domingo, 21 de octubre de 2012

William Kentridge y Méliés: Un planteamiento mágico del arte

Méliés
 Para el gran artista sudafricano William Kentridge, optar por lo mágico significa optar porque todo lo que es posible. La magia no es un conjunto de trucos. Es consecuencia de una forma de pensar que viene de muy lejos, cuyo fundamento es el deseo, más poderoso que las limitaciones de la realidad. Kentridge mantiene una relación con la magia directa, a través de los lazos que le unen a Georges Méliès.y a sus formas de proceder con la cámara
Como Méliès, se vale del dibujo y de las sombras chinescas, del teatro, de la poesía, de las marionetas, del cine y de los efectos de magia. En su caso, además, pretende hacer conscientes a los espectadores del proceso de construcción de las imágenes. Se plantea el funcionamiento de los mecanismos de la visión y las formas de adquisición de la experiencia del mundo que nos rodea. Es decir cómo elaboramos nuestra manera de ver.

Formado en el mundo de la magia por David Devand, Méliés compra el Teatro Robert-Houdin a la nuera de su fundador, en 1888. Se mantendrá al frente del mítico teatro durante 35 años. Descubrirá posibilidades inéditas en lo que entonces se llamaba cinematógrafo, destinado por los hermanos Lumière y Thomas Edison a registrar la realidad cotidiana. Por una parte volcará su experiencia como mago y creador de grandes ilusiones fantásticas para introducir la ficción en el nuevo invento, logrando transformarlo en espectáculo. Por otra, manejará la cámara de una manera innovadora alterando y modificando las imágenes en movimiento en lugar de limitarse a reproducir. En este sentido modificará las técnicas de montaje y edición de las películas e ideará efectos especiales que forzarán la capacidad del cine para visualizar universos más allá de la realidad inmediata.
Kentridge en su estudio

En sus obras dedicadas a Méliès, Kentridge se identifica con la libertad creadora del maestro. Los trucos y efectos permiten ir más allá de lo que está delante de las narices. No hay engaño, pues no oculta que se trata de una construcción de la realidad, no de una reconstrucción. Lo que nos ofrece es la fruición, el placer, de hacer visible transformaciones, cambios, metamorfosis, un mundo diferente al que vemos habitualmente.

El tiempo, nuestra percepción del tiempo, es tal vez el verdadero protagonista de estos 7 fragmentos de Georges Méliës. Son pedazos de películas, unidos entre sí sin hilo narrativo, en los que se levanta la piel del tiempo. La narración más bien se deshace como el tiempo común que algún día marcaron campanarios y alminares cuando las concepciones de Einstein revelaron que aquel tiempo único encubría una multiplicidad de tiempos distintos. Las imágenes se invierten, transcurren en un espacio y un tiempo inciertos, son una ilusión.


2 comentarios:

  1. La obra de Méliès contiene, desde mi punto de vista, lo qué la magia debería ser. Deberíamos retornar a ese punto qué marcó Méliès en la línea temporal del ilusionismo, cuando dotó a la Magia de la ficción. Esa sensación qué hace creíble hasta el más increíble de los sucesos. Donde la respuesta es innecesaria porque nadie hace preguntas. Gracias por el texto, Maestro.

    ResponderEliminar
  2. Preciosos los vídeos de Kentridge...ilusiones de lo fue, es y será. Siguenos mostrando magos y artistas plásticos, dos profesiones muy similares. Enhorabuena por el blog.

    ResponderEliminar