martes, 6 de noviembre de 2012

El hipnotizador de Thomas Mann



Thomas Mann escribió la novela corta Mario y el Mago (1) en 1929. Un año marcado por la Gran Depresión. Una crisis monstruosa que despejó el camino para la consolidación de regímenes totalitarios en numerosos países. Por eso no resulta extraño que Mann intente entender cuáles son los mecanismos psíquicos que facilitan la adhesión y el apoyo de grandes masas humanas a esta clase de proyectos que podríamos calificar de aberrantes. Desde ese ángulo el libro mantiene su actualidad, a la vez que nos procura la distancia precisa para comprender algunos aspectos oscuros de la naturaleza humana y del mundo en el que vivimos.
 La elección de un hipnotizador para detallar los efectos del liderazgo político sobre un grupo de personas no constituye un  planteamiento original de Mann. Curiosamente
Mann tenía una idea muy elevada de la figura del mago  Una condición que atribuye a sus admirados Wagner e Ibsen pues ambos eran magos nórdicos, viejos hechiceros llenos de maligna socarronería, profundamente versados en todas las artes sugestivas.- escribe en “El sufrimiento y los grandes maestros ()” -  de un virtuosismo diabólico tan refinado como redomado, grandes en la organización del efecto, en el culto del detalle, en los dobles fondos y la creación de símbolos,

Pero no le sucedía lo mismo con mentalistas e hipnotizadores. Pienso que la lectura de las obras de Gustave Le Bon, el estudioso de  la psicología de las masas,  le sugirió una visión negativa. Le Bon  consideraba  que la fascinación que provoca el tirano se aproxima mucho al estado de sugestión del hipnotizado en manos de su hipnotizador (3).
 
Erika Mann
Mann asistió a la actuación de un  hipnotizador durante sus vacaciones en Italia, en el verano de 1926. La sesión resultó tensa, desagradable. El escritor creyó ver en el mago la  imagen, a un tiempo atrayente y repulsiva, que había acuñado Le Bon. La cristalización definitiva se produjo cuando su hija Erika le comentó que no le sorprendería que un espectador sometido a sus humillaciones, pudiera acabar matándole.
 
Erika  había encendido la chispa que prendería la pólvora de su imaginación. En la pequeña novela el funesto mago Cipolla se gana a pulso dos balazos. El narrador es un padre de familia del que no se menciona jamás el nombre. Desde el primer día de su llegada a Italia se siente agobiado por el clima emocional desquiciado por el nacionalismo. Evoca con disgusto y enojo las  incómodas situaciones que tuvo que afrontar al iniciar las vacaciones en Torre di Venere, un pueblecito turístico situado a orillas del Tirreno.

Mann es un maestro a la hora de transmitir  las sensaciones ambientales,  muchas veces volátiles, que hacen posible que ocurra un suceso. El trato en el hotel es discriminatorio respecto a los clientes nacionales del hotel. El camarero les impide ocupar  las mejores mesas en el comedor. El administrador del hotel cede a la presión de otros huéspedes y les expulsa de sus habitaciones, debido a una  tos ferina de la que los niños ya están curados.

Se trasladan a una pensión mucho más agradable, regentada por una encantadora señora, que fue la mucama de la gran acrriz Eleonora Duse.  Pero los problemas no concluyen. . El  comportamiento inocente,  sin malicia de la hija pequeña, que sólo tiene ocho años, desencadenará una reacción inesperada en la playa. Los padres han permitido que la niña se bañe desnuda a fin de enjuagar su traje de baño salpicado de arena. La colonia de veraneantes considera que han perpetrado una "ofensa contra la decencia", Estiman  que han traicionado la hospitalidad con la que han sido recibidos en el país.  El asunto llega a conocimiento de la policía que les impone una multa de cincuenta liras.


Cartel de la película de
 Karlo Maria Brandahuer

Las sombras que proyectan estos incómodos incidentes se van haciendo poco a poco más densas  hasta cristalizar de manera funesta pero muy humana, precisa Mann, en la figura siniestra del caballero Cipolla.

La mayor parte de la novela relata la actuación del hipnotizador. El comienzo se hace esperar. El interés se acrecienta. Al fin se ilumina el tablado sobre el que aparece un velador y en él  una solitaria botella de agua y un vaso. En otra mesa baja se aprecia una botella de licor y unas copas. Un par de sillas y un perchero completan el atrezzo.

De repente aparece Cipolla. Al principio su aptitud es respetuosa y parece dispuesto a hacerse perdonar la tardanza. Viste un macferlan, botines, pañuelo de seda al cuello. Con una elegancia que no concuerda con su cuerpo deforme.

Mann describe con minuciosidad cada segundo que pasa. La parsimonia con la que se despoja de los guantes, la mirada inquisitiva que examina y desafía  a la audiencia, el cigarrillo que enciende,  la desorientación del público ante la inacción y el mutismo del mago.

Un joven alegre y despreocupado le interrumpe. La actitud del hipnotizador cambia. Le demostrará hasta donde puede llegar su poder, obligándole  a hacer el ridículo ante todos y ejecutar acciones que no desea.  

Uno de los números clásicos de los espectáculos de hipnosis de la época era inducir al espectador a que imitara a un animal y actuara como tal. Ahora vas convertirte en  una gallina. Es evidente que los procedimientos hipnóticos no son capaces, por sí solos, en ningún caso, de abolir la voluntad de una persona y de  inducirle a practicar actos contrarios a su voluntad, Pero  las circunstancias en las que se llevan a cabo, por ejemplo durante un espectáculo,  pueden presionar a esa persona para que admita las órdenes del hipnotizador. 
Thomas Mann

Cuando  se desentiende del joven, Cipolla realiza unos juegos numéricos en una pizarra, la adivinación de tres cartas, la catalepsia de un espectador. En realidad estos números son un pretexto para repetir el efecto en el que  consiste verdaderamente su espectáculo: controlar la voluntad ajena, torcer y retorcer la voluntad  de los espectadores que escoge para sus demostraciones hasta inducirles a cometer acciones degradantes. Mann desmenuza los recursos de los que se vale Cipolla para crear las condiciones adecuadas a la dimisión de la voluntad.  la charla elocuente y embaucadora,   la elección de los sujetos adecuados y  r el lenguaje corporal contundente, los gestos enérgicos – Cipolla se ayudaba de un  pequeño látigo - que exacerban  la sugestión y el miedo escénico.

El espectáculo concluye con la seducción de un simpático camarero. Cipolla le persuade de  que es la mujer de sus sueños,  a la que ama y desea.  Mario amor mío, dime ¿quién soy yo? Y Mario le besa en el rostro. Entonces Cipolla le despierta con un toque de su látigo.. Mario abandona el escenario lleno de estupor  Atraviesa el local. Al llegar a la puerta se vuelve y dispara sobre el hipnotizador. Cipolla intentará en su macabra mueca final  controlar la situación, pero caerá al suelo con la cabeza traspasada  por dos balazos.  

No muy distinto sería el final de Benito Mussolini, el dictador que sirvió de modelo a Thomas Mann para trazar las características del personaje de Cipolla. Hoy, muchos años después, podemos leer la novela, sin situarla en un periodo histórico preciso. Nos habla de las relaciones de poder, de la imposición de la voluntad de unos hombres sobre otros, de las humillaciones que soportan las personas que se encuentran en una situación de inferioridad.

Cipolla, el hipnotizador, representa también ese tipo de magos que reniegan de su arte.  Houdini dedicó buena parte de su vida a perseguirles y desenmascararles, sin utilizar otras armas que las que le proporcionaba su conocimiento de la magia.

 Notas

  
(1) Una edición reciente: Thomas Mann: La muerte en Venecia; Mario y el mago ; traducción [para la primera obra] de Juan José del Solar, traducción [para la segunda obra] de Nicanor Ancochea; prólogo de Francisco Ayala, Barcelona: Edhasa, 2011 

(2)  Gustave Le Bon: Psicología de las masas; prólogo a la edición española por Florencio Jimenez Burillo; [traducido por, Alfredo Guerra Miralles]Madrid: Morata, 2000 

(3)  The Nature of Hipnosis. A report prepared a Working party a request at the  Proffessional Affairs Borrad of the Brithist  Psychological Society. http://www.wholelifehypnosis.com/wp-content/uploads/2011/06/BPS-The-Nature-of-Hypnosis.pdf

 


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