterio. Su nacionalidad era
uno de ellos. ¿Ruso? ¿Polaco? En realidad era belga. Es probable que hubiera
nacido en 1864 (9)
En
una entrevista El caballero audaz le describe como un hombre altísimo, esbelto, arrogante. De su atildada elegancia
no se escapa ningún detalle. El frac, impecable, con los botones de pasta; el
cuello de pajarita, los zapatos de charol, la leontina, la camelia prendida del
ojal del frac y el pañuelo de hilo, perfumado con tabaco rubio(10). Casi
todos los que le oyeron coinciden en resaltar su facilidad de palabra y su
poder de convicción. Wolff habla de maestría, lujo y prosopopeya. Es el sugestionador – dice Wolff – que más predispuso al público en favor suyo
mediante la sumisión voluntaria que desencadenan los temperamentos enérgicos
(11).
Iniciaba
su acto con un breve parlamento sobre las nuevas perspectivas que se abrían a
la telepatía y al hipnotismo. Decía de sí que era la única persona a la que la
naturaleza había otorgado el fluido de la fuerza hipnótica que irradiaba de sus
manos y de sus ojos. Dicho esto descendía a la platea y distribuía entre los
espectadores unas hojas de papel donde podían escribir una acción material. Acción que
Onofroff se comprometía a realizar sin
que nadie le dijera en qué consistía. Se brindaba a adivinar qué es lo que
tenía que hacer mediante la transmisión de la onda psíquica. Es decir la comunicación del pensamiento entre él y
el espectador que le sometiese a la prueba.
En
ocasiones los espectadores ideaban acciones difíciles de llevar a cabo.
Onofroff regresaba al escenario e invitaba a subir con él a uno de los
espectadores.
Usted caballero, irá
siempre a distancia de dos o tres metros escasos de mí, pensará con tenacidad y
constancia en lo que yo debo hacer y me guiará mentalmente, aprobando o
reprobando el camino o el movimiento que ejecute. – Reproduzco el parlamento
de Onofroff literalmente porque me parece concebido con una gran habilidad y
precisión para lograr sus propósitos - Sí,
por ejemplo, ve usted, que me dirijo hacía la izquierda para efectuar lo que
usted ha escrito en el papel que guarda en su bolsillo, deberá usted pensar en
aquel instante fijamente y con energía: “No, no vayas por aquí, ve por la
izquierda, por la izquierda, por la izquierda…”Repitiendo esto último in
menti tantas veces como sea necesario
siempre y cuando no obedezca al intangible e invisible mandato de usted.
Igualmente si he de coger un objeto cualquiera, y tomo otro distinto por
equivocación, vacilación o duda, antes de que me apodere de él, repetirá usted
lo mismo de antes. V. Gr.: ¡No, no es la tarjeta: el pañuelo, el pañuelo! Y
esto con la misma intensidad de entonces, a fin de que “las ondas psíquicas” de
su voluntad, penetren en mi cerebro hasta que yo las perciba claras, como si
las recibiera de viva voz. ¿Ha comprendido usted, caballero? Pues bien, tenga
la amabilidad ahora de taparme los ojos. Tome usted (12)
Lectura con los ojos vendados
Blindfolded-man |
En
ese momento Onofroff le entrega una venda. Podemos imaginar al espectador por
una parte desconcertado y, al
tiempo, expectante cuando el mago le
pide que apriete con fuerza. Así lo hace. Le anuda la venda a la nuca,
cubriendo sus ojos.
Todos
los detalles son importantes.
Onofroff, que se supone ya no ve
nada, le pide tanteando las dos manos, Es para excitar mi sistema nervioso-
dice. Lleva las manos a la espalda y con ellas al espectador. Mantiene los
brazos rígidamente extendidos hacia él, el torso recto, tirante, cargado hacia
adelante respecto a la vertical. Su aspecto es de un hombre abstraído, ceñudo,
serio. Está rígido. Como si intentara percibir algún tipo de indicio o
sensación que para él es de vital importancia, porque se juega su reputación, autoridad,
incluso su honor. El climax alcanza su punto más álgido. Hay cosas, dice Wolff, que
escapan al buril o al lápiz del artista.
Un
instante después Onofroff palidecía. La tirantez, la tensión insoportable provocan
una sacudida, seguida por una agitación interna que parece expresar un esfuerzo
intensísimo de concentración de todas
sus facultades.
Cabeza,
brazos, piernas oscilan como las ramas de
árbol impelidas por el viento, escribe Wolff. Entre el sugestionador y el espectador se
establece, aparentemente, una corriente magnética durante el par de minutos en
que sus manos están en contacto. El espectador experimenta las convulsiones y
estremecimientos.
Súbitamente,
Onofroff suelta las manos del espectador como sacudido por una descarga
eléctrica. Su voz suena distinta, ajena,
lejana, aunque en ella permanece un resto de energía, vestigio de la autoridad que la caracteriza.
¡Sígame usted de cerca!, ordena al espectador y desciende
en su compañía hasta la platea. Allí ejecuta el mandato escrito en el papel
elegido, sin que se interrumpan los estremecimientos convulsiones y calambres
hasta que el público estalla en aplausos.
Con
escasas variaciones, este fue el guión del comienzo del espectáculo de
mentalismo al que asistió Dalí aquella noche de 1920. Seguramente no caería en
la cuenta de los métodos empleados que expliqué en un artículo precedente al
hablar de los fraudes del médium Argamasilla, descubiertos por el doctor Lafora
y el ilusionista Harry Houdini (13). Son similares a lo que sucede en el juego
de la Gallina Ciega. Tienen que ver con el apresto y tiesura de la venda, la
tensión que adquiere al ser apretada, la contracción y distensión de los
músculos de la cara, el uso del algodón en rama bajo la venda y la capacidad de
interpretar las reacciones del rostro de los espectadores. Pero sobre todo
tiene que ver con el comportamiento del sugestionador que simula temblores y
torpezas, finge vacilaciones, y al final, cuando se despoja de la venda, permanece uno o dos minutos con los ojos dolorosamente
entornados, como si le costara regresar a la luz.
A
Dalí, estos aspectos no le llamaban la atención. Se fijaba especialmente en las
reacciones del público. El espectáculo
de Onofroff empezaba a mostrarle un mecanismo que tendrá una importancia
decisiva en la creación de su propia obra. Algo que no es fácil de explicar.
Los espectáculos de ilusionismo o prestidigitación ponen en
evidencia
contenidos difíciles de definir que atraen irresistiblemente a los
espectadores. Todo un mundo recóndito, oculto, velado que intuyen y no se explican, un mundo
subterráneo y reprimido que rebosa las
alcantarillas de la razón en esta clase de espectáculos.
¿En
qué consiste? Seguramente tampoco Dalí
llegó a saberlo con precisión. Pero insuflará en sus obras esos contenidos
oscuros, en ocasiones no visibles, siempre inquietantes, perversos o grotescos,
generalmente cohibidos y degradados. Apetitos, esperanzas, pulsiones, ilusiones, deseos,
ambiciones, sueños que comparte con los espectadores.
Simulacro de un crimen
Otro
de los experimentos predilectos de Onofroff consistía en adivinar el ejecutor
de un crimen simulado. Para ello hacía subir a un espectador al escenario. Le
vendaba los ojos y decía: Me acompañará
usted al Salón de espera y quedará a mi lado. En ese intervalo ruego que
otro señor tenga a bien simular un
crimen. Al efecto dejará sobre esta silla un puñal que tomará en sus manos y
fingirá herir a otro caballero, escondiendo el puñal en cualquier lugar,
volviendo a ocupar todos sus sitios. Cuando
un tercer caballero nos avise que el crimen se ha cometido, volveremos este
señor y yo.
Efectuados
los preparativos, regresaba al escenario y pedía a cualquiera de los espectadores,
que hubiera visto quién cometió el crimen y dónde el criminal había escondido
el arma, que se acercara hasta él y le trasmitiera sus pensamientos. Cogía las
manos del espectador y fingía concentrarse. Tras soltarle las manos le pedía: ¡Piense! ¡Piense! Y bajaba a la platea,
dando tumbos, poseído de gran excitación,
precisa Wolff - para señalar al espectador que realizó el crimen. Mediante el mismo
procedimiento, encontraba a la víctima y
el arma homicida.
Atracción
Salvador Dalí en pose de hipnotizador |
Pero,
sin duda, fueron los números que tenían que ver con la hipnosis, los que
provocaron mayor interés en Dalí. A pesar de que en esta primera sesión, el
fascinador no llega a convencerle de todo, Dalí comprueba que Onofroff domina,
hipnotiza, convence, hace salir todo un universo reprimido del interior de su
público. Y se promete así mismo que el
hará algo parecido con su obra, algún día.
Onofroff
aseguraba tener lo que llamaba fuerza
fluídica en las manos. Para demostrarlo formaba un círculo de jóvenes,
sentados a su alrededor en el escenario. Al primero de la derecha le hacía ponerse en pie y le
colocaba las manos sobre los hombros.
A
su contacto, como si de un imán se tratara, el joven se sentía atraído por las manos del
magnetizador y su cuerpo las seguía, hasta caer de espaldas. Onofroff, habitualmente
detenía la caída. Aunque alguna vez no lo hacía, lo que provocaba gran efecto
en el público. Solía escoger jóvenes robustos, derribándoles
como estatuas de mármol, según Wolff. Les colocaba en una posición tal que se
desmoronaban con una ligerísima presión. Se derrumbaban, privados de un punto
de apoyo, por más fuertes y resistentes que fueran.
La
realidad es que Onofroff no necesitaba hipnotizar para hipnotizar. Esa fue la
eficaz defensa de los hipnotizadores teatrales
cuando se les acusaba en los tribunales de vulnerar la prohibición de practicar
la hipnosis como entretenimiento. En su versión más simple, si el espectador
elegido no cerraba los ojos ante la mirada fija del fascinador, Onofroff aproximaba
los dedos hasta casi tocar sus párpados. El espectador cerraba los ojos y Onofroff presionaba muy suavemente los
párpados tres o cuatro veces.
Naturalmente al espectador le resultaba molesto y desagradable y cerraba los ojos, aguardando
una nueva presión. Entonces Onofroff - dice Wolff- señalaba sus ojos cerrados y hacía un gesto de complicidad con el
público como diciendo ¿veis, ya está hipnotizado? Y soplaba, inmediatamente,
para despertarlo. A Dalí la experiencia le resulta
fascinante para la imaginación pero no le resulta convincente del todo. Entre
el público, también, se enciende la
polémica. En estado hipnótico algunos espectadores hacen cosas grotescas. La
gente murmura que Onofroff emplea compinches. La sospecha perseguiría siempre
al fascinador. Luis Cabañas Guevara, pseudónimo tras el que se ocultaban dos
periodistas exiliados al terminar la guerra civil, incluso les pone nombres y
apellidos, cuando Onofroff actúa en el Soriano de Barcelona, “Los revendedores se convirtieron en
gananciosos empresarios del hipnotizador Onofroff en el Soriano de Barcelona.
Después se supo que Onofroff tenía contratada una compañía de hipnotizados
voluntarios, entre los que figuraba un zapatero de la calle Riereta y una
exsonámbula, Quiteria Roqueta, hija de una comadrona de la “Franca Xica” que se
llamaba Clementa Pona Urmaeta” (14).
En el caso de la representación del
Teatro Jardí de Figueras, Dalí constata que los partidarios del magnetizador
son más numerosos que sus detractores y la representación concluye con un aplauso
cerrado.
Función final en el Círculo Sport Club
La mezcla de dudas y fascinación incita a
los compañeros de Dalí en el Instituto a proponer a
Onofroff que actúe para
ellos en un pase privado. Saben que existen precedentes. Onofroff acepta y la
sesión se celebra en el Círculo Sport
Club. Ahora sí que no puede hacer trampa- anota
Dalí en su diario. Al joven le atrae la blancura de los cabellos del
fascinador y su acento extranjero. Los espectadores sometidos a las
experiencias de sugestión y trasmisión del pensamiento son conocidos de todos. Aparentemente
ofrecen garantías de no estar conchabados. Pero sólo aparentemente. No
olvidemos los manejos del avispado secretario de Onofroff.
Lo cierto es que en aquella sesión, uno
de los compañeros de Dalí, un tal Palet, se ofrece voluntario. Ahora va a dar esa flor a la señorita que
más le guste, que más simpatía le inspire... Vaya ... – le ordena Onofroff
– Y diciendo eso le coloca un pañuelo en
las manos.
Con el andar incierto de un sonámbulo y
el aspecto de un fantasma, Palet se dirige hacia una muchacha llamada Carme. Se
detiene, titubea. De repente se hinca de rodillas y le ofrece el pañuelo como
si de una flor se tratara. Carme no sabe dónde meterse .Está muerta de
vergüenza.
¿Por qué he citado hace un momento al
secretario? Porque entraba dentro de sus funciones encontrar personas
dispuestas a realizar públicamente algo así, En los días previos a la actuación
el secretario frecuentaba los cafés, clubes y casinos con la intención de descubrir
a algún joven retraído e ingenuo, enamorado de una chica perteneciente a una
familia acaudalada. Un joven que no se atreviera a declarar su amor a causa de
las diferencias de fortuna. Entonces el astuto secretario se compromete a
ayudarle. Se muestra dispuesto a hablar
con Onofroff para que durante su actuación, simule hipnotizarle, durante su
actuación. Onofroff le ordenará que
entregue la flor que luce en el ojal a
la mujer que ama. Y ella no tendrá otra opción que aceptarle.
Dalí joven junto a su hermana Ana María |
Con el tiempo Dalí se inspiró en las
teorías de Freud sobre la interpretación de los sueños, para concebir un método
para suscitar experiencias reprimidas. El
estado de hipnosis es una de las bases en las que se asienta su método
paranoico-crítico. Desarrolló su propia técnica de auto hipnosis mediante
imágenes hipnagógicas, es decir creadas en estados de duermevela. Un universo entrevisto por primera vez a
través de la ventana de un escenario y de las sugestiones escénicas de ese gran
fascinador que fue Onofroff. Con él, Dalí descubrió la que tal vez es una de
las claves de su capacidad de comunicación con el público, que hace que sus
exposiciones superen en interés generalizado a las de casi cualquier otro
pintor. Ya hemos hablado de ese contenido oscuro, ese magma de atavismos, inclinaciones, afanes, anhelos, quimeras, ensueños,
entelequias, y automatismos que el artista comparte con su público. Los seres
humanos nos parecemos más los unos a los otros en nuestros sueños, -
extrañamente parecidos, idénticos, repetidos, como evidencian los trabajos de
Freud - que en los momentos de vigilia.
Notas
(1) Una en el teatro Jardí y
otra en el Círculo Sport.
(2)
DALÍ, Salvador
(1904-1989):”Un diario. 1919-1920” págs., 220-222 en Textos autobiográficos, vol. I edición y prólogo
de Félix, Fanés, Barcelona, Destino, 2003
(3)
WOLFF, C.: Hipnotismo teatral (sus farsas): Descubrimiento
y descripción de todas las trampas de las que se han valido los principales
“hipnotizadores, Casseneuve, Onofroff, Mariscal, etc… para sus experimentos en
los teatros de Europa y América. Juan de Gassó, Editor. Barcelona. Sin
Fecha.
(4)
Luego León
Salvador fue muy conocido como charlatán de feria, apodado el rey de las subastas por su habilidad para vender relojes,
cuchillas de afeitar de la marca Pieles
rojas, etc… El hombre capaz de vender casi todo, y a todo el mundo durante
más de cincuenta años recorrió las ferias de España. [ver GARCÍA, Mariano en León Salvador, el mejor charlatán de España
reproduce las declaraciones a J-J. Benítez de Enrique Perna, ’El Perna’, un
banderillero aragonés que fue durante muchos años ayudante de León Salvador] http://blogs.heraldo.es/tinta/?p=1208.
(5)
WOLFF, C. Ibídem
(6)
TOUSSAINT, Jeff D: El otro
lado del espejo: hipnosis teatral / Edición: 1ª ed. Editorial: [Madrid?]:
Abadir Ediciones, 2012.
(7)
DURVILLE, Henri; El
hipnotismo teatral: Los fenómenos hipnóticos, magnéticos y sugestivos, pág., 3.
Madrid: [s.n.], 1929 (Imp. Vallecas)
(9)
FERNÁNDEZ, Mauro A. comenta que los periódicos publicaron que
tenía 31 años cuando actuó en Buenos Aires en 1895. Historia de la magia y el ilusionismo en la Argentina: (desde sus
orígenes hasta el siglo XIX inclusive) / Mauro A. Fernández, "Fénix”;
prólogo histórico de Teodoro Klein; prólogo mágico de Ricardo
"Fantasio". Buenos Aires:
[s.n.], 1996 (Buenos Aires: Producciones Gráf.)
(10)
EL CABALLERO AUDAZ- Seud. de
José María Carretero (1888-1951):
Galería: más de cien vidas extraordinarias contadas por sus protagonistas y
comentadas / Madrid: Caballero Audaz, 1943-1948
vol. I.
(11)
WOLFF,
C. ibídem,
(12)
WOLFF,
C. ibídem,
(13)
MAYRATA,
Ramón: Ramón Mayrata: Valle-Inclán, Harry
Houdini y el hombre que tenía rayos X en los ojos, Frontera D. lhttp://www.fronterad.com/?q=valle-inclan-harry-houdini-y-hombre-que-tenia-rayos-x-en-ojos
(15)
Según Javier Pérez
Andújar Carme estaba enamorada de Salvador Dalí. Carme Roget era hija del dueño
del café Emporium en Figueras. Para imponerla la esclavitud moral recurría al cinismo, a la hipocresía, a la
mentira, a las falsas esperanzas y a la indiferencia. Ver PÉREZ ANDUJAR,
Javier: Salvador Dalí. A la conquista de
lo irracional. Madrid, Algaba, 2003.
Muy curioso y muy interesante
ResponderEliminarUn abrazo
Jesús G. de la Torre
Me ha gustado mucho la historia, lástima que no profundiza más en los métodos de seducción que utilizaba el artista de la hipnosis para no salir lastimado del teatro.
ResponderEliminarTampoco creo que un solo espectáculo de ese tipo resultara una influencia en el genio de Dalí, sino que es solamente un modo más de inspiración.
La teatralidad del arte, está sobreestimada.
Lu
Muy buena historia...el poder mental que ejercen algunos seres humanos sobre otros siempre me ha fascinado.La vida es Magia.
ResponderEliminarBesos,
DM
Enhorabuena por el post... muy pero que muy interesante lo que cuentas.
ResponderEliminarEnhorabuena por el post... muy pero que muy interesante lo que cuentas.
ResponderEliminarExtraordinario, como siempre, el texto de mi admirado Ramón Mayrata... no puede estar mejor escrito ni mejor documentado.... para aquellos a los que nos apasiona la historia y, en especial la de nuestro arte, la magia, encontrarse con aportaciones de este calibre (como decía mi maestro Ascanio: con tantos quilates) sólo sucede en contadísimas ocasiones.
ResponderEliminarAtrapante historia y atrapantes personajes ambos Onofroff y Dali.
ResponderEliminarDesconocía esta anecdota que relaciona de alguna manera a ambos artistas.
Gracias Ramon por ilustrarnos.